Daniel Samoilovich

Porto dos ossos

 

 

 

PORTO DOS OSSOS

L’angoisse de l’amour te serre le gosier
comme si tu ne devais jamais plus être aimé
Apollinaire, Zone

 

¿Pero cómo se hará de noche si la sombra

no sabe qué hacer contra el pulido

azul de la bahía?

Los cascos de los barcos ya están negros

y el cielo rayado de mástiles negros

y el agua todavía resplandece.

En el bar, siluetas

que la tarde cortó de su papel plateado

toman whisky y murmuran

en media docena de lenguas. Y tu botella

se va poniendo igual a todas las botellas;

ya no es posible leer las etiquetas.

¿Pero cómo se hará de noche

si la noche vacila

ante el escudo azul de la bahía?

Alguien tal vez venga nadando

de los barcos, y por la estela negra

que dejen sus brazadas invisibles

entre la noche al mar. Entonces sí,

antes que llegue el nadador

será de noche y se habrá abierto

la mano que en un puño tu corazón tenía.

(De La Ansiedad Perfecta, 1994)

 

 

 

HOMO GRAMMATICUS

 

“No me interesa viajar — dijo —. La gente

es en todas partes más o menos la misma, el arte

se ve mejor en postales y el paisaje… ¡ah, el paisaje!,

una gran estafa: todo es cuestión de desniveles

y más verde o menos verde. Y las combinaciones:

mucho verde visto desde muy arriba, muy poco verde

visto desde muy abajo. O bien: puros desniveles, verdes,

o grandes extensiones chatas y muy secas.

Eso es todo lo que hay para ver en el paisaje.”

Fue una revelación: las montañas subían y se derrumbaban,

los valles florecían y se agostaban con gracia abstracta,

y en esa sintaxis cubista, desdeñosa, todavía

era posible soñar. Y no es otra, creo, la idea del paisaje.

(De La Ansiedad Perfecta, 1994)

 

 

 

A UN POETA PERUANO

 

Te tomaste el trabajo de juntar

cada sustantivo con un adjetivo

adecuado, poético: “lánguido follaje”,

“veredas solitarias” y hablando

de los chicos “jilgueros traviesos”.

No quedó nada opaco, nada inútil,

nada que se resista a la interpretación.

Si Dios hubiera fabricado el mundo

con tu sistema, hubiera demorado

más del doble y el resultado no valdría

ni la mitad.

Y sin embargo, de tus versos malos

algo me queda en la cabeza:

el modo de crujir, machacar

el tiempo real cuando caminan.

(De Superficies Iluminadas, 1997)

 

 

 

EL PINTOR Y SU MUSA

 

Le criticaron que no hubiera

personas en sus cuadros: parecían minerales,

cosas tiradas al azar sobre el planeta

por un alma sombría.

Entonces los pobló de seres desgraciados,

mendigos, sans-culottes, muertos redivivos,

paranoicos, sin casa: pero para eso, dijeron,

daba lo mismo que no hubiera nadie;

aquella gente, seguían siendo dados

de un juego malvado, o peor,

indiferente a la maldad;

era su orgullo el que no permitía

que nadie normal, parado sobre sus pies,

entrara en sus cuadros.

Al fin se dio cuenta de lo tonto que había sido

escuchando a los críticos y no a su propia musa

que lo empujaba a la abstracción

como una fuerza impulsa a la trucha río arriba,

a los ingleses al mar, a los deseosos a apartarse

de la madre que los parió.

(De Superficies Iluminadas, 1997)

 

 

 

A UNA ESCRITORA

 

En la línea insegura que separa

el mar ceniciento del cielo ceniza

ves las luces de un barco:

las ves y luego no las ves, es un barco

fantasma, decís. Pero a tus palabras

las consume la fiebre del yo y tu frente

nunca me había parecido así de angosta.

Quiero ver esas luces o más bien

quisiera querer verlas:

pero no están y maldita

la falta que hacen,

poco a poco nos vamos volviendo

más oscuros que el mar y si de versos

se tratara, la música precisa

de este oleaje de plomo la pone

tu sombra queriendo poetizar

a la fuerza la bahía:

y las ostras de las que se dice

que son epítome del aburrimiento

tramando la perla de un instante

en su sopor helado, allá en el fondo.

(Un escritor que no escribe, dice Kafka,

es un tipo específico de monstruo;

falta poner que uno que sí escribe

también lo es.)

La luna

vuelve más blanca si cabe tu piel por la noche

y el desprecio no puede

apartarme de vos: no me importan

un pito tus sueños, pero arriba

brilla el carácter débil de tus sueños,

un trigrama de plata

estampado en el cielo nefasto.

(De Superficies Iluminadas, 1997)

 

 

 

PISO ALTO

 

Tengo miedo, dijiste, no hizo falta

que explicaras de qué.

Entonces yo debo haber hablado de la muerte

porque recuerdo citas, un par

de escritores de lengua alemana,

un proverbio italiano, rimado,

Horacio, Catulo y quién sabe

qué más. En mi recuerdo hablo

sin dudar, como leyendo en voz alta,

o como si alguien hablara por mí

mientras yo me sustraigo a tu atención

para pensar en otra cosa.

Nuestra ropa tirada por el piso

es una colección de excéntricos cadáveres,

rojos, verdes y grises, ahí

donde un asesino los dejó; y se escucha,

abajo, afuera, patinar

los autos en la calle mojada.

(De Superficies Iluminadas, 1997)

 

 

 

LOS DADOS HUECOS

 

Full, póker, full: pero estos dados, huecos,

a cada golpe nos llevan más lejos

de la tierra, a una órbita improbable.

Sobre la bandeja que cubierta

por una toalla apoyamos en la cama

ruedan los dados huecos. Lo que sale

parecen cinco ases. Pero no.

Como la gravedad, la suerte

está hambrienta de masa y aquí ninguna

de las dos encuentra qué comer.

(Más tarde, en la noche, la sospecha

de que esta falta de peso o negativa

o renuencia a pesar podría

ser el síntoma de una enfermedad

cuya causa apenas encubierta

seríamos nosotros o bien esta pieza

un poco siniestra de un hotel de provincia.

Nos damos cuenta que no somos ni seremos

felices juntos pero qué cretino este fantasma local

que, contra toda chance y buen sentido,

además nos hace sufrir.)

(De Superficies Iluminadas, 1997)

 

YA VOLVERÁN

 

Viene la madrugada con sus dedos rojos,

detrás viene rodando la mañana

 

como una epidemia de hepatitis A:

rueda sobre las casas suburbanas,

 

sobre las altas torres, la quema y el mar:

de este a oeste rueda: algunos demoran

 

en saber dónde están, otros entienden de inmediato:

algunos niños lloran: algunos adultos deberían llorar:

 

las estrellas agitan sus bracitos

en señal de despedida: ya volverán:

 

pero no todos los que ahora desperezan

seguirán vivos cuando asome la tarde.

(De Molestando a los demonios, 2009)

Daniel Samoilovich (Buenos Aires, Argentina, 1949). Ha publicado once libros de poemas; entre ellos, Las Encantadas, (Tusquets, Barcelona, 2003), ... LEER MÁS DEL AUTOR