Postergación de la luz y otros textos
Del Popol-Vuh
Voz del maya-quiché volando sobre siglos:
En la época de la creación del hombre,
– los hombres de madera
después que fracasaron los de barro –
hubo una rebelión de animales y cosas
en contra de sus dueños.
«Nos quemaban «, decían las ollas y sartenes
en la cocina. «Nos golpeaban la cara «
decían las piedras de moler.
«Nos echaban afuera «, decían los perros.
Y ahora golpearemos, quemaremos
y echaremos afuera.
Los hombres de madera fueron aniquilados.
No tuvieron refugio.
Sus propias casas se cerraban
y los dejaban fuera.
¿No volverá otra vez la rebelión? ¿No sientes
que a veces se prepara?
¡Fuera! dicen las cosas y se cierran.
¡Fuera! ,dice el ojo del agua
y está velado, opaco.
Y cae una luz agria
sobre todas las cosas
enemigas y ajenas
Postergación de la luz
(De la antología de poesía indígena de Ernesto Cardenal)
Los indios Koguis en Colombia
hablan de nueve mundos… Antes del nuestro
hubo, pues, ocho mundos misteriosos
habitados por seres-pensamiento
que no eran todavía muy reales.
En el primer mundo sólo estaba la Madre,
el Agua-Madre: oscuridad, silencio.
Pero no era nada ni nadie. Era sólo
pensamiento y memoria.
En los primeros mundos no hubo huesos ni sangre
-la creación avanza lentamente-.
Los progresos del cuarto al quinto mundo
son bastante importantes
pero no decisivos.
En el cuarto, ya hay alguien que sabe que habrá hombres
y hombres hay en el quinto, pero muy incompletos:
Les fue ordenado hablar
pero sólo decían: noche, noche.
Los mundos tienen padres y madres diferentes
y ellos son creadores de seres imperfectos.
Hay pequeños progresos
pero la luz demora;
ya vamos por los últimos
-el octavo y el noveno-
y –“aún no había amanecido.”
La luz, de ser primera,
ha pasado a ser última.
Y acá estamos
en quién sabe qué mundo
esperando que cesen los golpes de tiniebla.
Panambí Morotí
con Gabriel Bell y Elisa
Un amigo me cuenta sobre los lepidópteros
-mariposas, polillas-.
Unas vuelan de día y son brillantes.
Las otras por las noches
y son opacas.
Pero hay excepciones:
hay polillas de color brillantísimo
y algunas mariposas
son deslucidas.
Las antenas, en cambio,
son diferentes.
Hay que mirar, entonces, las antenas.
Unas como palos de golf invertidos,
las otras tienen puntas, o con formas de plumas.
-¿Y en cuanto la hermosura?
Joyas volantes, dice.
pero no es fácil verlas.
Panambí morotí, la mariposa blanca,
más bien aguamarina,
delicada y sutil, como una gota
del Océano Ártico.
Con cuerpo diminuto, con alas gigantescas,
revolotea sobre las coronillas.
El color no parece de este mundo y vuelan lentas
como planeando, como hadas en los bosques.
Mi nieta arruga la nariz: No me gustan
las mariposas –dice-.
La cabeza y el cuerpo son horribles.
Feos, como los cuerpos de gusanos.
(En sus lejanos montes
la panambí morotí sigue volando.
no la tocan palabras ni miradas.)
Sobre textos de Franz Kafka
I
(Apariencias)
porque somos como troncos
tendidos en la nieve:
Un empujón, parece,
haría que rodaran.
Pero no es así. Están muy afirmados
en la nieve.
_Cuidado, porque esa impresión
también es aparente.
II
(Odradek)
No es una flor ni un pájaro.
No es ningún animal, ninguna planta.
Existe como un pequeño ovillo con hilos enredados
y algunas maderitas, sobre las que se para.
Puedes hablarle. No siempre te contesta.
Está en algún rincón de la casa: un peldaño
de la escalera, apenas visible.
Como es tan pequeño
te diriges a él como a un niño y preguntas:
-¿Cómo te llamas?
-Odradek, te contesta.
-¿Y dónde vives?
-Domicilio desconocido, dice, y luego ríe.
Esta risa es muy rara porque Odradek no tiene
pulmones, de modo que su risa
suena más bien como el rumor del viento
sobre las hojas secas.
III
(Cazador grachus)
-¿Siempre es el mismo barco?
-Desde hace siglos, siempre en la misma barca.
-¿No has podido morir?
-No del todo. Me despeñé cazando una gamuza
allá, en la amada Selva Negra.
Pero ya ves, el barquero que debía llevarme
al otro lado equivocó su rumbo,
Tal vez una pequeña distracción,
y ya quedé viajando para siempre.
-¿Te quedarás algún tiempo aquí?
-No, muy poco. Debo irme,
Recorrer otros mares. A veces me parece
que hemos recuperado el rumbo
verdadero, el de todos,
pero es un sueño. Me despierto en la costa
de algún nuevo lugar, aquí, en la tierra.
-Veo moverse tu embarcación. No hay viento.
¿Qué la impulsa?
-La impulsa un viento invisible, el que sopla
En las regiones inferiores de la muerte.
IV
(Junto a la puerta)
Junto a la puerta hay un guardián.
Le has pedido permiso.
“No es posible pasar”-te dice-.
Pero si te dejaras, encontrarías a otros, más terribles,
que no te dejarán avanzar.”
Te sientas junto a la puerta. Esperas.
En muchísimo tiempo nada cambia. Envejeces.
Sientes llegar el fin. Pero antes, miras
cómo el guardián cierra la puerta.
“¿Por qué la cierras?”, dices.
Y él te contesta:
“Esa puerta te estaba destinada.
Ya no estarás aquí. Voy a cerrarla.”
Raíces
Hoy de mañana
tuvimos que arrancar unas hierbas
que creían por todas las ranuras.
Se arrancaron las hierbas
y quedaron al sol temblando las raíces
como sorprendidísimas… ¿y esto?
¿De lo oscuro a lo claro en un instante?
Muerte invertida, rara:
de la tierra cerrada y ciega
al ojo azul, que todo lo traspasa.
Abrirse a todo aire: perderse.
Soltarse a toda luz: también perderse
dicen las raíces
temblando.
Donde había barrancas
Otra vez se levanta de la memoria el golpe
del remo contra el agua. Brilla el arroyo y tiemblan
las hojas en la sombra.
Miran ojos risueños, pelo mojado. Arriba
azul y sol y azul… Mira los troncos negros
y rotos, oye el agua.
Tibia madera siento todavía en la mano
y a cada golpe sordo que da ahora mi sangre
se vuelve a hundir el remo en verde frío y algas.
Un tallo firme y verde venía enero alzando.
Y venían del viento, del amor, y venían
de la vida,
alas rojas y en vuelo, los días del verano. Rema, remero,
y no escuches el golpe
negro, del remo.
El golpe corta trozos cortos de tiempo,
trozos iguales, casi relojería
y se piensa que adonde se van cayendo
un golpe y otro golpe junto al vuelo del día.
Mira que se ennegrecen las blancas horas
y de querer pararlas ya casi duelen,
Caen al alma fríos y de ceniza
los golpes que en el agua dieron los remos.
Y atrás se ve la cara tersa del río
el rostro del verano, azul y liso.
Mito amazónico
Escucha la historia de la Muerte.
Ella estaba sobre la tierra, escondida.
Ella no estaba abajo.
Un agua subterránea, pura
era bebida de los inmortales
debajo de la tierra.
¿Quién fue culpable?
El que salió y quebró y saltó hacia afuera
por haber escuchado un canto de pájaro.
No hubiera escuchado.
No debía salir.
El dejó el lugar protegido.
El juntó frutas, plantas
y llevó adentro, abajo.
Y en cada fruto estaba semilla de la muerte.
Cayeron las semillas. Germinaron.
El ruido del mar
Hay un tejido, una red luminosa
que tiembla en la arena, por abajo del agua.
Se ve a través del verde transparente
como una temblorosa trama.
Cuando la ola rompe su espuma
quedan burbujas sueltas, chiquitas
sobre la piel del agua:
brillan intensa, nítidamente
en seguida se apagan.
Por la suave curva de las olas
sobre su lento avance
sobre su amplio movimiento seguro
la luz resbala.
Se deslizan los resplandores
por los movedizos toboganes del agua.
Ruido del mar, qué golpe derramado
qué entreverada voz y qué sonido
tan confuso y oscuro
cuando todo en derredor está tan claro.
Todos los límites
firmes y recortados
todo con su color tan decidido
los colores tocándose
uno al lado del otro, sin mezclarse.
Y parece que cada uno: limpio
y liso azul, rojo tejado
verdor brillante
diera un sonido puro e inaudible
y todos un acorde fuerte y claro.
Pero el ruido del mar no se comprende,
se desploma continuamente, insiste
una y otra vez, con un cansancio
con una voz borrosa y desgranada…
Y no se sabe
qué es qué quiere o qué pide
el turbio ruido oscuro
cuando todo en derredor está tan claro.
POEMAS JUVENILES
(INÉDITOS)
De noche
El que camina solo, por la noche
en las calles sin nadie, y va sintiendo
sus propios pasos en la calle sola.
Siente su vida irse por las calles
atravesar la noche como un agua
que empapa las veredas silenciosas
Y quiere con la misma noche andar
al mismo paso ir, al mismo tiempo.
Diluirse en un agua que se aclare.
Volverse transparente, azul, liviano
amanecer con los amaneceres
y sentirlos adentro levantarse.
Enero
Dentro de la noche abierta
y el aire azul del verano
qué bueno el echarse a andar
con el corazón callado.
Apenas se mueve el aire
como de un ir palpitando
Tibieza al rozar la cara
y los brazos.
Y una luz honda y azul
moja los labios cansados.
Se dobla el agua del mar
en un sordo rumor blando.
Se sumerge la mirada
en el cielo puro y alto
Y se bebe como un vino
el verano.
Brillo del agua del mar
Anduve como una ciega
que de pronto a ver, llegara:
Brillo del agua del mar
los ojos me traspasaba
Quería palpar el aire.
Le dije que se bajara
y el aire se me caía
temblor de luz- en la cara-
Ciudad transparente
la luz en las calles del viento
y el mar en la frente.
-Estos poemas inéditos pertenecen a Voces del Agua a publicarse por Rebeca Linke Editoras en este 2020.