Diane di Prima

Cartas revolucionarias

 

 

(Traducción al español de Annalisa Marí Pegrum)

 

 

 

 

Primero de abril, poema de cumpleaños para mi abuelo

 

Hoy es tu

cumpleaños y no es la primera vez

que intento escribir sobre esto,

pero ahora

en medio de la locura, quiero

darte las gracias

por avisarme de lo que podía esperar,

por no morderte

nunca la lengua,          en aquel impoluto salón del Bronx,

gracias

por sollozar a corazón abierto al compás de

innumerables y desgarradoras

óperas italianas, por

tirarme del pelo cuando yo

tiraba de las hojas de los árboles para que

supiera lo que se sentía, ahora estamos

metidos de lleno en la revolución, la revolución

nos llega hasta las rodillas y la marea sigue subiendo, abrazo

a desconocidos en las calles, colmada de su amor

y del mío, el amor que nos dijiste que tenía que llegar

o moriríamos, se lo dijiste a todos en el parque del

Bronx, yo te escuchaba

en el anochecer primaveral del Bronx, respirando estrellas,

tu pelo blanco tan glorioso para mí, tu altura, tus feroces

ojos azules, una rareza entre los italianos, yo permanecía

a una cierta distancia, admirándote, mi abuelo

al que la gente escuchaba, ahora sigo

escuchando a una cierta distancia mientras les sirvo sopa

a unos jóvenes de rostros luminosos sentados en mi mesa,

hablamos de amor, hablamos de la revolución,

que es amor, en otras palabras, cuánto

nos amarías a todos, cómo retumbaría tu sabiduría anarquista

vociferándonos a Dante y a Giordano Bruno, gentes de orden,

entregados a tu misma causa, pues quiero que sepas

que lo hacemos por ti, y por los tuyos, por Carlo Tresca,

por Sacco y Vanzetti, sin saberlo,

sin pensar en ello, así como lo hacemos por Aubrey Beardsley,

por Oscar Wilde (la luz de todas las farolas

será morada), lo hacemos

por Trotsky y Shelley y por el gran/tonto

Kropotkin,

por la gente de La huelga de Eisenstein y el ennui de Jean Cocteau,

lo hacemos por las estrellas del Bronx,

para que puedan posar su mirada sobre la tierra

sin sentir vergüenza.

 

 

 

 

Carta revolucionaria n.º 29

 

Cuidaos de aquellos

que nos ven como hermosos perdedores

que esperan con sus largas cabelleras a ser castigados

que lamentan en las playas nuestro aislamiento

 

no estamos solos: tenemos hermanos en todas las colinas

tenemos hermanas en las selvas y en los Ozarks

incluso tenemos hermanos en la tundra helada

sentados junto a sus fuegos cantan, juntan armas

se multiplican: reclamarán la tierra

 

no podemos ir a ningún lado, pero ellos nos esperan

no habrá exilio donde no escuchemos «bienvenidos a casa

buenos días, hermano, deja que trabaje contigo

buenos días, hermana, deja

que luche a tu lado»

 

 

 

 

Carta revolucionaria n.º 39

 

Hermanas, dejad que os cuente que el 30 de mayo fui

a uno de nuestros festivales,

tomé ácido en Tompkins Square Park con

mis hermanos y hermanas,

bailé bajo el sol, hasta que salieron

las estrellas y la pasma

nos rodeó mientras nosotros de pie

nos acariciábamos y seguíamos amándonos, después

volví a casa e hice el amor como una flor, como

dos flores abriéndose la una a la otra, éramos

la joya del loto, a la mañana siguiente, aún colocada,

deambulé por la parte alta de la ciudad,

entré en el Museo de Historia Natural, y ahí,

en la sala de fauna peruana, vi las aves del paraíso,

como algo de antaño, como dinosaurios,

y vi pasar a los pájaros de la tierra, vi las flores,

vi la mayoría de los árboles y criaturas pequeñas:

ardillas, conejos, ratones y delicadas flores salvajes,

vi la tierra desnuda y suave y hombres eficientes

de plástico austero alimentados de forma hidropónica

trabajando como hormigas, y pensé con desapego,

sin remordimientos (he desaprendido

el remordimiento):

«CUÁNTAS CRIATURAS HERMOSAS

POBLARON LA TIERRA».

 

 

 

 

Carta revolucionaria n.º 40             

 

Para Emmett Grogan

 

Si la palabra poseyera algún poder, América,

tus yacimientos de petróleo arderían,

tus ciudades no serían más que ruinas en llamas

saqueadas por niños,

tus coches todos averiados, atascando las carreteras,

tus ciudadanos a un lado, desconcertados, o escogiendo

un montón de objetos (lo que pudieran llevarse),

si el poder de la palabra estuviera vivo, América,

tu tendido eléctrico que todo lo ve caería,

caerían tus cables de electricidad, de teléfono,

tus torres de telecomunicaciones derrumbadas

y convalecientes en los campos, incendiando el heno,

tus periódicos tan inútiles que tu población analfabeta

se limpiaría el culo con ellos.

SI EL PODER DE LA PALABRA EXISTIESE,

CAERÍAS, AMÉRICA, la naturaleza

se propaga desde los parques

donde la tenías encerrada, el desierto

se desliza a través de Las Vegas, el mar se relame

sus orillas de petróleo en Los Ángeles,

los camellos se reproducen, los osos, los ciervos están

proliferando, y también los nativos y los indigentes.

¿Duermes inquieta, América? ¿Sueñas con tus poderosos

depósitos de petróleo color pastel abrillantando el mar?

Duerme bien, América, estamos aquí, junto a tu lecho,

la palabra tiene poder, el canto es cada vez más fuerte.

 

 

 

 

Carta revolucionaria n.º 44

 

Para mis hermanas

 

Así como sabemos que la sangre

es nacimiento, que la agonía

abre puertas, así como podemos

doblegarnos con gracia bajo el peso de nuestras cargas

y minar como la lluvia o las lombrices de tierra, así como

nuestro llanto cede paso al llanto del recién nacido, así como

oímos la súplica en las voces que nos rodean, más allá

de las palabras de pasión o ingenio, y renunciamos

al enfado o al orgullo, nosotras nos hacemos fuertes

en nuestra propia pujanza, alquimia de mujeres,

brazos prestos a derrumbar paredes, por el saber

liberamos nuestro trabajo, nuestros bebés de pecho,

liberamos y nutrimos, como la tierra.

 

 

 

 

-Diane di Prima
Cartas revolucionarias
Traducción de Annalisa Marí Pegrum
Colección Visor de Poesía
España, 2023

 

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Diane di Prima (Brooklyn, 1934-San Francisco, 2020). Fue una poeta estadounidense perteneciente a la generación beat. Estudió budismo, sánscrit ... LEER MÁS DEL AUTOR