Cristina Peri Rossi

Las cerillas antes del incendio

 

 

No puedo cerrar mis puertas
ni clausurar mis ventanas:
he de salir al camino
donde el mundo gira y clama
Sara de Ibáñez

 

 

No es un secreto para los literatos, autores, profesores de literatura, editores, estudiantes, lectores, que el Uruguay posee la determinante y bella circunstancia que las mujeres en su historia poética han legado un coro maravilloso que se sigue desplegando en nuestro idioma. Los nombres de María Eugenia Vaz Ferreira con su Isla de los Cánticos, Delmira Agustini con El Rosario de Eros, Juana de Ibarbourou con Las Lenguas de Diamante, Susana Soca con En un país de la memoria, Sara de Ibáñez con su Canto a Montevideo, Idea Vilariño con sus Poemas de amor, Amanda Berenguer con su Declaración Conjunta, Gladys Castelvecchi con No más que un sueño, Selva Casal con sus Poemas de las cuatro de la tarde, Ida Vitale con sus Jardines Imaginarios, Circe Maia con La pesadora de perlas, Marosa di Giorgio con sus Papeles Salvajes, Mariella Nigro con su Mujer en Construcción, Silvia Guerra con Estampas de un tapiz, Claudia Magliano con Lo trágico es el olvido, Cristina Peri Rossi con sus Poemas de amor y desamor y así una pléyade de mujeres poetas de diversas épocas siguen avivando esa llama de lo poético femenino con fuerza, belleza y vertiginosidad.

La obra de Cristina Peri Rossi (Uruguay, 1941) en sus distintos géneros literarios ha sido difundida y traducida a varios idiomas.   En ella se conjugan el exilio, la consistencia, la militancia, el compromiso, la verdad, su verdad, sin máscaras y sin ambages.  Su poesía escudriña y apunta al goce del amor hasta en sus heridas, en sus deslaves, caídas, elevadas y exorcismos.  Posee la diafanidad del agua y la potencia de la vorágine:

Herida que queda, luego del amor, al costado del cuerpo.
Tajo profundo, lleno de peces y bocas rojas,
donde la sal duele, y arde el yodo

Es ese ardor que hace posible lo permanente, la memoria.  El dolor y la herida sin cerrar con su cardumen de saudades navegan por nuestras pieles y conducen a la extra sensorialidad.  La existencia y la condición de amante ante todo alcanza lo sublime en los centelleos, en las oscuridades:

Cuando entro
y estás poco iluminada
como una iglesia en penumbra
Me das un cirio para que lo encienda
en la nave central

Cristina Peri Rossi gusta de los contrastes, de los oxímoros, de los polos opuestos:

Ese amor murió
sucumbió
está muerto
aniquilado      fenecido
finiquitado
occiso               perecido
obliterado
muerto
sepultado
entonces,
¿por qué late todavía?

En una entrevista para el diario El mundo, se afirma:

“Me van a publicar toda mi poesía en Visor”, dice contenta. El editor, Chus Visor explica: “Queremos sacar el libro en diciembre, a ver si llegamos. Es que son casi 1.000 páginas en un solo volumen. Ahí estarán todos los libros, 12 ó 14.

La aparición de esta Poesía Completa será la oportunidad de valorar el corpus completo de su oficio poético, al cual se ha accedido anteriormente a través de libros individuales, antologías y publicaciones electrónicas.    La concesión del Premio Cervantes a su persona y a su obra tras una cadena formidable de reconocimientos en diversos ámbitos, es digna de celebración, por su valentía y su palabra; encontrarnos con su testimonio vivencial y literario es encontrarse como dice su poema Oración, con nuestros grandes amores; sus poemas son esos cerillos dispuestos a encenderse y a hablar como el huracán en el incendio.

 

Javier Alvarado
Villa María, 11 de noviembre de 2021

 

 

 

Poemas de Cristina Peri Rossi

 

 

Oración

 

Líbranos, Señor,

de encontrarnos

años después,

con nuestros grandes amores.

 

 

 

 

Bitácora

 

No conoce el arte de la navegación

quien no ha bogado en el vientre

de una mujer, remado en ella,

naufragado

y sobrevivido en una de sus playas.

 

 

 

 

R.I.P.

 

Ese amor murió

sucumbió

está muerto

aniquilado      fenecido

finiquitado

occiso               perecido

obliterado

muerto

sepultado

entonces,

¿por qué late todavía?

 

 

 

 

Erótica

 

Tu placer es lento y duro

viene de lejos

retumba en las entrañas

como las sordas

sacudidas de un volcán

dormido hace siglos bajo la tierra

y sonámbulo todavía

 

Como las lentas evoluciones de una esfera

en perpetuo e imperceptible movimiento

Ruge al despertar

despide espuma

arranca a los animales de sus cuevas

arrastra un lodo antiguo

y sacude las raíces

 

Tu placer

lentamente asciende

envuelto en el vaho del magma primigenio

y hay plumas de pájaros rotos en tu pelo

y muge la garganta de un terrón

extraído del fondo

como una piedra.

 

Tu placer, animal escaso.

 

 

 

 

Escoriación

 

Herida que queda, luego del amor, al costado del cuerpo.

Tajo profundo, lleno de peces y bocas rojas,

donde la sal duele, y arde el yodo,

que corre todo a lo largo del buque,

que deja pasar la espuma,

que tiene un ojo triste en el centro.

En la actividad de navegar,

como en el ejercicio del amor,

ningún marino, ningún capitán,

ningún armador, ningún amante,

han podido evitar esa suerte de heridas,

escoriaciones profundas, que tienen el largo del cuerpo

y la profundidad del mar,

cuya cicatriz no desaparece nunca,

y llevamos como estigmas de pasadas navegaciones,

de otras travesías. Por el número de escoriaciones

del buque, conocemos la cantidad de sus viajes;

por las escoriaciones de nuestra piel,

cuántas veces hemos amado.

 

 

 

 

La bacante

 

Allí, escondida en las habitaciones.

Ah, conozco sus gestos antiguos

la belleza de los muebles

el perfume que flota en su sofá

y su ira

que despedaza algunas porcelanas.

Husmea las flores encarnadas

las estruja nerviosamente

-esa belleza la provoca-

las rasga las lanza lejos

caen los doseles sobre el lecho

se pasea febril por las habitaciones

está desnuda y nada la sacia

abre cajones sin sentido

enciende el fuego en la chimenea

regaña a las criadas

y al fin temible, con el hocico temblando,

se echa desnuda en el sofá,

abre las piernas

se palpa los senos de lengua húmeda

mece las caderas

golpea con las nalgas en el asiento

ruge, en el espasmo.

 

 

 

 

Manual del marinero

 

Llevados varios días de navegación

y por no tener nada que hacer

estando la mar en calma

los recuerdos vigilantes

por no poder dormir,

por llevarte en la memoria

por no poder olvidar la forma de tus pies

el suave movimiento de ancas a estribor

tus sueños iodados

peces voladores

por no perderte en la casa del mar

me puse a hacer

un manual del marinero,

para que todos supieran cómo amarte, en caso de naufragio,

para que todos supieran cómo navegar

en caso de maniobras

y por si acaso

hacer señales

llamar con la o que es roja y amarilla

llamarte con la i

que tiene un círculo negro como un pozo

llamarte desde el rectángulo azul de la ese

suplicarte con el rombo de la efe

o los triángulos de la zeta,

tan ardientes como el follaje de tu pubis.

Llamarte con la i

hacer señales

alzar la mano izquierda con la bandera de la ele,

subir ambos brazos para dibujar

-en el relente nocturno-

las dulzuras lúgubres de la u.

 

 

 

 

Reminiscencia

 

No podía dejar de amarla porque el olvido no existe

y la memoria es modificación, de manera que sin querer

amaba las distintas formas bajo las cuales ella aparecía

en sucesivas transformaciones y tenía nostalgia de todos los lugares

en los cuales jamás habíamos estado, y la deseaba en los parques

donde nunca la deseé y moría de reminiscencias por las cosas

que ya no conoceríamos y eran tan violentas e inolvidables

como las pocas cosas que habíamos conocido.

 

 

 

 

Cabina telefónica 1975

 

El exilio es tener un franco en el bolsillo

y que el teléfono se trague la moneda

y no la suelte

-ni moneda, ni llamada-

en el exacto momento en que nos damos cuenta

de que la cabina no funciona.

 

 

 

 

Vía Crucis

 

Cuando entro

y estás poco iluminada

como una iglesia en penumbra

Me das un cirio para que lo encienda

en la nave central

Me pides limosna

Yo recuerdo las tareas de los santos

Te tiendo la mano

me mojo en la pila bautismal

tú me hablas de alegorías

del Vía Crucis

que he iniciado

-las piernas, primera estación-

me apenas con los brazos en cruz

al fin adentro

empieza la peregrinación

muy abajo estoy orando

nombro tus dolores

el dolor que tuviste al ser parida

el dolor de tus seis años

el dolor de tus diecisiete

el dolor de tu iniciación

muy por lo bajo te murmuro

entre las piernas

la más secreta de las oraciones

Tú me recompensas con una tibia lluvia de tus entrañas

y una vez que he terminado el rezo

cierras las piernas

bajas la cabeza

cuando entro en la iglesia

en el templo

en la custodia

y tú me bañas.

 

 

 

 

Oír a Bach

 

Oír a Bach

es un insulto

si por mi puerta entran

los más diversos crímenes de la Historia

las más famosas infamias

la desgracia de mi madre

y este amor

que se cae como un espejo

tumbado por el viento.

 

 

 

 

Palabra

 

Leyendo el diccionario

he encontrado una palabra nueva:

con gusto, con sarcasmo la pronuncio;

la palpo, la apalabro, la manto, la calco, la pulso,

la digo, la encierro, la amo, la toco con la yema de los dedos,

le tomo el peso, la mojo, la entibio entre las manos,

la acaricio, le cuento cosas, la cerco, la acorralo,

le clavo un alfiler, la lleno de espuma,

 

después, como a una puta,

la echo de casa.

 

 

 

 

Cautiverio

 

Ah qué mórbida

te mueves

puma

pugnas

por atravesar

la jaula del jardín

donde te he encerrado

entre espejos fríos

para que no te vayas,

para hacer poesía.

 

 

 

 

Ca Fosgari

 

Te amo como mi semejante

mi igual mi parecida

de esclava a esclava

parejas en la subversión

al orden domesticado

Te amo esta y otras noches

con las señas de identidad

cambiadas

como alegremente cambiamos nuestra ropa

y tu vestido es el mío

y mis sandalias son las tuyas

Como mi seno

es tu seno

y tus antepasadas son las mías

Hacemos el amor incestuosamente

escandalizando a los peces

y a los buenos ciudadanos de este

y de todos los partidos.

A la mañana, en el desayuno,

cuando las cosas lentamente vayan despertando

te llamaré por mi nombre

y tú contestarás

alegre,

mi igual, mi hermana, mi semejante.

 

 

 

 

Después

 

Y ahora se inicia

la pequeña vida

del sobreviviente de la catástrofe del amor:

hola, perros pequeños,

hola, vagabundos,

hola, autobuses y transeúntes

Soy una niña de pecho

acabo de nacer

del terrible parto del amor

Ya no amo

Ahora puedo ejercer en el mundo

inscribirme en él

soy una pieza más del engranaje

Ya no estoy loca.

Cristina Peri Rossi (Montevideo, Uruguay, 1941). Premio Cervantes 2021, se ha convertido en una poeta imprescindible para cualquier lector de poesía. Tras habe ... LEER MÁS DEL AUTOR