Chary Gumeta

Laberinto del sueño

 

 

 

 

LABERINTO DEL SUEÑO

Llego a casa y me dirijo a la habitación de mamá;
duerme con todos los años encima,
con su vestido floreado
y su seno amputado.

Abre sus ojos y pregunta
-¿Ya comiste?
Como si alimentarme le alargara la vida
los ayeres regresaran con delantal de niña.

-No, mamá, no te preocupes,
vuelve a dormir. 

Sigo mirando,
veo como se ausenta la oscuridad de su mirada
y se pierde en el laberinto del sueño.

Llore.

 

 

 

EL ENTIERRO DE PAPÁ

Enterramos a papá una mañana
era abril y el sol apuñalaba con sus rayos.

Para suerte de la muerte
la nueva casa de papá estaba cubierta por las ramas de un árbol.

Madre quiso cerrarle los ojos en el cementerio
pensó que al despedirse,
su imagen quedaría grabada en la penumbra de su retina
y de algún modo, podía acompañarlo,
pero se negó a dejar de ver el paisaje.

Ahora nos observa desde lejos
mientras se acostumbra a sentirse sólo.

 

 

 

Maduran los años
la desdicha es un sentimiento antiguo
abraza y no me deja.

Recuerdo los días de verano junto a ti,
noches tempestuosas
con relámpagos de sol sobre tu rostro.

La mañana descalza
camina al son del tic tac del reloj
y la desnudez cubierta con la seda.

Todo es como una alucinación
se va perdiendo en la memoria
solo alcanzo a sonreír,
es lo más parecido al olvido.

 

 

 

QUERIDO JOAQUÍN

Querido Joaquín,
de días sin ti están llenos los momentos silentes
las luces de la ciudad brillan tímidas
y las calles con sus faroles tintan de amarillo las aceras;
la tristeza se apodera de un corazón en penumbras.

Entre miles de gentes esta soledad es un vacío
ojos solitarios miran a escondidas;

el aliento del otoño congela las lágrimas
y la sequedad del paisaje muestra un tono desolado.

Joaquín,
tu rostro se ha perdido entre los otros
y tus caricias son suicidas que abandonaron mi cuerpo.

En el pantano del lamento
se hundió el recuerdo de la fecha
en que tomaste mi mano y la risa invadió mi casa.

Querido Joaquín,
lo único que queda, son los sueños que arrope en mi regazo,
llegaron arrastrándose como un pájaro herido.

 

 

 

DICEN QUE ERES TÚ

Te trajeron esta mañana
dicen que eres tú
jamás vi tatuajes en tu piel
de palabras o figuras.

Nunca me enseñaron tus ropas, tu cartera
o la imagen de san Judas Tadeo que siempre llevabas
en la bolsa del pantalón
me indicaron que el ADN coincide en un 70%
dicen que eres tú
pero la incertidumbre ronda mi corazón.

En el fondo presiento que un día
entraras por la puerta
y nos reiremos juntos de tu entierro.

 

 

 

EL ENGAÑO

La mano invisible del engaño
sume los dedos en la cuenca de los rostros,
siguen manipulando la añoranza guardada.

Los espíritus están junto a los vivos
aferrándose como un ancla;
consumen las últimas fuerzas,
mientras los cadáveres se hunden en una vacilación.
Desempolvan el pasado,
la conformidad toca a la puerta con alivio
más no con la seguridad, de que los restos fúnebres
que vuelven a su morada, sean los de su hija.

Es tiempo de volver a vivir.

 

 

 

LOS DÍAS QUEMANTES PASAN

Los días quemantes pasan una
y otra vez encima del cuerpo
el calor inflama su rostro
sobre los huesos seca la piel
no hacen falta los sueños
ni el agua para mitigar la sed.

El vestido que llevas puesto
no te lo quitara Marcela
no volverá a pedirte que lo devuelvas
ni a molestarse porque uses sus cosas personales.

Ya no importa
no estarás más
te has ido por un sendero desconocido
la arena del desierto cubre tus huellas.

Tu partida
hunde en el mar del desconsuelo a la vida
la separación es una herida pretérita, impuntual y dolorosa.

Chary Gumeta (María del Rosario Velázquez Gumeta, Chiapas, México, 1962). Poeta y Promotora Cultural de Arte y Literatura. Ha publicado libros de poes ... LEER MÁS DEL AUTOR