Anotaciones para un Apocalipsis
Poesía brasileña contemporánea
Traducción, selección y notas de Leo Lobos
ANOTACIONES PARA UN APOCALÍPSIS
(Publicado en Anotações para um Apocalipse, 1964)
I
La Fiera volverá, con su rostro de trenzas de plata, desnuda sobre el mundo. La Fiera volverá, metálica en la convulsión de las tempestades, musgosa como la noche de los jarrones de sangre, fría como el pánico de las arenas menstruadas y la ceguera fija contra un reloj antiguo. Un sueño asirio, es nuestra dimensión. Un cráneo amargo, velando con la inconstancia del sarcasmo en medio de emboscadas de insectos, un cráneo azul y surcado, a la ventana en los momentos de espera, un cráneo negro y fijo, separado de las manos que lo amparan por tubos y esfumando los bronquios de la memoria – así se solidificaran las vertiginosas jugadas sobre el barro divino. El incesto es una tempestad de lunas gelatinosas y la más bella aspiración de los miembros disociados. En cada órbita una avalancha de campanas fértiles y de arcángeles terrestres por la sombra. El incesto es el sueño de una matriz convulsiva y la más profunda ansia de las cigarras. Vulvas de cemento armado y urnas ensangrentadas, vaginas impasibles contra un cielo de terciopelo, guardianes de océanos imposibles. Millones de láminas sirven de puente para los deseos obscuros – la más afilada traba a nuestra Verdad.
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VISIÓN PARÍS 1968 AÚN INVIERNO
– fragmento –
(Publicado en Días Circulares – 1976)
los árboles son tentáculos fijados al suelo por el invierno
los perros de las madames se localizan en el instante
las palomas son querubines confusos en su materialización
el cielo un cobertor eléctrico
atrayendo todos los fragmentos del hielo
el margen del río un punto de interrogación
los barqueros una mirada delante del aullido del abismo
los pasantes armaduras atónitas
la multitud es el grito que traspasa el corazón del jabalí
a cada momento el sentido de la vertical se torna más agudo
hasta rodearnos, estimular, dominar
en un mismo flujo alucinado
correría de personas sin saberes de fin a comienzo
con miedo de correr el riesgo de encontrarse
en las paredes eléctricas
de las casas es verdeadas
voraces en su ambigüedad
peligrosas en sus devaneos
cada canto oculta un paraguas en ristre
y no sabemos si es encima o en bajo
contraída por los tentáculos del metro
o pegada en el cielo detentor del frío
que se esconde en la mujer
responsable por las súplicas micro cósmicas
imperceptibles para quien no posee el sentido eléctrico de las cosas
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¿La crítica literaria alguna vez “reflexionó”, dio cuenta adecuadamente, de la producción poética de su tiempo?
Por Claudio Willer
¿La crítica literaria alguna vez “reflexionó”, dio cuenta adecuadamente, de la producción poética de su tiempo? Recordemos: crítica literaria, tal como la conocemos hoy, comienza con Sainte-Beuve y sus “Nouveux Lundis”. A pesar de que Baudelaire se relacionó con Sainte-Beuve y hasta le dedicó un poema, el crítico jamás le dio atención. Lo máximo que dijo de “Las Flores del Mal”, y eso en 1862, fue que se trataba de un “Kamchatka romántico” y un “quiosco singular”. Los que dijeron algo que valiera la pena sobre Baudelaire fueron poetas en 1865, Verlaine y Mallarmé, seis años después, Rimbaud. Los críticos-poetas, los Ezra Pound, T. S. Eliot, Breton, esos sí, pudieron observar lo que, literariamente, pasaba a su alrededor. Un libro de calidad “El Castillo de Axel” (1931), de Edmund Wilson, lleva a concluir que sí, que los críticos consiguen entender poesía – pero a posteriori, retrospectivamente, y caminando sobre las huellas de los poetas (la lectura de Wilson del simbolismo le debe, de modo evidente, aquella cuestión a Eliot). Simbolismo brasileño: ¿Cuándo fue que la crítica se dio cuenta? Jamás, hasta hoy, salvo excepciones. Sí, las observaciones precisas de Augusto de Campos sobre Kilkerry – pero no se trata de un crítico en el sentido estricto, pero sí de un poeta-crítico – ahora, imaginemos si Kilkerry fuese francés, o si André Breton fuese brasileño: en cualquiera de esos casos, habría sido puesto por Breton en el mismo patamar en que el surrealista situó a Saint-Pol-Roux y Charles Cros, o aún encima (desconfío que Kilkerry es mejor que Saint-Pol-Roux y Charles Cros). ¿Excepciones? Sí, claro que sí – Antonio Cândido sobre João Cabral de Melo Neto, con certeza – Leo Gilson Ribeiro sobre Hilda Hilst – pero, si vamos a reexaminar el conjunto de la producción de crítica sobre poesía, cuanta irrelevancia y cuanta omisión no va a aparecer. Eso, recordando más una vez que Paranoia de Roberto Piva, publicado en 1963, comenzó a tener una fortuna crítica decente a partir de 2000. Es evidente que eso justifica toda y cualquier manifestación de desconfianza con relación a la crítica y su lectura de la creación poética contemporánea.