Carlo Acevedo

La tarde no es eco de la mañana

 

 

FRONTERIZOS (10)
Néstor Mendoza

En Fortuna del día (Pre-Textos, 2019), primera publicación de Carlo Acevedo, el recurso culturalista es una especie de marca de agua; lo que se nombra se hace sin escándalos: una exposición del Museo de Historia Natural en Iowa City y las relecturas de Blake o Heráclito. Los motivos que nos presenta el poeta colombiano tienen una raíz autobiográfica, universitaria o académica. Uno podría especular sobre las circunstancias en que ha sido escrito este libro. Uno podría reconstruir o hacer un inventario del mobiliario y de los estados anímicos del autor y con estos elementos diseñar un mapa para orientarnos. Digamos: un cuarto de estudio, una pequeña biblioteca, una silla ergonómica y un computador que da cara a una ventana enmarcada en madera. Quien escribe y estudia toma segmentos del paisaje que ve (el impacto de una estación en la tonalidad de las hojas) y los acerca a los paisajes recordados de la infancia y de la juventud. A medida que avanzamos, como ese otoño que nos muestra Carlo, los versos se retraen, se reducen: se acercan a cierta contención oriental. Los poemas de Carlo Acevedo, que se reparten entre el verso libre, la prosa poética y el haiku, toman el lado amable del sedentarismo: mientras se encuentra sentado («Quietud y silencio», nos dice), el ojo capta con más sensibilidad y toma con más firmeza lo que ve. Otra cosa veo en esta propuesta: el retorno al yo, a sus partes, a la descripción detallada. Poesía como naturaleza muerta: el mantel grisáceo que sostiene utensilios de cocina y gajos de uvas. Estos textos semejan pequeños cuadros portátiles, manejables, miniaturas visuales. Carlo modifica lo que dibuja en el poema: la desaparición (¿transformación?) como poética.

 

 

 

*

 

Ha desaparecido la ventana:
las ramas de otoño,
el azul que moría en el cielo,
el cartel que anunciaba,
en el errático baile de la brisa,
la más reciente exposición
del Museo de Historia Natural
de Iowa City.

 

*

 

Simplemente sentarse:
el canto del grillo
es el canto del grillo
cuando la luz del día
y las ramas de los árboles
se reúnen en dos convicciones:
quietud y silencio.

 

*

 

Elijo ser el gigante
que confía su vida a una piedra:
a su peso, a su relieve,
a su tono, a su rigor.

 

*

 

En el difuso límite de la playa,
donde la orilla se dibuja y desdibuja,
se acumula el pelambre reseco y negruzco
de las algas muertas que acogen,
como un nido, al coco solitario
que se mece según
el titubeo de las olas.

 

*

 

Después de anunciar,
con el resplandor de su llama, que se derramaría,
la vela habrá de volver a su titubeante densidad
en la yema de mi dedo.

 

*

 

Denver aún prometía sus montañas.
El único paso a seguir,
afrontar la severidad de la roca.
Nubes delineadas a la perfección
acentuaban la pulcritud del cielo.
A lado y lado de la carretera,
al son de los versos de Jerry García,
se abrían las praderas brillantes
de Colorado.

 

*

 

¿Qué pasará
con aquella montaña
después de Carlo?

 

*

 

Ya ida la nube,
la madera, antes gris,
reluce roja.

 

*

 

La piedra cae.
Se deshace mi rostro.
Ondas del lago.

 

*

 

La tarde no es eco
de la mañana.
Amanecer.

 

*

 

Quien ha sentido el roce de la verdadera calma ha logrado
dar un paso después de la nieve.

 

*

 

Blake no se equivocó: un paraíso cabe en el cuchillo de un carnicero, el pecho de un petirrojo haría temblar las nobles verdades del Buddha, un niño que mata a una mosca acalla el canto de un querubín, la furia del buey puede amansar a la más altanera de las noches.

 

*

 

Heráclito decía que no es posible bañarse dos veces en el mismo río. El Buddha Shakyamuni, como la flor de loto que se abre sobre las aguas turbias del pantano, atravesaba la distancia restante. No es posible bañarse dos veces en el mismo río. Tampoco es posible bañarse dos veces.

Carlo Acevedo (Barranquilla, Colombia, 1988). Es autor de Fortuna del día (Pre-Textos, 2019), libro ganador de la cuadragésima edición del Pre ... LEER MÁS DEL AUTOR