El aljibe y otros poemas de amor y desamor
El aljibe
El aljibe
el pozo
la fuente
el manantial
el arroyo
subterráneo
se desbordó
y hago agua
por todos mis costados
El tiempo nunca
se detuvo
y el aljibe
aquél que un día
se secó
ahora está lleno
se desbordó.
Recuerdos del Batoví
Un día de lluvia
pasé
rápido en un vehículo
frente al cerro
erguido
eterno
que conocí tanto
en mi joven
soledad
allí estaba
empapado
rezumante
verde
nada decía
nada
cómo rodeé su cima
cómo volé con las aves
de alas negras
igual que los
sueños negros atrapados
que escribí
en aquellas mañanas
de frío
las manos
hervían
hinchadas
llenas de espinas
el caballo pastaba
indiferente
con la silla
en la panza
aquel viejo
Zacarías
y su hijo
pequeño
el número veinte
de cara morena
y gorro de fieltro
la lluvia
pasa de largo
en su viaje
al mar
el cerro
sigue allí
a la vuelta
hola y chau
un saludo
para los que duermen
en el cementerio
de la cima.
De gurí escribía todo el tiempo
De gurí escribía todo
el tiempo
en las rocas del río
cerca del puente
de hierro
en el cerro de arenisca
refrita
por los antiguos
flujos de lava
o en la azotea de casa
mirando al este
hacia las afueras
de la ciudad
y la isla en el río
todo el tiempo
escribía
recorría el barrio
en bicicleta
y luego imaginaba
que era cosmonauta
por un sistema de lunas
miraba cuadros
a través del vidrio
de una galería
y luego en mi cuarto
escribía un poema
para cada uno de ellos
así nacían fantásticos
personajes dolientes
confusos
estrellados como girasoles
molinetes marcianos
El tiempo todo
lo abarcaba
y escribía sobre él
en mi cuarto soleado
mientras crecían
las plantas del acuario
y morían y nacían
los peces
Escribía sobre el tiempo
que grano a grano
estación a estación
marcaba el camino
de mi juventud
golondrinas
para octubre
gaviotas
para marzo
novias
para agosto
soledades
para mayo
Así pasaba el tiempo
la arena
que dejó
está en mis cuadernos
de poemas
que escribía
todo el tiempo
de gurí.
En el monte marino
Otra vez en el monte marino
el sol de febrero
nos recibe
el rancho
como una diosa
de las abejas
olvidada en una
caverna
cruje y se estremece
por el día
y por la noche
su tiempo es otro
mayor que el de los
pinos gruesos
que lo custodian
pero otra vez
en el monte marino
y el pequeño mundo
del rancho
sobre el médano
el pino torcido por suerte
aún mantiene
su inclinación
no más por favor
no caigas sobre la casa
pienso que entre ambos
se sostienen
donde falte uno
faltarán los dos
el tiempo igual
el de los granos
de arena
continúa su trabajo
la bomba gotea
la acacia sobre ella
tiene menos hojas
apenas durará
otro verano
el palo borracho
sin vino
que le rieguen
seguirá enano
y así como unas cosas
mueren
o dejan de crecer
hay otras que
aparecen
que no estaban
el verano pasado
una hilera de plantitas
de hojas circulares
de esas que crecen
en los bañados
acacias jóvenes
que descuidadas
nacieron en mitad
de los senderos
y todo un sinfín
de familias de arañas
que han colonizado
el baño y la cocina
pero como la memoria
el monte marino
nos guarda algunas marcas
para que no nos
extraviemos
y reconozcamos
el camino.
Así espero los sueños
En los sueños a veces
me encuentro con ellas
Converso en la fila del supermercado
y con algo tan sencillo
soy feliz
otras veces bailo y siento el contacto
la piel casi el perfume
de su cabello
Sé que son imaginerías
tapices que teje mi cerebro
paraísos como hologramas
que dibujo dormido
una colina verde mirando
al mar brillante de una tarde
de verano
Como mensajes esquelas
billetes guardados con cariño
entre mis libros
Así espero los sueños
de esa manera los recibo
abrazos caricias que me faltan
la complicidad de las ideas
y los pareceres
los aromas a tés a canela
a cardamomo y a miel de maple
Así espero los sueños
como el viajero que visita
una vez más
una estación de pueblo
y contempla la vía cubierta
por la hierba
y adivina el lento cruce
de las chircas y los arbustos
acaso también para esperar el silbato
del tren
un nuevo saludo desde una ventanilla
de un regreso esperanza
Pero no
sé que sólo sueños son
flotando en esferas
de traslúcidas cutículas
a orillas del mar de la memoria
Sueños que espero
como nereidas
como semillas voladoras
como esporas del musgo juliano
Sueños de la risa de los niños
del río congelado
y la mujer que espera
en el jardín de flores blancas
Lo sé
sé que es el bosque que reclama
el claro
la hiedra que vuelve a trepar el muro
mi cerebro que borda sus canciones
que sella los labios de la herida
Por eso espero cada noche a los sueños
los encuentros los bailes
el perfume de las flores
la pinocha húmeda y naranja
bajo mis pies descalzos.