

Presentamos cuatro textos claves de la reconocida poeta mexicana.
Carmen Alardín
Muerte cotidiana
Tú también desordenaste el viento
y echaste atrás el sol,
no solamente por haberte muerto,
sino que alguna vez desordenamos
nuestras venturas íntimas.
Y tú también equivocaste el rumbo
no solamente por haberte ido,
sino por todos los que derramaron
sangre y amor en una sola llaga.
Tú también deshojaste mis empeños
antes de la violencia del otoño;
tú también has marcado con el vértigo
de tu ausencia la curva de mis brazos.
Se han cubierto de sombra mis rincones
no solamente porque te hayas muerto,
sino porque morimos cada día,
sobre la ruta de un asombro falso.
Inesperada sangre
Tan inmersa en la vida parecías
que nadie imaginó que se abrirían
tus alas más allá del corazón.
Tan inmersa en la vida te cruzabas
con ballenas de luz y alegres peces,
que nadie te advirtió que las escamas
del dolor circundaban tu futuro.
Tan inmersa en la luz, tan dibujada
la corta línea de tu vida,
se apagó y nos dejó frente a los ojos
la sangre que fluyó sin anunciarse.
Instantánea
Quién pudiera decir que están presente
aunque tu audiencia duerma en las ventanas,
aunque tu ausencia siempre inexplicable
te convierta en pasado repentino.
Quién pudiera decir que estamos juntos
celebrando el milagro de las bodas,
aunque un fúnebre viento nos transporte
donde el camino es grieta que devora.
Quién pudiera decir que en un recodo
de la existencia nos sorprende el rápido
copular de una cámara instantánea
y estemos juntos, ¡ah! concomitantes,
y encadenada en el papel tu cara.
Quiero que me expliques
Quiero que me expliques la diferencia que existe
entre besarte ahora mismo,
y los gorriones desplazándose bajo la sombra de las
palomas por la Plaza de España.
A veces la barcarola sueña
con la estaca clavada contra el mar infernal,
pero tú estás despierto y quiero que me expliques
cómo es que cabalgabas diluido en la niebla
mientras tus ojos se multiplicaban vertiginosamente
como piedras que ruedan sobre los campos de Castilla.
Tú estás despierto y quiero que me dejes
sentir los aleteos de tu capa
que oscila suavemente, blandamente,
dentro de una nostalgia sin final.
De cuando en cuando la primavera sueña dormida bajo la nieve
en forma de pequeño lirio que brotará después.
Pero ahora tú y yo llegamos cruelmente a despertarla
como dos pájaros que de pronto irrumpen para cantar la hora.