En esos cristales brilla el gozo
EN LEJANO PUERTO AYUDO A LAS CIEGAS
recolectando miel en los riscos más empinados
y así sus sueños se prestan al sonido que hacen cayendo desde los faros
a pesar del fuego que nos rodea
el rocío embotellado en las esquinas
salta con sus cascabeles al cuello
desorientando la audición de todo cuanto se esconde tras las sastrerías
en las ondas de radio emitidas por austeros mástiles
nos oyen proferir sobre los tesoros de islas próximas
donde mis hermanas mayores nacieran sin que yo lo supiera sorprendido
a mitad de la cicatriz
aparece un gato de ojos azulinos
mordiendo el tiempo que nos resta al moler nuestras espaldas
bajo los horarios más sibilinos de la ría
cambian pues los cuerpos sin lamentos
pero duelen las almas entre suspiros
brisa que se ensancha derramando elegías a muchas leguas de aquí
abriendo llagas en las comisuras desconocidas para toda persona durmiendo
bajo vientos grises
éramos en tanto
hasta que el día se alce fatalmente
solo el polvo inmóvil entre los salvajes trebejos
IN THOSE CRYSTALS SHINE THE ENJOY
soon as a blue comet a sea of sundays
appear from your kissed letters
i heard your hands over dust
the trail that a wind left at dawn
a corner constantly stared by despair
red like a cold star in the emptiness
you lend hope to my lonely bruise
give such beauty to this black ink
a last image seen in the reflex
an hour when the light yawns
a sigh across the obscure hall
en esos cristales brilla el gozo / pronto como una cometa azul un mar de domingos / aparecen desde tus cartas besadas // escuché tus manos sobre el polvo / el rastro que dejó el viento al amanecer / un rincón constantemente observado por desesperación // roja como una estrella fría en el vacío / tú ofreces esperanza en mi magulladura solitaria / das tanta belleza a esta tinta negra // una última imagen vista en el reflejo / una hora en la que la luz bosteza / un suspiro a través del oscuro vestíbulo
SOSEGADO frente al celeste paisaje vacío, pienso en la sobrevivencia de estos años sigilosos, guardando versos en cada libro que tuve entre mis pocas carnes esperadas por hienas y buitres. Cada trazo me lleva a la búsqueda de Cipango y Catay atravesando los mares innombrados α Cada escollo es recuerdo del trayecto hasta la amnésica Ítaca Ω Cada herida es un ladrillo más en la impenetrable Ciudad de las Damas ۩ Alguna vez me propuse describir a las miríadas de pájaros, clasificarlas y darles espacio en los bestiarios más recientes, pues nadie se ocupaba de ese noble oficio. El poema es frágil ante el existir pero irrompible ante el olvido. Han sido muchas las tentaciones pero nada como las horcas colgando en las vigas, seduciéndome en plena medianoche con sus sonidos inertes, torciéndole así el cuello al cisne de engañoso plumaje. Sé bien que todo es azar ‒sin duda, cada paso tiene su pizca de viento‒ como un céfiro en aquellas buenas estancias con la amada, inmóvil tras el amor. Con crepúsculos tatuados en las usanzas y lúnulas en los oídos, siempre íbamos a los parques más desolados para morirnos de frío, escribiendo esas sensaciones en las márgenes de la súbita garúa. El poema es nada más que papel hasta ser devorado por los hambrientos de la belle époque. Afásico desde el fondo de una nave encallecida, con la guitarra llena de silencio y la voz recluida en el éter, cual reloj crispado luego yacemos en la playa como náufragos llenos de fiebre y neurosis, disfrutando de la brisa corriendo en lecho verdoso. Heme aquí infame pues siempre me como el pan de ayer con café del día, y porque en ningún durmiente del tiempo se acaba el mar en mis invidentes comisuras. Entrar en quintas ‒como en la que yo aún habito‒, allá lejano donde antes estaban los indiscretos teléfonos, hoy existe una invisible electricidad a través de la cual viaja la poesía de hoy. El poema es de continuo lo hilvanado entre nubecillas, con la ilusión de conferir lo que tiembla en los fuegos. O quizás solamente haya sido un corazón incrustado en la pared de una iglesia