

Presentamos dos textos claves del reconocido poeta del sur de Chile.
Clemente Riedemann
EL HOMBRE DE LEIPZIG
El padre del padre de mi padre
traía todo el mar en sus mejillas.
No trajo papeles ni osamentas.
Le quitaron su historia en las aduanas
y venía de lejos.
Al llegar, sólo la niebla,
pañal de maíz para envolver
los viejos barcos de madera:
la “Steinward”, el “Hermann”,
el bergantín “Susanne” y el “Alfred”.
Todos buscando el paraíso.
Para todos, desengaño y selva.
(El daguerrotipo muestra a unas
familias apiñadas y sin saber
a qué atenerse. Allí dormitan en el
suelo el hacedor de calamorros
y la mujer del peluquero.
También, un niño con paperas)
¡Oh viejos barcos de madera!
¡Oh germánicos famélicos!
Les prometieron la tierra
pero la tierra tenía dueños falsos.
Falsas estacas de papel
y no auténticos rewes milenarios.
El padre del padre de mi padre
hubo de hablar en otra lengua,
gotear, de nuevo, el semen
de la aurora. A fundar cosas
es que vino el hombre de tan lejos.
Corral, después de un siglo
pronuncio tu nombre en la mañana.
Estoy de pie sobre una lancha
arrojando trozos de carne podrida
a las gaviotas.
Por aquí entró en América
el perseguido, uno que no fue
rico ni famoso, sino bello. Porque
bello es todo cuanto sigue siendo,
a pesar de la muerte, el deterioro
y el olvido.
El hombre de Leipzig, el carpintero,
me trajo a tierra en el lápiz de su oreja,
de donde he bajado
para organizar el mundo
con palabras.
MOBY DICK
¿Qué haces varada en esta playa del fin del mundo, Moby Dick? ¿Qué le ha ocurrido a tu famosa torre de control?
¿Ingeriste el veneno plástico, el plancton químico, la sardina enferma? ¿Echaste en tu panza el krill podrido y en tus vejigas el aire negro de Ventanas?
¿Cómo estás tan oscura, Moby Dick? ¿Te han untado con el petróleo derramado por las refinerías o por los barcos encallados a propósito para cobrar los seguros?
Escúchanos, Moby Dick: mueve tu gran culo sobre la arena y regresa al mar que te dio origen. Vuelve a ser la ballena blanca que nos sumerge en el mundo de los sueños.
Oye, reina de Melville, macho o hembra, monumento del océano: llévanos sobre tu lomo y ayúdanos a recuperar la sal y el agua que nos ha sido arrebatada.