Porto dos ossos
PORTO DOS OSSOS
L’angoisse de l’amour te serre le gosier
comme si tu ne devais jamais plus être aimé
Apollinaire, Zone
¿Pero cómo se hará de noche si la sombra
no sabe qué hacer contra el pulido
azul de la bahía?
Los cascos de los barcos ya están negros
y el cielo rayado de mástiles negros
y el agua todavía resplandece.
En el bar, siluetas
que la tarde cortó de su papel plateado
toman whisky y murmuran
en media docena de lenguas. Y tu botella
se va poniendo igual a todas las botellas;
ya no es posible leer las etiquetas.
¿Pero cómo se hará de noche
si la noche vacila
ante el escudo azul de la bahía?
Alguien tal vez venga nadando
de los barcos, y por la estela negra
que dejen sus brazadas invisibles
entre la noche al mar. Entonces sí,
antes que llegue el nadador
será de noche y se habrá abierto
la mano que en un puño tu corazón tenía.
(De La Ansiedad Perfecta, 1994)
HOMO GRAMMATICUS
“No me interesa viajar — dijo —. La gente
es en todas partes más o menos la misma, el arte
se ve mejor en postales y el paisaje… ¡ah, el paisaje!,
una gran estafa: todo es cuestión de desniveles
y más verde o menos verde. Y las combinaciones:
mucho verde visto desde muy arriba, muy poco verde
visto desde muy abajo. O bien: puros desniveles, verdes,
o grandes extensiones chatas y muy secas.
Eso es todo lo que hay para ver en el paisaje.”
Fue una revelación: las montañas subían y se derrumbaban,
los valles florecían y se agostaban con gracia abstracta,
y en esa sintaxis cubista, desdeñosa, todavía
era posible soñar. Y no es otra, creo, la idea del paisaje.
(De La Ansiedad Perfecta, 1994)
A UN POETA PERUANO
Te tomaste el trabajo de juntar
cada sustantivo con un adjetivo
adecuado, poético: “lánguido follaje”,
“veredas solitarias” y hablando
de los chicos “jilgueros traviesos”.
No quedó nada opaco, nada inútil,
nada que se resista a la interpretación.
Si Dios hubiera fabricado el mundo
con tu sistema, hubiera demorado
más del doble y el resultado no valdría
ni la mitad.
Y sin embargo, de tus versos malos
algo me queda en la cabeza:
el modo de crujir, machacar
el tiempo real cuando caminan.
(De Superficies Iluminadas, 1997)
EL PINTOR Y SU MUSA
Le criticaron que no hubiera
personas en sus cuadros: parecían minerales,
cosas tiradas al azar sobre el planeta
por un alma sombría.
Entonces los pobló de seres desgraciados,
mendigos, sans-culottes, muertos redivivos,
paranoicos, sin casa: pero para eso, dijeron,
daba lo mismo que no hubiera nadie;
aquella gente, seguían siendo dados
de un juego malvado, o peor,
indiferente a la maldad;
era su orgullo el que no permitía
que nadie normal, parado sobre sus pies,
entrara en sus cuadros.
Al fin se dio cuenta de lo tonto que había sido
escuchando a los críticos y no a su propia musa
que lo empujaba a la abstracción
como una fuerza impulsa a la trucha río arriba,
a los ingleses al mar, a los deseosos a apartarse
de la madre que los parió.
(De Superficies Iluminadas, 1997)
A UNA ESCRITORA
En la línea insegura que separa
el mar ceniciento del cielo ceniza
ves las luces de un barco:
las ves y luego no las ves, es un barco
fantasma, decís. Pero a tus palabras
las consume la fiebre del yo y tu frente
nunca me había parecido así de angosta.
Quiero ver esas luces o más bien
quisiera querer verlas:
pero no están y maldita
la falta que hacen,
poco a poco nos vamos volviendo
más oscuros que el mar y si de versos
se tratara, la música precisa
de este oleaje de plomo la pone
tu sombra queriendo poetizar
a la fuerza la bahía:
y las ostras de las que se dice
que son epítome del aburrimiento
tramando la perla de un instante
en su sopor helado, allá en el fondo.
(Un escritor que no escribe, dice Kafka,
es un tipo específico de monstruo;
falta poner que uno que sí escribe
también lo es.)
La luna
vuelve más blanca si cabe tu piel por la noche
y el desprecio no puede
apartarme de vos: no me importan
un pito tus sueños, pero arriba
brilla el carácter débil de tus sueños,
un trigrama de plata
estampado en el cielo nefasto.
(De Superficies Iluminadas, 1997)
PISO ALTO
Tengo miedo, dijiste, no hizo falta
que explicaras de qué.
Entonces yo debo haber hablado de la muerte
porque recuerdo citas, un par
de escritores de lengua alemana,
un proverbio italiano, rimado,
Horacio, Catulo y quién sabe
qué más. En mi recuerdo hablo
sin dudar, como leyendo en voz alta,
o como si alguien hablara por mí
mientras yo me sustraigo a tu atención
para pensar en otra cosa.
Nuestra ropa tirada por el piso
es una colección de excéntricos cadáveres,
rojos, verdes y grises, ahí
donde un asesino los dejó; y se escucha,
abajo, afuera, patinar
los autos en la calle mojada.
(De Superficies Iluminadas, 1997)
LOS DADOS HUECOS
Full, póker, full: pero estos dados, huecos,
a cada golpe nos llevan más lejos
de la tierra, a una órbita improbable.
Sobre la bandeja que cubierta
por una toalla apoyamos en la cama
ruedan los dados huecos. Lo que sale
parecen cinco ases. Pero no.
Como la gravedad, la suerte
está hambrienta de masa y aquí ninguna
de las dos encuentra qué comer.
(Más tarde, en la noche, la sospecha
de que esta falta de peso o negativa
o renuencia a pesar podría
ser el síntoma de una enfermedad
cuya causa apenas encubierta
seríamos nosotros o bien esta pieza
un poco siniestra de un hotel de provincia.
Nos damos cuenta que no somos ni seremos
felices juntos pero qué cretino este fantasma local
que, contra toda chance y buen sentido,
además nos hace sufrir.)
(De Superficies Iluminadas, 1997)
YA VOLVERÁN
Viene la madrugada con sus dedos rojos,
detrás viene rodando la mañana
como una epidemia de hepatitis A:
rueda sobre las casas suburbanas,
sobre las altas torres, la quema y el mar:
de este a oeste rueda: algunos demoran
en saber dónde están, otros entienden de inmediato:
algunos niños lloran: algunos adultos deberían llorar:
las estrellas agitan sus bracitos
en señal de despedida: ya volverán:
pero no todos los que ahora desperezan
seguirán vivos cuando asome la tarde.
(De Molestando a los demonios, 2009)