Aurelian Titu Dumitrescu

Algo palpitaba como la vida

 

(Traducción al español de George Nina Elian)

 

 

 

ALGO  PALPITABA  COMO  LA  VIDA

la cara le fluía a lo largo de la carne de ella
las ancianas ya no se distinguían entre sí
la vida subía en las miradas como la humedad
en las fosas cerca de las aguas en primavera

seguía siendo algo que nadie necesitaba
los ojos del hombre olían a manzanas
las plumas del pájaro matado y olvidado así
eran dispersadas por el viento antes de tocarse

eran encalados los troncos de los árboles y se plantaban flores
ella miraba los rastros de la muerte con un acontecimiento
malezas se aferraban a las ramas de los ciruelos
a los pasos que ya no llevaban a ninguna parte

se desplazaban hacia uno como dos canciones
habrían debido venir paz y sueño
miraban la luz quietamente
su eterna perfección les tomaba el lugar del ser

la mujer había ligado una moneda de oro
al dedo que ella no podía distinguir del pasado
era el sonido de un pájaro muerto
cayendo sin cesar

 

 

BLANCO  Y  ESPÍRITU

una gaviota en una terraza descolorida
estaba esperando parada en un solo pie
sin saberlo
yo era su espera
vinculado por misterio
a aquel único pie
en el que el pájaro encontraba su equilibrio

la gaviota movía levemente su cabeza
y sus movimientos me daban tranquilidad
parecía saber por qué se movía así
yo no veía sus ojos

la gaviota se mantenía parada en un solo pie
el alma había tomado su forma
un pie invisible
mantenía en equilibrio el susto
de que los pájaros miraran de una sola manera

 

 

MÁS  ALLÁ  DEL  PUENTE

tormentas dibujaban en la arena nacida de las paredes desmoronadas
sabía que es un hombre según la mirada con la que lo buscaba
y según la manera en que las ramas se inclinaban sobre su cabeza
qué difícil era el vuelo en los cuerpos anunciadores

volvían sólo quienes nunca habían vivido
a veces la revelación rompía al revés las palabras
miraban continuamente la vasta masa muda
y la reconciliación entre el cuerpo y la hoja

 

 

ESTACIÓN

mi madre pone la ropa lavada – más blanca, más negra (como los días) – a secar
la veo voltearse – ama de casa – entre las flores de los albaricoqueros
“los años se alojan en nosotros como la gente en una nueva aldea”

 

 

LA  SOMBRA  HA  RODEADO  COMO  UNA  SERPIENTE
EL  HUEVO  DESLIZADO  EN EL  VIENTO

Ha
agrietado
el campo del caminar
de las manadas,
los animales son nubes
buscando su equilibrio en el cielo
como la muerte
en el cuerpo

 

 

LA  MEMORIA  DE  LA  VIDA,  OLIENDO
A  MUJER  PURA  Y  EMBARAZADA

Cada brizna de hierba habría vuelto a las estrellas,
la piedra grande y blanca en medio del campo traía las estrellas a ella,
el trigo se mecía como las caderas de una mujer que se aleja,
llevando con sí las líneas verticales
y la grandeza
de la piedra.

 

 

HORIZONTE  PARA  CADA  UNO,
EL  CUERPO  DEL  OTRO

Donde
las piedras son noticias
y nadie de nadie se separa,
aquí está aquel hombre decidido en sus viajes:
sus hombros anochecen,
¡darle una camiseta cuando me quedaré dormido,
si tendrás tiempo para conseguirlo!
¡también una huida azul de aire darle!
para borrar las lágrimas de sus ojos
si llorará
algún día.

 

 

PORQUE  DE  LEJOS  VINIENDO
EL  TIEMPO  FUTURO

un lisiado se arrastraba increíblemente fácil
entre las mesas de madera
a través de su mirada se podía escapar
las paredes bloqueaban los colores de las botellas
dando a los objetos circundantes una forma de espiral
alguien gritó un nombre
lo gritó una vez más
la tarde era omnipotente
sobre el brillo de las copas sucias
una botella ordinaria
una botella de cuello corto
le causaba al hombre con la boina sujetada sobre la frente
una risa seca y negra

 

 

ESO  ES  TODO,  LAS  ESTACIONES

el guitarrista tenía al cuello una cadena de perlas
la máscara estaba colgada en el árbol de Navidad
un grito animal
incoloro y pesado
unía la máscara y la persona
las miradas se levantaban como las salpicaduras de agua al arrojarse de un suicida

 

 

LOS  CABALLOS  DE  MADERA 

nacían y morían a la misma edad
los niños subían sólo cuando podían mantenerse la estabilidad por sí mismos
llevaban lentamente hacia su cara un tiempo húmedo
un tiempo que tiene como carne el tiempo de la luz

el reloj rechazaba tanto silencio
la vida se había convertido exterior
los pequeños caballos corrían en círculo perfecto como los anillos de metal
lanzados alrededor de los cuellos de los animales para que esos puedan ser atrapados

la perfección dividía la muerte en vida
los muertos rompían trozos del tiempo de la felicidad
pero, mirad, sobre los caballos caía una hoja
la perfección regresaba con calma, vertical

 

 

RETRATO  DE  MUJER  ANCIANA

las formas de los platos y cacerolas se separaban y se acercaban a su cara
en el borde de la ciudad había un agua debajo del que la mujer anciana sentía una memoria
caía dormida en la vieja silla de mimbre esperando la luz
giraba en torno a la casa amarilla diciéndose que no habría sido capaz de ir a cualquier parte
permanecía durante horas por mirar el yeso limpio del que se levantaba el polvo
la yacija del gato la protegía y la dejaba pasar
la violencia de la hierba crecida por todas partes ya no podía quitarla