Carolina Ruales

El despertar del abandono

 

 

 

 

Les hablarás de mí

Algunos cruzan tu aliento y lo agitan como carnaval.

Adivinan las pesadillas que inhalas y exhalas en cada bocanada de tedio.

Te perciben pese a tu inclinación a ocultarte.

Son experimentados en el arte de desenmascarar la locura colgada en cada
suspiro.

Poseen un radar en sus caricias, varios en tu haber con ese talante mágico.

Te hacen pronunciar más de lo que tu espíritu creyó permitirse al momento
de estropearse.

Adoran hacerte preguntas incómodas.

Te ayudan a arrojar lo que lleva eternidades entre pecho y espalda,
pronunciar la palabra que creías vetada.

Hallaron orificios en tus alas y los besaron, saben que no pueden
remendarse.

A esos nombres que la vida instala, corta eternidad, deberás la honestidad
de lo que te atraviesa, el no intento de ocultarles lo que te carcome.

A esos, les hablarás de mí.

 

 

Latido de los astros

Hilo sin tiempo que se alarga.
Halo con fuerza el firmamento
para desatar las estrellas
caídas del olvido.

Me sentí tentada a envolverlo en la nuca
ahogar mi palabra sin tu retrato.

Sin prisa se cose a la piel
que rodea mis cicatrices.

Mis heridas abiertas lo tiñen
en lugares que sólo yo conozco
y expelen un olor
al que estoy acostumbrada
de pasado enfermo.

La hebra me rodea
punza en cada palabra.

Con sus puntadas
trazo paisajes de memoria
ficciono recuerdos
niego la muerte de tus ojos.

Su filamento quebranta mi optimismo
y te sueño en una fosa
zurciendo a la tierra
el latido de los astros.

 

 

El abismo de tu llanto

Duelo inconcluso
pasado roto
escrito con todos los llantos.

Es el tuyo
arrojado al vacío de este instante.

Antonio
es tiempo de revelar
la geometría de este precipicio
que formó tu ausencia en mi silencio.

¿Por qué no me elegiste?

sólo la verdad traerá sosiego.

La hora del sueño inducido regresa
tu voz se apaga
me deja dormir.

Arroja algo hecho
de las virutas de tu aliento
una palabra tuya
bastaría para sanarme.

¿Dónde te escondes?

Trae tu mano obrera
mima con ellas mi cabello lacio
se parece al de la niña traviesa
que no eras capaz de reprender.

¿Será esta memoria mi forma de abrazarte?

Busco tus pasos mientras logro perdonarme.

Algún día partiré al encuentro de tu sombra
y será la memoria
consuelo de los que quedan
artilugio invocado de nuestra presencia.

 

 

Entre las grietas

Humedad
vida y muerte
se abren paso entre las grietas.

La sal se esconde en el aire
oxida mis electrodomésticos.

Hoy es la nevera vacía
su rugido forma parte de la casa
y algo incomprensible
balbucea en mis entrañas.

El abandono
es parte de todas mis cosas.

Bochorno que anuncia
la irremediable dicha
natural desgracia
de no tener recuerdos
suficientes
para revivirte.

 

 

Nueva soledad

Volví a fumar, madre
es mi forma de creerte cerca

Me acompaña un tinto sin azúcar.
Recuerdo cuando nos sentábamos
en la escalera de caracol de tu casa
nuestro ritual de nicotina y cafeína
adornaba la ansiedad tras el almuerzo.

La escalera fue destruida
por fallas estructurales
igual que nosotras.

Nuestra presencia en aquellas paredes
es pasado
vives al otro lado del mundo
no puedo abrazarte.

Existen estos elementos
un secreto nos une y separa
en medio de una afonía
digna y triste
practicada
en la nueva soledad
de nuestros errores.

Carolina Ruales (Cali, Valle del Cauca, 1982). Es politóloga de la Universidad del Valle y trabaja actualmente con comunidades en temas relacionados con de ... LEER MÁS DEL AUTOR