Denise Levertov. El tigre de la luna

 

Presentamos algunos textos de la gran poeta inglesa nacionalizada estadounidense en la versión al español de José Morella.

 

 

 

Denise Levertov

 

 

SOBRE EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN

Es cuando por un momento enfrentamos
lo peor de nuestra naturaleza, y nos estremece
saber de la mancha en nosotros mismos, ese espanto
rompe la cáscara del entendimiento y penetra el corazón:
ni a una flor, ni a un delfín,
a ninguna forma inocente
sino a esta criatura vanidosa, segura
de que ella y no otra fue hecha a imagen de Dios,
Dios (compadeciéndose de nuestro vil
fracaso para evolucionar) nos confía
como huésped, como hermano,
a la Palabra.

 

 

CAEDMON

Los demás hablaban como si
la conversación fuese una danza.
Yo, campesina, iba a romper la ronda
con mis pies torpes.
Pronto aprendí
a agazaparme
junto a la puerta:
cuando la charla empezaba
me despintaba la boca escabulléndome
de nuevo al establo
con las cálidas bestias
muda entre los ruidos corporales
de los simples.
Veía
al agitarse el aire iluminado
las motas de oro
moviéndose de la sombra a la sombra
lentas en ese despertar
de suspiros serenos.
Las vacas
masticando o revolviéndose o quietas. Y yo
en casa y sola a la vez. Hasta que
el ángel súbito me aterrorizó – una luz que borró
mi rayo endeble,
un bosque de antorchas, plumas de fuego, chispas volando:
pero las vacas tranquilas
como siempre, y nada se incendiaba
excepto yo, cuando esa mano de fuego
tocó mis labios y abrasó mi lengua
y arrastró mi voz
hasta la pista de baile.

 

 

EL TIGRE DE LA LUNA

El tigre de la luna.
Aquí, en el cuarto.
Ha entrado y hurga elegante
por encima y por debajo
de nuestras dos camas.
Mírale la cabeza pequeña,
el color suave de plata,
oye la pisada sorda
de sus pezuñas grandes.
Mírale las rayas blancas
en la luz que resbala
a través de las persianas.
Nos husmea la ropa,
con el hocico frío
toca nuestros cuerpos.
Las camas son estrechas,
pero aun así me acostaré contigo.

 

 

INVOCACIÓN

Callados, cercana la hora de dejar la casa.
La madera cruje, intenta sollozar impaciente.
Los dientes de las ardillas repiquetean en el desván.
Las camas desnudas, los sofás sin sus alegres fundas.
Tapará la nieve densa todas las entradas
y oprimirá el tejado y quedarán oscuras
las ventanas. Oh lares,
no os vayáis.
La casa bosteza como un oso.
Cuidadnos sus sueños profundos,
para que regrese cuando regresemos.