Antonella Caggiano

El mar que permanece es sal

 

 

 

(Traducción al español de Emilio Coco)

 

 

 

 

En la tierra de otro

adiós

arde un ocaso

sobre un altar

de sangre

 

Justo aquí

tenía una cita

con Dios

en el charco de cielo

de tus ojos

 

 

***

 

 

Entera

la nieve

del último llanto

 

mariposa seca

en un libro olvidado

 

hemorragia

de esperanzas

 

 

***

 

 

Danzan los colores

a contraluz

en el falso blanco

de la creación

 

Más allá del bien y

del negro de todo sendero

las almas se abrazan

si tienen las mismas palabras.

 

 

***

 

 

Entonces te veré

pasar, mi hermano

aliento sobre un cristal

 

Sombra sentada

en tu silla, fulgor

de la falena

 

Pasos más lentos

hacia la puerta

que no se abrirá

 

y todas las excusas

que aquel dios distraído

entre manos secas

 

no sabrá encontrar

 

 

***

 

 

¿Dónde buscarte?

Punto congelado

entre sueños amarillentos

El intento fallido

de viejos zapatos deteriorados

en una avenida de nieve

 

Donde crecen las violetas

y tú mirabas

la vida jugando

 

 

***

 

 

Te he perdido

en la red

del día perfecto

 

Amor vertical

vértigo de humo

 

 

***

 

 

No sé dónde me llevará

aquella flor púrpura

que me ha devuelto el corazón

 

Nubes y palabras

danzan alrededor del mirto

de mis fantasías

 

 

***

 

 

El mar que permanece

es sal

en el caracol de los niños

 

Mar de domingo

hileras de autos, el tiempo exclusivo

del aburrimiento, del amor

 

El descubrimiento de la roca más alta

convivialidad en las playas

la fácil rima con amar

 

El bañador del año anterior, los amores encendidos

desnuda la mirada

ningún oropel, el mar

 

la libertad sin dinero

el estallido de la sonrisa

detrás del telón de los ojos.

 

 

***

 

 

“Moriremos juntos

–me decías–

en un abrazo”

y yo te creía

 

Nos encontrarán atemorizados

como árboles entrelazados

Entonces seremos justos

el error calibrado

–el sol dondequiera–

el mar

en el aliento de luna

 

En la marea baja

bocas sin aire

abren de par en par

la noche.

 

 

***

 

 

He aprendido la elegancia de mi madre

el arte de saber colores, telas

“Los harapos necesitan porte,

también en el mercado encuentras lo que brilla”

 

La dignidad del no, la pobreza que

no grita, callarse contra quien grita

el saludo sencillo de la sonrisa

fingirse ciego a la carcoma de la envidia

 

He aprendido de mi madre a quebrarme,

sin hacer ruido.

 

 

***

 

 

Tú me hablas de éxitos triunfos

que derrotan muerte y delusiones

y tienen la pretensión de eternidad

 

pero yo tengo la carne descubierta y sangro

con tu aliento, la ausencia de alma

dormida en mí tu noche fría.

 

 

***

 

 

Anorexia

 

Me quedo más acá

de la oscuridad cerrada del sol

Y me pregunto desmembrada

cuántos kilos de sangre

servirán para

olvidar el vacío de amor

 

Recuerdo de niña girasol,

entonces el monstruo era

la noche

Un abrazo bastaba

y aquel encaje de corazón y hombros

 

Ahora me conduces

a tu abismo de donde

vomitas la espina

de Cristo

 

Quién sabe si

de esta muerte

saldremos vivas.

 

Antonella Caggiano Licenciada en letras, vive en la ciudad de Pescara donde enseña. Ha colaborado en los periódicos “Il Roma” e “Il giornale di Napoli ... LEER MÁS DEL AUTOR