Daniel Veloso

El aljibe y otros poemas de amor y desamor

 

 

 

 

 

El aljibe

 

El aljibe

el pozo

la fuente

el manantial

el arroyo

subterráneo

se desbordó

y hago agua

por todos mis costados

 

El tiempo nunca

se detuvo

 

y el aljibe

aquél que un día

se secó

ahora está lleno

se desbordó.

 

 

 

 

Recuerdos del Batoví

 

Un día de lluvia

pasé

rápido en un vehículo

frente al cerro

erguido

eterno

que conocí tanto

en mi joven

soledad

 

allí estaba

empapado

rezumante

verde

 

nada decía

nada

 

cómo rodeé su cima

cómo volé con las aves

de alas negras

igual que los

sueños negros   atrapados

que escribí

en aquellas mañanas

de frío

 

las manos

hervían

hinchadas

llenas de espinas

 

el caballo pastaba

indiferente

con la silla

en la panza

 

aquel viejo

Zacarías

y su hijo

pequeño

el número veinte

de cara morena

y gorro de fieltro

 

la lluvia

pasa de largo

en su viaje

al mar

el cerro

sigue allí

a la vuelta

hola y chau

 

un saludo

para los que duermen

en el cementerio

de la cima.

 

 

 

 

De gurí escribía todo el tiempo

 

De gurí escribía todo

el tiempo

en las rocas del río

cerca del puente

de hierro

en el cerro de arenisca

refrita

por los antiguos

flujos de lava

o en la azotea de casa

mirando al este

hacia las afueras

de la ciudad

y la isla en el río

todo el tiempo

escribía

recorría el barrio

en bicicleta

y luego imaginaba

que era cosmonauta

por un sistema de lunas

miraba cuadros

a través del vidrio

de una galería

y luego en mi cuarto

escribía un poema

para cada uno de ellos

así nacían fantásticos

personajes dolientes

confusos

estrellados como girasoles

molinetes marcianos

 

El tiempo todo

lo abarcaba

y escribía sobre él

en mi cuarto soleado

mientras crecían

las plantas del acuario

y morían y nacían

los peces

 

Escribía sobre el tiempo

que grano a grano

estación a estación

marcaba el camino

de mi juventud

 

golondrinas

para octubre

gaviotas

para marzo

novias

para agosto

soledades

para mayo

 

Así pasaba el tiempo

la arena

que dejó

está en mis cuadernos

de poemas

que escribía

todo el tiempo

de gurí.

 

 

 

 

En el monte marino

 

Otra vez en el monte marino

el sol de febrero

nos recibe

el rancho

como una diosa

de las abejas

olvidada en una

caverna

cruje y se estremece

por el día

y por la noche

 

su tiempo es otro

mayor que el de los

pinos gruesos

que lo custodian

pero otra vez

en el monte marino

y el pequeño mundo

del rancho

sobre el médano

 

el pino torcido por suerte

aún mantiene

su inclinación

 

no más por favor

no caigas sobre la casa

pienso que entre ambos

se sostienen

 

donde falte uno

faltarán los dos

 

el tiempo    igual

el de los granos

de arena

continúa su trabajo

 

la bomba gotea

la acacia sobre ella

tiene menos hojas

apenas durará

otro verano

 

el palo borracho

sin vino

que le rieguen

seguirá enano

 

y así como unas cosas

mueren

o dejan de crecer

hay otras que

aparecen

que no estaban

el verano pasado

 

una hilera de plantitas

de hojas circulares

de esas que crecen

en los bañados

 

acacias jóvenes

que descuidadas

nacieron en mitad

de los senderos

 

y todo un sinfín

de familias de arañas

que han colonizado

el baño y la cocina

 

pero como la memoria

el monte marino

nos guarda algunas marcas

para que no nos

extraviemos

y reconozcamos

el camino.

 

 

 

 

Así espero los sueños

 

En los sueños a veces

me encuentro con ellas

 

Converso en la fila del supermercado

y con algo tan sencillo

soy feliz

otras veces bailo y siento el contacto

la piel        casi el perfume

de su cabello

 

Sé que son imaginerías

tapices que teje mi cerebro

paraísos como hologramas

que dibujo dormido

una colina verde mirando

al mar brillante de una tarde

de verano

 

Como mensajes    esquelas

billetes guardados con cariño

entre mis libros

 

Así espero los sueños

de esa manera los recibo

abrazos   caricias que me faltan

la complicidad de las ideas

y los pareceres

los aromas a tés   a canela

a cardamomo y a miel de maple

 

Así espero los sueños

como el viajero que visita

una vez más

una estación de pueblo

y contempla la vía cubierta

por la hierba

y adivina el lento cruce

de las chircas y los arbustos

acaso también para esperar el silbato

del tren

un nuevo saludo desde una ventanilla

de un regreso     esperanza

 

Pero no

sé que sólo sueños son

flotando en esferas

de traslúcidas cutículas

a orillas del mar de la memoria

 

Sueños que espero

como nereidas

como semillas voladoras

como esporas del musgo juliano

 

Sueños de la risa de los niños

del río congelado

y la mujer que espera

en el jardín de flores blancas

 

Lo sé

sé que es el bosque que reclama

el claro

la hiedra que vuelve a trepar el muro

mi cerebro que borda sus canciones

que sella los labios de la herida

 

Por eso espero cada noche a los sueños

los encuentros    los bailes

el perfume de las flores

la pinocha húmeda y naranja

bajo mis pies descalzos.

Daniel Veloso Nació en Montevideo, Uruguay, el 10 de mayo de 1971. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UdelaR. Desde 2001 publica notas ... LEER MÁS DEL AUTOR