

Presentamos tres textos claves del imprescindible poeta peruano pertenecientes a su libro Las inmensas preguntas celestes (1992).
Antonio Cisneros
TABERNA
En las tinieblas los cuerpos envejecen
sin que nadie repare en el escándalo.
Un rostro amable y terso se confunde
con los belfos que van hacia la muerte.
Por eso somos hijos de la noche
a la puerta del templo. Un lamparín
es también el anuncio de reposo
para los cazadores extenuados.
Una taberna, por ejemplo, es en la noche
el frontispicio de las maravillas.
O al menos una luz en las colinas
donde rondan los perros salvajes.
Nadie teme a la muerte adormecido
en su mesa de palo y sin embargo
entre los altos vasos apacibles
se enfría el corazón con la insolencia
(y el encanto tal vez) de un tigre adulto
en la plaza del pueblo a pleno día.
Ninguna confidencia en verdad nos degüella.
Ni la risa recuerda a un jabalí
de pelambre dorada y fino precio.
El páncreas es un campo de ciruelas.
Los diablos apagan la linterna.
Aguardan (como suelen) donde cesa la luz.
NOCTURNO
Vivo en una casa protegido
por mujeres pequeñas, alegres y benignas.
Fuera de eso, el aire es áspero y azul
(y malo para el asma).
Un abra entre las nubes y la tráquea
atrás del horizonte.
Inmóvil dentro y fuera del pulmón
compacto y plano.
Las hormigas pululan a la luz de la luna
y sin destino.
Las aguas se retiran y nos privan
de todas las especies comestibles.
No tardes Nora Elvira, amada y lenta.
Lenta mía y bucólica no tienes
ni siquiera la excusa
de algún verde pasado rural.
ANIVERSARIO DE BODAS
Voy a lucir mi camisa azul marino
(casi negro) que compré
en un remate de Navidad y mis zapatos
de lona recién lavados.
Tú llevarás esa falda de cuero
que te traje de Chile,
una blusa de seda
y los labios pintados de rojo.
Tenemos que estar orgullosos
de nuestro matrimonio.
Como de los cubiertos
que guardamos en el armario verde
de la cocina.
3 cuchillos para comer pescado,
7 tenedores para carne,
5 cucharas soperas,
14 cucharitas de café
sin contar las de Iberia
y American Airlines. También podemos
(ya que estamos en verano)
considerar al sol
como una pertenencia. Su luz
contra los muros
del patio principal
y las hojas de vid.
Aunque sobre todo
debemos alabar las luces de tu pelo
amarrado hacia atrás y recogido
con una cinta azul.
Ahora el mar se bambolea
en una ventana de la sala.
También nos pertenece.
Esta noche ordenaremos
nuestra ropa de fiesta
con sumo cuidado y dignidad.
Esa falda de cuero
que yo traje de Chile
y la blusa de seda
y mi camisa azul.
Nos cubriremos apenas
con unas túnicas de algodón sin cardar
como los japoneses
en las noches más rojas del verano.