Estás al lado de mis miedos
(Traducción al español de George Nina Elian)
Vivo una época en la que todas las edades duelen.
Un poco más y ya nada dolerá,
porque ya no habrá nada que duela.
¡Dios, qué serenidad en el gran triunfo mineral!
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Hierro caliente es el pecado, Señor Jesucristo, vida encendida
en la antecámara de la muerte, invierno derretido
por una gran vergüenza, estoy constantemente
esperando una voz en la que se oculta Tu presencia,
hablo en Tus silencios.
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¡No te vayas!, las bocas de los vientos
soplarán por tu larga ausencia,
las huellas de los imperfectos se sientan en silencio,
lo que no sucedió
después de que te fuiste. Habitantes de las nieblas,
guerreros de salidas sin regreso
te llamarán por tu nombre.
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Estás al lado de mis miedos,
cuando mi vida está pasando por un tiempo
de bocas codiciosas,
estás al lado de mis miedos,
mis caídas te involucran a ti,
cuando, en el vacío que podría absorberme,
tus sonrisas se alinean
como escaleras,
junto a ti los infiernos tienen bocas mudas.
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Desde hace un tiempo hasta los objetos
sienten mi soledad,
el presente es tan denso
que me arranca la cara.
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Silencio, solo el zumbido
del dispositivo de sufrir
desechable
corta la mañana, miles de pedazos blancos
se distribuyen para el consumo,
suaves bancos de nubes llevan rastros de vidas recién retiradas,
mucha gente regresa de viajes nocturnos
y se conecta.
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Las mañanas, estos depósitos fríos
donde se escuchan viejos alientos,
ahí los miedos, como buenos padres,
encuentran el núcleo mismo del tiempo
de una infancia enrojecida por la timidez dormida
¡quédate conmigo! ¡espera un minuto!
pronto aparecerá una mano y dibujará
el rostro de tu muerte recién nacida.
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Una pequeña voladora
¡ojalá fuera tan pequeña
que el ojo frío no pudiera verla!
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Números y años
se funden en la mezcla del día,
el tiempo se convierte en la pasta
sobre la que se imprimen
las pisadas del peatón.
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Al final, nos despedimos
de nuestros nombres,
pero ellos, temblando,
siguen buscando un cuerpo
y asustados encuentran otros nombres
como amos despiadados,
en su temblor se ven imágenes del pasado,
distantes, en otras vidas, tocadas por la fatiga,
y empiezan a cantar canciones desgarradoras
como los otoños en que los amores cambian de cara
y los rostros ya no se reconocen.
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Dios, mi corazón es una piedra sobre la que bailan
todas las lujurias, mi corazón es como un campo
en el que Te abandono y Te dejo presa de la bestia,
en mi corazón crecen flores para la puta de babilonia,
muchos se alimentaban de la turbación de mi corazón y todos
tenían caras de merodeadores pervertidos.
Fui a reuniones y entretenimientos con ellos
y sentí su latido inigualable
cuando arreciaba
el calor devastador.
Señor Jesucristo, no puedes confiar
en mi corazón,
hay vacío en sus despensas
después de que, luchando, llamó la muerte
y la arena fluyó de él hasta que las vidas devastadas
se ensancharon y espesaron.
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Con los pies quemados pasé por todos los lugares,
pasé por ciudades que no recordaban mi nombre,
crucé ríos y me sentí pobre,
no conocía a nadie y miré el espíritu errante
en la boca, llevé conmigo gritos silenciosos, lo que había que salvar
se salvó sin mí, conocí vanidades y cenizas,
vi rostros destinados a la desfiguración,
me dije a mí mismo que era un mensajero,
me pasaron insospechadas encarnaciones
de la traición y fe piadosa, en las soledades
percibí las voces de las destrucciones,
los signos del bien pasaron inmaculados
por mi vida, cuento los peligros
y sé que lo que tenía que empezar empezó
y una pesada voluntad florece por doquier.
#
Por la mañana
estoy repartido
en el descanso entre ayer y esta mañana,
una profunda mudez, me dirijo
hacia, me estoy acercando a este silencio
que ahí incluso podría ser
la fuente de algo que pueda reprimirme,
otras veces el tiempo pasaba suavemente
en mi rostro y hablaba con/a las voces de los amigos difuntos,
en su dulzura hizo su morada una madre protectora,
ahora,
por mucha riqueza que acumule,
no puedo dejar de notar
que me retiro
a un recuerdo ensangrentado.