Antes que hable la noche
CASA DE PIEDRA
La casa esta quieta
todo lo demás es desgarradura
lo que se mueve adentro
lo que se muere adentro
es el yeso que cae.
El cemento se abre
como una cajita musical sin ninguna bailarina.
Esta casa se desarma
como el sueño que acontece en el cuerpo
se desarma
en el abrazo de la madre muerta
se desarma
en el abandono del padre.
Esta casa se deshace
cada hueso ruge
y sobre todo la mente
(una pastilla ahora
y otra en media hora)
en el cajón de la mesa de luz
ella junta cajitas y blíster vacíos.
A veces los cuenta.
Esta casa se abre
se hunde en la porción de agua
que guarda el sótano.
Esa vía de agua
que se tragó la bicicleta verde
con las rueditas de atrás levantadas
el Ford T amarillo a pedales
algunas sillas rotas
un par de patines de los años setenta
y mis doce años.
Esta casa
se sostiene
en el ladrido de los perros
en la niebla de tanto cigarrillo.
Esta casa
se cierra como una profecía
el cajón de la mesa de luz abierto
cuarenta y tres blíster vacíos
once cajitas
y una bailarina que no encuentra la música.
EL HUECO DE LA ESCALERA
Lo que oculta la angustia
es lo irreparable
lo ausente.
Lo que se guarda debajo de lo guardado.
¿Qué priorizar
cuando lo inmediato
es levantar el cuerpo, ponerse los zapatos,
deshacer la cama?
En la mañana
yo dormía
tocaba el último límite
el quiebre.
COCINA I
Casi pálida
la lluvia está en la tarde
casi silencio
ella vendrá en un rato
con el sigilo de las cosas
que guardan los armarios
con ese olor a merienda
con la nostalgia de algo
que no sabe.
PARED
Hay una pared,
la pared del comedor,
la que llevo puesta
en los ojos
en el primer bocado de la noche.
Ella tiene una herida
una hendidura que la atraviesa.
Esa desgarradura
abre dos orillas.
En el medio
un caño de luz oxidado
que baja como una arteria muerta.
La pared del comedor
es el hambre
lo deshabitado de la sed.
La desgarradura
de la pared del comedor
revela un camino
el Mar Rojo abierto
la humedad en sus sequedades.
La desgarradura
llega hasta el suelo
toca el nervio del zócalo
se pierde debajo de mis pies
se retuerce en la tierra
se clava en la raíz.
Sangra.
ANTES QUE HABLE LA NOCHE
Esos restos
que se juntan debajo de la lengua
trocitos de nuez
humo
pequeñas palabras
(para no decirlas nunca)
Esos restos
se parecen
a la espera en los hospitales
al tiempo detenido en los trenes
ese tiempo que nos deja
quieta la mirada
en cualquier cosa
para poder soportar
lo inmóvil
PATIO
Deshacer la noche
despacio
como el sigilo de los monjes
cuando rezan.
Abrir un hueco para ocultarse
escribir para no escribir
en mi cabeza
unas pocas palabras
un suceso que arrastra
la inmovilidad.
No olvidarme de regar las plantas
las ventanas hay que cerrarlas
antes que llegue la noche
y las puertas
por las dudas
por si algún desconocido
se le ocurriera
entrar de asalto
por si algún conocido
se le ocurriera entrar
y quedarse para siempre.
No vale esconderse debajo de la cama
es el primer lugar
donde buscamos
cuando jugamos a las escondidas.
No vale lanzar la piedra fuera de la casa
para llegar al cielo
la piedra debe caer en los cuadraditos
o al menos rozar la línea que separa
quedarse del lado de adentro
es lo conveniente
afuera llueve
el olor a azufre que llega
desde la fábrica
se mete en la garganta
hasta ahogar
lo que queda del juego
saltar
saltar
me duele la rodilla de solo pensarlo.
Uno dos tres
cigarrillo cuarenta y tres.
Me doy vuelta
no hay nadie
solo el vacío
de sombras detenidas
en el patio, en la vereda
a la intemperie
de un silencio desconocido
de un silencio
que guarda la sangre
que trenza la sangre
Ya es hora de encender la cocina
hacer un gran fuego
para calentar la noche
quemar muchos papeles
meter las manos
hasta que el cuerpo se deshaga.
VESTIDOR
Probarme vestidos
pantalones
blusas que ya no cierran.
Probarme madrugadas
dolores
vestigios de excesos.
En la memoria
hay un jardín.
Probarme en el cuerpo
lo desnudo.