Nombradía y otros textos
Imágenes
“A veces conviene soñar”
Fiódor Dostoievski
Tu uña es la punta del iceberg
reproducción del monstruo
parto de la esposa adúltera
grito absorbido de la muerte
el desarbolado auxilio
única fuerza de supervivencia
eso es el poema.
Yo escribía para mi madre etérea
para mis hermanas cándidas
para consolar mi suplicio
a una bruja delirante
que posaba su encanto frente a mis ojos.
Albergando el calor de un astro
los dorados alfileres de su cabellera
rebotaban sobre mi semblante
el júbilo entre los esquizofrénicos
imaginaba aquel almíbar de su boca
en medio de la auténtica selva umbría
era ascético, lisura en los labios rotos.
Nombradía
In extremis
El mar se eriza con tus manos, voz onírica
sobreviviste por el oxígeno de otros besos
yo maduré en el báquico cotidiano
en el éxtasis de noches presa y exhausta
el suspiro de guerrero audaz
alienta la culpa remangada
la atroz confesión me carcome
y en el riachuelo de tus labios
llueve mi desencanto.
Reverberar tus ojos cerúleos
[se enmudece el canto]
bailas en las flamas del poema desaforado
afronto el duelo con disparos
la semblanza es mi derrota
mi desvarío quebranta el despertar
cuando el semblante es sometido
a desvanecerse en el rechazo
mi alfabeto sólo descifra tu llamado.
Hecatombe
Basium
Sé que el llanto se hierve
sobre una superficie cualquiera
es estéril para el consuelo
fermento y relámpago
te quise, vil enzima
como a mi carne;
te llevé al alma por miedo de perderte.
En la selva un río te ilumina
traspasa en la boca
una carga de electrones
tu piel remojada propagó mi hambre
me amordazaste con vituperios
desguazaste mi cuerpo
sobre las sábanas me pediste
el vértice de un beso
no adyacente ni complementario.
Venganza
Hic et nunc
Manos preciosistas de vana caricia
mi lengua y mano apercibida
nauta golpeado por el trueno
la paleolítica reina de las nieves
arranca del adiós las membranas.
Plomo con atroz resonancia
espigar no es segar
y en mi hambre de picos
mis garras ceñí a la piel
atormentada de llagas.
Después de muchos desvelos
encaré a la sombra
la até a una hoja en blanco
y ella imperativa,
atajó el puño con tinta
de allí surgió la implacable venganza.
Última plegaria al amor
Tempus fugit
El sutil arte de soñar perdura
una sombra quema el oráculo
mi inerme corazón
suplica tu ledo espejismo.
El vulgo exorciza nuestro regocijo.
Dejaste el incienso quemado
sobre el altar de mi pecho
la pavesa de una contemplación
me abruma
infundes vigor mientras la favila cae en mí
la mañana petrarquista
con doliente y frondosa angustia
anida las entrañas de lamento.