Byron Ramírez

Visión nocturna

 

 

 

 

 

CONJURO DEL DESPECHO PARA EL FUTURO ESPOSO

 

Ojalá se te caiga la cara y se te pudran los ojos

cada vez que pretendas tocarla o mirarla de frente

con ese porte de burro malcargado

 

Te auguro la lluvia cada tarde

 

Por esa boca, la de ella, que hizo de mi lengua

un estero de agua milagrosa

 

Por su regazo donde habitan las garzas por la noche

y tú no puedes verlas

y tú no puedes acercarte al fuego

 

Por su nombre, el de ella, que en tu voz

se parece al frío de una tumba

Por esos gestos y manías

que hablan de mí sin que lo sepas

Por esos muslos donde aprendí

a recitar de memoria las virtudes de la suerte

 

Por las mañanas nubladas

donde ella se despierta pensando

que quizá soy algo más que el silencio

algo más que la neblina que acompaña

la montaña con su manto

algo más que un recuerdo recién presentido

 

Por la cobardía de creer que siempre llego tarde

incluso a mi propia desventura

 

Por todo esto

y por haberme hecho escribir este poema

yo te auguro el peor de los males:

El martirio de un amor equivocado.

 

 

 

 

DESAMPARADOS

 

Son estas calles prohibidas

las que recorrí dormido alguna vez

de norte a sur

las que aguardaron los secretos de mi infancia

los juguetes rotos

los libros de más y mil retratos

 

Todo se ha perdido

Aquí donde estamos ahora

(estatuas de cal bajo la lluvia)

alguna vez surgieron otros huesos

otras palabras con mayor sentido

y se izaron campanadas en señal de libertad

 

Alguien habló de tiempo

Mañana existirá otro pueblo

Mañana nos sentaremos a bebernos el pasado

sin tanta desidia taladrando nuestras sienes

 

Pero yo no hablo de esperanzas

pues la poesía nada sabe

de esa luz que se desvive

por no apagarse en nuestro aliento

y que se aferra con las uñas

a un horizonte nuevo, tan lejano

 

La poesía solo sabe del dolor

de ese barrio que nunca descansa

pues no puede cerrar sus ojos

un segundo, sin presentir la bala saliendo de la boca

como una boa entre los árboles

 

el cuerpo tendido de un estudiante sobre el asfalto

el policía lavándose la sangre en casa ajena

repitiendo de memoria sus excusas

mientras el ruido de las sirenas

rompe el silencio en azulejos

 

La poesía solo sabe del dolor

cuando el escalofrío se apropia del oxígeno

y no se puede mirar al cielo

sin sentir el calor amargo de esa daga

perforando el esternón

la amenaza de ser arrebatado del mundo

por el mundo

o el desequilibrio que supone ser humano

a mitad de un destino sin memoria

 

Y no tenemos manos enormes

para arrancar las fronteras, una a una

Y no tenemos mejor forma de gritar

Y no tenemos más armas que el simple acto

de escribir hasta la sangre

lo que nos asfixia

lo que nos ofrecen y nos quitan

lo que nos obliga a desconfiar del vecino

con tanta rabia y necedad

 

Son estas calles prohibidas

las que ahora regresan a nosotros

en forma de buitres o de sueños

y se abren para nosotros como avenidas

sin que podamos caminarlas

con estos pies empapados de sangre.

 

 

 

 

MANIFIESTO DE LA CIGARRA

 

Muerta mi madre de frío antes que yo naciera

mi primer instinto en este mundo

fue sepultarme viva en el patio de la casa

 

Así bajo el árbol de la abuela

hice de la sombra mi martirio

Entre raíces amamantadas por la lluvia

fueron míos todos los cadáveres del mundo

 

Por diecisiete siglos he visto crecer en mi espalda

cuatro alas de vidrio recortado

y un adiós tan hondo en mi memoria

al que no le estorba la queja del ciempiés sin bruja

 

No pude no herirme con mi propio filo

No puedo ahora contenerme en llanto

ante el cachorro que entierra

el esqueleto de un gorrión sobre mi frente

 

Todo el silencio acaba aquí

donde la noche

se arrepiente de callarme

 

Este el momento augurado

Es la huida la luz que lanza sobre mi cuerpo su conjuro

y esta vez sí tengo boca para alcanzar su grave anzuelo

y esta vez sí tengo ojos

 

De sangre tibia he recubierto mis párpados

para que me encuentre a tiempo

esa niña que huye de fantasmas

No se preocupen

Dejen que me hunda en su grito

en la pausa que hace de la vida

la parte podrida de la fruta

Dejen que me rompa las patas

ese ángel atroz y luminoso

y llegada la hora

déjenme olvidar mi antigua piel

 

Veo mejor sin cara   Canto mejor sin boca

Dejen que me aniquile la fuga

del hombre que encuentra en mi vientre un revolver

Veo mejor sin cara   Canto mejor sin boca

En el pecho me ha nacido una nueva oscuridad

y hoy debo dejarla abierta.

 

 

 

 

CUELGA LA TIERRA

 

Él extiende el norte sobre el vacío, y cuelga la tierra sobre la nada.
JOB 26:7

 

Aquí está Job

de nuevo con los brazos abiertos

esperando la lluvia ácida del mes de agosto

De lloro han tejido tus años

una segunda piel sobre su cuerpo

caparazón de hambre y barro

 

Aquí está Job —ni mar ni monstruo marino—

tan solo un hombre pequeño y pobre que se posa sobre tu hombro

y el aire atraviesa sus llagas

y no se inmuta la luz ante su imagen de perro inválido

 

Has hecho tú una valla alrededor de él,

de su casa y de todo lo que tiene

 

Te lo arrebato para siempre

Lo sostengo con ímpetu de fiera amenazada. Ahora sí

Aquí está Job sobre mi palma   tembloroso

Nadie puede lastimarlo ahora

ni siquiera el Verbo insolente anudado a tus costillas

ni siquiera la espada o el diluvio que inventarás más tarde

cuando la ciudad duerma su siesta junto al Leviatán

Nada podrá tocarlo

Cerraré la mano si te acercas

y entonces será una isla mi puño

en la cual habitará el hombre pequeño

y amanecerá el día de la nada

(porque la palabra día existirá en la memoria de mi pulso

como existirán manzanos y cavernas

y una gran playa sin turistas donde Job acampará la madrugada

esperando que yo nombre a su familia

y su familia brote enseguida de mi aliento

nazcan girasoles en las piedras de los ríos

surjan nuevas bestias que invoquen la penumbra

y construyan por la tarde un camino de agua

que llegue hasta las caravanas de Temán)

 

¿Quién prepara para el cuervo su alimento,

cuando sus crías claman a Dios, y vagan sin comida?

 

¡Aquí, aquí! Querrás luego buscarlo para ungir sus pies con aceite

y decirle hijo, has vuelto a mi regazo agradecido

pero nadie te dejará pasar de la puerta del jardín

aunque ofrezcas a Orión como regalo

o te rasgues las ropas a la orilla del León

porque Job

tan pequeño

estará pescando en mi huella dactilar

con una nueva Tierra de Uz a sus espaldas

 

Yo te mostraré   Escúchame

Aunque lo llames no responderá

aunque te oiga   nadie atenderá tu llamado

El ojo que lo vio no lo verá más

sus ojos estarán sobre mí y yo no existiré

No insistas

Deja que tiemble el mundo

Aquí estarás para siempre

condenado a la lejanía de tu propia obra

Y aunque ni la muerte ni la culpa puedan tocar el borde de tu manto

el silencio del hombre pequeño envenenará tu sangre

Será su felicidad tu peor castigo

El infierno naciendo en tu cabeza.

 

 

 

 

VENGANZA DEL CAIMÁN

 

La luz del sol crujía sobre el agua

aquella hora en que juraste leer

en las entrañas de un caimán

el futuro de tu hija

 

La carne del reptil se tornó violeta

y el río se teñía con su sangre

Mi hija se ahogará por la mañana     Concluiste

Puedo ver su cuerpo

Es cada vez más oscura su silueta

El agua le hincha la piel

y es blanca la higuera que brota de su vientre

Puedo verla

En su muñeca aún lleva atado mi rosario

y entre sus dedos se asoma un nudo

de frutos venenosos

Puedo verla

Su miedo lo conozco de memoria

incluso mejor que mi propia cara

Lleva en su lengua incrustado

un amuleto de amatista

y entre sus párpados

dos colibríes en lugar de ojos

Puedo verla

Ahora su muerte la conozco

la miro de frente y la sostengo así

como a este animal despellejado

sobre las piedras de la orilla.

 

 

 

 

ÚLTIMA FIESTA

 

Esta noche asistiré a mi última fiesta

como un dios hecho títere

arrastrado al monte de la culpa

 

Nunca como ahora

este animal de semen tierno

abrirá su luna y veré entre su plumaje

la puerta familiar que nos espera

a todos los hombres de esta casa

 

Y seguiré su canto

y hallaré el canto de la luna mojigata

Mi lengua hablará de amargas rosas

y yo no sabré quién habla

envuelto en ese instante que supura

el conjuro del bambú cuando se rompe

 

No sabré contestar a tu llamado

desde esa esquina ciega del deseo

ni a tu clamor que me reclama

qué hice con mi vida

cómo están mis hijos

adónde puse mi única certeza

 

En esta noche

en este sueño carnada de piraña

todos danzarán mi despedida

El cielo con todas sus cadenas y todos sus esclavos

sabrá caer sobre mi rostro como una vieja manta

 

Será

esta noche    lo sé

mi última fiesta

plagada de escribas desterrados

de jinetes sin cabeza cabalgando las paredes

de reyes sin imperio acampando en callejones

y yo no sabré quién manda

y no me importará quién manda a merced de la caída

 

Será esta noche y solo esta

mi último ruego

mi última estaca

mi último disparo contra el ángel que amanece.

 

 

 

 

VISIÓN NOCTURNA

 

Si escucho que me busca tu pulso en la neblina

como un alacrán

cortando la luz en insectos diminutos

gritaré

SOLO LA PALABRA PUEDE LASTIMARME

 

Si escucho que aun así te acercas

cabalgando a ras del suelo

buscando mi ombligo en la hojarasca humedecida

diré

TENGO UNA MARIPOSA OSCURA

CIRCUNDANDO MI CEREBRO

NO TENGO NOMBRE PARA TI

MIS HIJOS NO HAN NACIDO TODAVÍA

 

Si a pesar de esto   tu hambre insiste

y tu cólera no se apaga con la noche

y aprendes a ver con la sed del saíno en la montaña

y aprendes a oír lo que grita el tierno barro que nos cubre

 

Nada diré entonces

Entre las raíces de una ceiba

ya me habrás reconocido.

 

 

 

 

MAL AGÜERO

 

Soñé que me mataba un toro

de una cornada bella

y tú estabas ahí

mirándome caer con ternura

sobre la arena ya sin sed

y un charco   -mi propio charco-

de sangre y culpa

 

Era nuestro cielo

el cielo de las bestias en abril

y sobre mi cuerpo retozaba

el sol de los viejos perros de ciudad

con el brillo de un rojo despacísimo

(con el brillo de tu lengua anturia)

 

y era tu amor el aire que enfriaba mis palmas

y era tu amor la pata de cóndor que descendía

para arrancar de mi pecho

la última sombra

 

esta última sombra tuya.

Byron Ramírez (Desamparados, Costa Rica, 1997). Poeta, filólogo y profesor de Comunicación y lenguaje en la Universidad de Costa Rica. Se ha desempeñad ... LEER MÁS DEL AUTOR