Alguien ahí que abrace este cuerpo
Alguien ahí que abrace este cuerpo
(fragmentos)
2.
cuando la boca o la lengua
corten el aire
estaré del otro lado
esperando a un hombre vivo
más crédulo e inquieto
que corte mis espinas
con su boca o con su lengua
4.
somos el frío tenebroso
de las palabras
los nervios de punta
por el hambre de tu cuerpo
por la sed
o el temblor de tu pubis
miseria y carcajada
proyecto insulso
/de hombre romántico
14.
el domingo me voy
y me voy como los que se van
con el murmullo de los que vacían
una casa para llenar otra
en el polvo pisoteado de las cosas
en el espacio cercano que queda entre nosotros
me voy el domingo, querido
rozo los ruegos para que no me habites
llevo a cuestas tus mentiras
seguramente estarás
rondando por la casa donde
mis cosas dejaron
el blanco
18.
suena dentro de mí una melodía
no dudo más
si este cuerpo no fuera mío,
sería pálido
no dudo más
si no fuera este mi cuerpo
lo amarías
29.
el peso de los objetos de esta casa
puede alojar
el peso de una vida
alojar en la miopía
lo que nunca ha sido
una imagen sonora
te abre el silencio
y te devuelve a este lugar
en el que no has estado nunca
por la ventana
trepaste el árbol
quiero decir:
verte desde la copa
exiliar tu propio nombre
30.
me pregunto
qué dejará atrás mi cuerpo
en el pelo que queda enredado en mis dedos
en el pelo que tapa el orificio de la bañera
en el pelo que decora los cuellos de todos mis vestidos
qué dejará atrás
en esa generosidad con el cepillo
en su insistencia de pétalo seco
con imprecisión
los agrupo por tamaño
en la cerámica blanca del lavamanos
dibujo con mis pelos
un símbolo del dolor:
tu rostro
31.
anoche una fiebre repentina
me llevó al resguardo
en mi corazón, un animal ardiente
fue puliendo la piel un terciopelo sensible y rojo
estoy golpeada —te dije—
nos miramos, no supimos distinguir
el afuera del adentro
38.
un enero hexagonal
cae sobre mí
sobre todos nosotros
veo la luz de agua en las rutas
presagiando
todo lo que fuimos
cabe en un álbum
de fotos
de vértices
felizmente despedazados:
velocidad inundación incendio etcétera
48.
el paisaje de los campos que lucía
y las vestiduras de un verano
han quedado debajo de la tierra de mis uñas
desterrada de todo amor
huida de todo abrazo
roída por las palabras.
las flores de un patio ajeno
me olvidan
mi abuelo me rogó que no volviera
51.
como un espacio de habitar
nos hundimos
en el cuerpo de la noche
en un devenir de sábanas sucias
y cigarrillos
como un lugar de reminiscencias
circulamos en las antigüedades
esa reproducción de la carne
carne que se apura para apretarse
otra vez entre las sábanas
procurando un respiro
al día
que nos revive
como un suelo habitable
donde abuelas vendrán a regar sus flores
donde crecerán puentes para volver
siempre