Carlos Germán Belli. A mi hermano Alfonso

 

Presentamos tres textos del gran poeta peruano.

 

 

 

Carlos Germán Belli

 

 

A MI HERMANO ALFONSO

Pues tanto el leño cuanto el crudo hierro
del cepo que severo te avasalla,
unidos cual un órgano se encuentran
desde el cuello hasta las plantas,
no solo a flor de cuero,
mas sí en el lecho de tu propio tuétano,
que te dejan cual ostra
a la faz del orbe así arraigado;
y el leve vuelo en fin
que en el cerúleo claustro siempre ejerce
el ave más que el claustro desalada,
¿cuándo a ti llegará?,
mientras abajo tú en un aprisco solo
no mueves hueso alguno
ni agitas ya la lengua
para llamar al aire;
pues en el orbe todo viene y va
al soplo de la vida,
que pródigo se torna
para muchos y a no más otros pocos
áspero, vano o nada para siempre.

 

 

LAS NUBES

¡Cuánto las nubes yo amo porque labran
así clementes en el bajo mundo,
la suma soledad en cuyo seno
se traman sólo empresas apacibles!
Pues a par de las nubes jamás corre
el vano río de tonante paso,
que torna en pandemónium las regiones
de los sentidos y del orbe amenas;
ya que el próspero nunca la concordia
con el nublado sella porque fuga
a priesa al lugar donde el rayo puebla;
y vacíos quedan, si brevemente,
ya de fuera los sotos apacibles,
ya de dentro el oído y aun el seso.

 

 

AMANUENSE

Ya descuajaringándome, ya hipando
hasta las cachas de cansado ya,
inmensos montes todo el día alzando
de acá para acullá de bofes voy,
fuera cien mil palmos con mi lengua,
cayéndome a pedazos tal mis padres,
aunque en verdad yo por mi seso raso,
y aun por lonjas y levas y mandones,
que a la zaga me van dejando estable,
ya a más hasta el gollete no poder,
al pie de mis hijuelas avergonzado,
cual un pobre amanuense del Perú.