La arcilla de Eva
(Traducción al español de Emilio Coco)
APARICIÓN
Hermosa –no sé de qué, quizá del aire
algo florentino del barrio–
vas asesina como bala
rasante a riesgo de arrollarme.
Blasfemo en pos de ti contra el oficio
–formativo y familiar–
que ejerce en la zona tu madre.
Pero tú te vas
como si esa alabanza
no fuera dirigida a ti
o merecida
y te desvías
con una pirueta en el semáforo.
Tengo los ojos polarizados
sobre tu nuca rubia sin casco
que se aleja prospectivamente
en las vías del tranvía
y el corazón, quién sabe por qué,
–amazona inurbana–
como los tranvías de hace tiempo
repica,
blandas las manos
las rodillas inciertas
la lengua cohibida y retraída.
UN CUCHILLO EN LA MIEL
Una escama dorada cubre
el regazo sin sal
del mar de enero.
Se alarga el río en el golfo vidriado
como una lengua en la miel.
Apuñala con frialdad al azul
la estela de hielo de un Phantom.
Como un cuchillo en la miel
hundes en mi corazón tu mirada.
JESSICA, QUE LEVANTÁNDOTE…
Jessica, que levantándote
sobre tus larguísimas piernas
asombras a la mañana…
Está como suspendida en el agua
tu andadura
y el paso de otra mujer
oblitera y supera sin saberlo.
Jessica
que levantándote sin inocencia
sobre tus altísimas piernas
paras el despertar a medias
y detienes como rehén al sueño.
HECHIZO
Lozanos y ondulantes como espigas
se yerguen tus pechos enfurruñados.
Sinuosas como recodos de un río
tus caderas encierran la ola
dulcemente fluyente del vientre
hasta el golfo huraño del pubis.
Tus largas piernas tercas
se tuercen, patean, se deslizan
hasta la rendición jadeante e impúdica,
que sólo un relámpago en tus ojos revela.
Nunca te he visto reír
sino con otros;
y haces pasar la vida
sin llamarme.
Sí, sabes el álgido arte de negarte.
Y sabes desmemorizar en el acero
el azul violeta de tus ojos.
Sí, sabes el arte consciente de negarte;
pero en tu mirada que me evita siento
que de nuevo se adensa
–y todo oscurece–
aquel delirio que vuelve casi exangües,
por más que los aprietes,
tus labios.
APNEA
Igual que estos días de siroco
tu piel de seda encerada.
Cigarras enloquecidas chirrían
en el halo de luz de las farolas.
Cabezas de familia obesos, en camiseta,
comadrean en los balcones.
Cloroformiza los músculos oculares
sin traer el sueño
esta larga noche de siroco.
Se remansa en los hospitales agosteños
el humo de las reformas
y envileciendo a los camilleros se mezcla
con el acre olor a orina de los viejos.
Tal vez, si tuviese a mi lado una cabrita
–una de esas que hacen compañía
a los purasangres en los boxes–
podría pacer los pastos del sueño,
con la cabeza gacha como nos abrevamos
en el fluir sin origen del Leteo.
Como estas noches sudorosas
tus manos apáticas.
Zarpar, despegar
de esta atmósfera erizada.
O mejor, si supiera fabricarme
yo mismo el oxígeno,
me retraería en la corteza como un árbol.
¡Olivos roqueños de Calabria
con las arterias jaspeadas
torcidos en las raíces
como tótems vivientes!
Tu respiración me oprime en los pulmones.
Se elevan buscando el aire los eucaliptos
y gimen agitándose por el insomnio.
Hasta la salida del sol será
un punto geométrico indeterminado
mi ubi consistam.
Se blanquea apenas el cielo en el cuadrado
de la puerta-ventana abierta de par en par.
Para todos, también para los casados,
una vez más se levanta
el velo sagrado de la elevación.
Un temblor hace ondear los eucaliptos.
Un escalofrío recorre la grupa
de los purasangres encerrados en los boxes.
Claro, si no te veo
de ti puedo negar la existencia
como del aire o del tiempo o del amor.
Pero mi autonomía es limitada:
carente de tu respiración
más allá del ocaso en apnea no aguanto.
LA ARCILLA DE EVA
Pálidas palomas
dejan en su vuelo nocturnos refugios
en los ladrillos huecos y bajo los tejados.
Con los codos apoyados para no asomarme,
fríos de piedra el alba y el alféizar.
Columbario de nichos durmientes
se despeja, enyesada, y con cautela
levanta la manta del despertar,
para no descubrirse sola,
la ciudad.
Resbalan de tu cuerpo de delfín
de tus caderas enfundadas,
mis cordones.
Sólo hasta que llegue el día
puedo extraerte aún de la costilla;
puedo, por una noche,
darte todavía forma,
así par coeur
con la arcilla de Eva.
Te impongo una máscara de cera
que endulce el tallado de tu rostro.
Te remodelo los hombros estatuarios
suavizo con largas caricias
y flexiono la soberbia de las piernas.
Pero no llega a mis manos un cincel
tan cortante para mellar tu alma,
que llevas alisada como un guijarro.
BYPASS
También esta mañana, abriendo la ventana,
aquella privación indefinida.
Sólo un instante después me doy cuenta,
al refregarme los ojos, de lo que falta:
sí, Roma es hermosa pero le falta el mar.
Navidad. En este día
para los creyentes se cumple el adviento;
los unos y los otros se aprestan a esquiar.
Como un vivac al amanecer
mi espera de ti.
Faltan siete días para el nuevo año
y otros siete para tu regreso.
Aún más, si hago la cuenta al revés
como a veces en los sueños inacabados.
Glissez, mortels…
Quizá tendría que hacerme un bypass
para bypasar el tiempo que no pasa.
INTERVALOS
No existen notas
sin silencios
trenes sin estaciones
vuelos sin aterrizajes
sueños sin despertares
inspiraciones sin espiraciones
palabras de amor
sin espacios blancos.