Christos R. Tsiailis

El rostro del destino

 

(Traducción al español de María Del Castillo Sucerquia*)

 

 

 

El rostro del destino

Hay un despertador en
la cima de la montaña

manecillas de oro y números romanos
dos campanas persistentes

se sincroniza con el zumbido del Universo
dentro del Universo

sólo pocos lo escuchan

la mayoría despierta muy tarde
pero basta su sola existencia

 

 

Silo

Isla en el mediterráneo
sin Silo
donde plantar la semilla, proteger
no cuenta

valle en medio de las montañas
no definido por ejércitos
ni por jardines de niños

(en los años de prosperidad
buscaremos en vano
las herramientas de arar
y cosechar)

Aldeanos, escuchen, hoy el molino permanecerá cerrado por reparaciones

un Don Quijote moderno
pintará el perímetro
con el dominio
de armas digitales
los gigantes proverbiales
con asombro lo mirarán .

ya el bufón se ahoga
en el viento furioso
de Andalucía

y nosotros, los pretendientes
con la boca abierta
bajo los lentos grifos
esperamos el trigo
y la intervención
de Sancho Panza

que el agujero se abra a tiempo
antes de que los propios silos
-manifestados ahora-
nos lo nieguen en definitiva
por el retiro de tierras
previsto.

 

 

Un paraíso como anhelo

Traerán mi brazalete un día
yo también lo aceptaré
aunque sepan a dónde voy

lo aceptaré por miedo
de no volver a suplicar
de que a mi libertad le
crezcan a escupitajos
cuernos y pezuñas
y se escape de mí
al lejano bosque

atravesarán mi cuerpo un día
con un microchip
yo también lo aceptaré
para reposar en una cama blanda
comprar café al precio justo
para abrazar y acariciar y besar

pero cuando atraviese las alarmas
viendo la luz
en las puertas estrechas que me hicieron
feliz y nervioso
por mi obediencia en cada instrucción
habrá diez enfermos en un pequeño callejón
y a los de brazaletes los hallaré
bellamente perforados
llorarán por el hambre
el amargo dolor de las lumbares

imaginarán mis viajes
al describirlos
cada vez que llegue a casa
infamemente arreglado

¡no te lleves mi pulsera
no me perfores, traidor!

también tengo una esquina
en un callejón para
soñar con un paraíso
como anhelo.

 

 

Por suerte, las cometas son bastante inteligentes

Podría mantener el interés
y persuadir la mano durante años
para que se agite

podría permanecer en lo alto
del firmamento y reinar
dominar las clases altas
para encantar con mi audaz cola
que ondea y forma nuevos
símbolos significativos

también podría hablar sobre desafiar la polución
en otros rombos y en los hexágonos de colores
hasta el suelo y arriba
más alto que el azul

pero prefiere sacarlo de incógnito
escondido al margen de los sueños efímeros
de sueños a favor de la fiesta nacional
de sueños a favor del desfile
de sueños a favor de la repetición

-Las cometas son bastante inteligentes afortunadamente-

y le dona la inteligencia
a la cuerda de atar
para volverse plano
lucir ligero
parecer sumiso
con los colores definidos por la respectiva moda
con la vergüenza de bailar al viento
y nunca pedir vuelos extras

los días en que vuelan por los cielos
globos inflados y pájaros agresivos
el cuerpo vibra ingrávido
imperceptible aterriza de nuevo
siempre un poco lejos del operador

siempre atado a la cuerda que sigue estirándose.

 

 

El último paraíso

Y esta noche Adam
en el índice de horas
de soga ecuestre
con piernas sueltas
el látigo de alabastro
pasa ante los números y
lo acaricia solitario

mira indiferente a Eva
y el minutero
se estira cómodo
donde sólo alcanza
a quienes pasan ante él

se creía la historia de cómo cambiaría
sí, ese reloj
en la mano del último hombre
pero la serpiente no se dio cuenta
de que, a menudo, pasaba junto a ella
envuelta alrededor de su dedo índice
donde lamía las escamas
con elegancia, una por una
cuando miraba
con astucia
fuera del reloj

pero justo antes de morir
todos nosotros, los felices años,
como las piezas que unimos de
un rompecabezas en zigzag
vemos el collage
de la vigésima quinta hora
y en pánico nos galvanizamos
con lo que tuvimos y no tuvimos

manecillas y números
engranajes y botones
cuerpos de jinetes desnudos
para ser vistos por los que vienen

que pase lo que pase
incluso si arruinamos todo
dejamos el ritmo.

 

 

______________

*(Poeta, correctora, narradora y traductora)
Barranquilla, Colombia 20 de Octubre del 2020
lacabramontes@outlook.com

 

Christos R. Tsiailis Nació en Nicosia, Chipre (sureste de Grecia), en 1974. Es profesor de inglés, actualmente candidato para una maestría en teoría del teat ... LEER MÁS DEL AUTOR