Claudia Vázquez

Antes que hable la noche

 

 

 

 

 

CASA DE PIEDRA

 

La casa esta quieta

todo lo demás es desgarradura

 

lo que se mueve adentro

lo que se muere adentro

es el yeso que cae.

 

El cemento se abre

como una cajita musical sin ninguna bailarina.

 

Esta casa se desarma

como el sueño que acontece en el cuerpo

 

se desarma

en el abrazo de la madre muerta

 

se desarma

en el abandono del padre.

 

Esta casa se deshace

cada hueso ruge

y sobre todo la mente

(una pastilla ahora

y otra en media hora)

 

en el cajón de la mesa de luz

ella junta cajitas y blíster vacíos.

A veces los cuenta.

 

Esta casa se abre

se hunde en la porción de agua

que guarda el sótano.

Esa vía de agua

que se tragó la bicicleta verde

con las rueditas de atrás levantadas

el Ford T amarillo a pedales

algunas sillas rotas

un par de patines de los años setenta

y mis doce años.

 

Esta casa

se sostiene

en el ladrido de los perros

en la niebla de tanto cigarrillo.

 

Esta casa

se cierra como una profecía

 

el cajón de la mesa de luz abierto

cuarenta y tres blíster vacíos

once cajitas

y una bailarina que no encuentra la música.

 

 

 

 

EL HUECO DE LA ESCALERA

 

Lo que oculta la angustia

es lo irreparable

lo ausente.

Lo que se guarda debajo de lo guardado.

 

¿Qué priorizar

cuando lo inmediato

es levantar el cuerpo, ponerse los zapatos,

deshacer la cama?

 

En la mañana

yo dormía

tocaba el último límite

 

el quiebre.

 

 

 

 

COCINA I

 

Casi pálida

la lluvia está en la tarde

 

casi silencio

 

ella vendrá en un rato

con el sigilo de las cosas

que guardan los armarios

con ese olor a merienda

con la nostalgia de algo

que no sabe.

 

 

 

 

PARED

 

Hay una pared,

la pared del comedor,

la que llevo puesta

en los ojos

en el primer bocado de la noche.

 

Ella tiene una herida

una hendidura que la atraviesa.

 

Esa desgarradura

abre dos orillas.

En el medio

un caño de luz oxidado

que baja como una arteria muerta.

 

La pared del comedor

es el hambre

lo deshabitado de la sed.

 

La desgarradura

de la pared del comedor

revela un camino

el Mar Rojo abierto

la humedad en sus sequedades.

 

La desgarradura

llega hasta el suelo

toca el nervio del zócalo

se pierde debajo de mis pies

se retuerce en la tierra

se clava en la raíz.

Sangra.

 

 

 

 

ANTES QUE HABLE LA NOCHE

 

Esos restos

que se juntan debajo de la lengua

trocitos de nuez

humo

pequeñas palabras

(para no decirlas nunca)

 

Esos restos

se parecen

a la espera en los hospitales

al tiempo detenido en los trenes

 

ese tiempo que nos deja

quieta la mirada

en cualquier cosa

para poder soportar

lo inmóvil

 

 

 

 

PATIO

 

Deshacer la noche

despacio

como el sigilo de los monjes

cuando rezan.

 

Abrir un hueco para ocultarse

 

escribir para no escribir

 

en mi cabeza

unas pocas palabras

 

un suceso que arrastra

la inmovilidad.

 

No olvidarme de regar las plantas

las ventanas hay que cerrarlas

antes que llegue la noche

y las puertas

por las dudas

por si algún desconocido

se le ocurriera

entrar de asalto

 

por si algún conocido

se le ocurriera entrar

y quedarse para siempre.

 

No vale esconderse debajo de la cama

es el primer lugar

donde buscamos

cuando jugamos a las escondidas.

 

No vale lanzar la piedra fuera de la casa

para llegar al cielo

la piedra debe caer en los cuadraditos

o al menos rozar la línea que separa

 

quedarse del lado de adentro

es lo conveniente

afuera llueve

el olor a azufre que llega

desde la fábrica

se mete en la garganta

hasta ahogar

lo que queda del juego

 

saltar

saltar

me duele la rodilla de solo pensarlo.

 

Uno dos tres

cigarrillo cuarenta y tres.

Me doy vuelta

no hay nadie

solo el vacío

de sombras detenidas

en el patio, en la vereda

a la intemperie

de un silencio desconocido

 

de un silencio

que guarda la sangre

que trenza la sangre

 

Ya es hora de encender la cocina

hacer un gran fuego

para calentar la noche

quemar muchos papeles

meter las manos

hasta que el cuerpo se deshaga.

 

 

 

 

VESTIDOR

 

Probarme vestidos

pantalones

blusas que ya no cierran.

 

Probarme madrugadas

dolores

vestigios de excesos.

 

En la memoria

hay un jardín.

 

Probarme en el cuerpo

lo desnudo.

 

Claudia Vázquez Nació en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, Argentina.  En su adolescencia comenzó su camino por la poesía.  Se formó en diferente ... LEER MÁS DEL AUTOR