Carlos Vitale

El triunfo de la muerte

 

 

 

 

 

El triunfo de la muerte

 

Non c’è di dolcezza che possa uguagliare la Morte.
Dino Campana

 

1

Alguien lloraba

en el Camposanto de Pisa.

Sin embargo, las tumbas vacías de los muertos

guardaban la escoria de los vivos.

La muerte siempre triunfa.

Silencio del Camposanto y fuera.

En alguna parte alguien llora.

 

 

2

Ahora que definitivamente no podrás contestarme

la espera se convierte en su propio botín.

Frágil, el día universal

volvió vana la precoz indignación.

Sólo la muerte es sólida.

 

 

3

Materias impuras

de un incierto dominio.

¿Qué claridad asoma

de su opaca presencia?

¿En su fluir existe

lo que velado pasa?

No hay belleza superflua.

 

 

4

Al filo dice madre de esperanza.

La generosa maldad de los oficios

no abandona a su servidor más encumbrado.

Nupcias de silencio llamadas

a heroicas ceremonias de nobleza.

Feliz del que quiere creer y cree.

Esta victoria es una trampa.

 

 

5

El ojo avanza y la mano no llega.

En medio, la costumbre de las cosas

la sombra de una luz extranjera.

No acierta el viajero a recordar

su desvelada imagen y el cansado espejo.

El ojo es el fracaso de la mano.

Su ojo es una luz extranjera.

 

 

6

Un colorido manto de sombrillas

protege el sueño de plenitud de la especie.

Cuerpos al sol en la tarde de agosto.

¿La tierra o el aire? ¿Los gusanos o el fuego?

Abusos de la imaginación en un mar de arena y carne.

Extensa mancha de horizontal destreza

que en la quietud encuentra su prodigio.

La ausencia es el milagro que repite.

 

 

7

La humillación

es el signo de los tiempos.

Para una voz lejana

un recuerdo presente.

Fragmentos de una máscara

que el azar reconstruye.

Temblor y oscuro afán.

Fiesta vedada.

 

 

8

Simultáneamente se vive en las ventanas.

Las mujeres se entregan a un futuro cercano

y el verano no encierra más que escasos deberes.

No será éste tampoco el día revelado.

Una mediocridad febril sustenta los objetos

en su reiterada formulación pasiva.

Ese que grita sólo pide un movimiento verdadero.

Sabores de espuma en un cuarto vacío.

 

 

9

Vagaba por la casa con ambición furtiva.

Una prisión doméstica bastaba

para hacer muros de huesos compartidos.

Temeroso escondía sus motivos de tregua

y callado esperaba las virtudes ajenas.

Nunca sabré quién era en realidad.

No distingo ni su voz que en este instante me habla.

Una parte de ignorancia y una parte de desdicha.

 

 

10

Una noche conjunta vimos

la cara del horror imperfecto.

¿De qué exilio volvía

a disiparse ante un gesto

de la desolación severa?

Con la gravedad de un cadáver hastiado

anfibio mostraba la boca rigurosa.

Venga ahora la luz.

Ya llegará el tiempo de mirar lo oscuro.

Carlos Vitale (Buenos Aires, 1953). Es Licenciado en Filología hispánica y Filología italiana. Ha publicado Unidad de lugar, Descortesía ... LEER MÁS DEL AUTOR