Vivir mientras se pueda
(Traducción al español de Alejandro Crotto y Ezequiel Zaidenwerg)
Vivir mientras se pueda
El joven olmo que hay que derribar
porque con sus raíces horada las paredes de la casa
me toca la ventana y la rasca con urgencia,
pero cuando lo miro
se queda inmóvil. O si casualmente
me doy vuelta, sus hojas parecieran ser ojos,
toda la copa con sus hojas y ramitas
una cara que aplasta la nariz contra el vidrio,
y lo deja empañado, deseando ver con claridad mi vida
cuyo término es aún desconocido.
El secreto
Dos chicas, en un verso
súbito, descubren
el secreto de la
vida.
Yo que no sé el
secreto escribí
el verso. Ellas
me contaron
(a través de un tercero)
que lo habían encontrado
pero no en qué consistía
ni siquiera
cuál era el verso. Ahora no tengo
dudas, pasada más de
una semana, de que olvidaron
el secreto,
el verso, el nombre
del poema. Las amo
porque vieron lo que
no puedo ver,
y por amarme por
el verso que escribí,
y por olvidárselo
de modo que
mil veces más, hasta que las alcance
la muerte, puedan descubrirlo
de nuevo en otros
versos
en otros
acontecimientos. Y por
querer saberlo,
por
suponer que existe
tal secreto, sí,
por eso
más que nada.
La llegada del otoño
Cuando cae la tarde, toma el cielo del este
el brillo del oeste:
el oeste, una nítida quietud.
El este va arrojando
redes de nubes
para tener cautiva la luz rosa por un instante más:
el monte, en el oeste, se pierde en la negrura.
Y las hormigas
en su acrópolis
se preparan para pasar la noche.
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La vid entre las rocas
rebosante de uvas
Las sombras de septiembre
se mezclan con las chispas doradas en el pasto
Entre las hojas relucientes de los sauces
los pajaritos van y vienen
en silencio, en presencia de una nueva estación.
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Con la última luz,
se recortan figuras de personas
oscuras sobre el monte:
un manto de oro
en torno de los hombros y sobre las cabezas:
un borrón las define.
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Allá en la vieja huerta, con la fruta caída,
el aire se hace cada vez más frío.
El monte esconde el sol.
Se levanta del pasto y de la tierra
una cierta conciencia del presente;
penetra por los pies, sube a los genitales,
oprime el pecho, nubla la cabeza: un saber
un temblor, un deleitarse
con que lo que sucede
suceda aquí, igual
que si una víbora pasara, verde
entre las hojas grises.