El parque
(Traducción al español de Corina Oproae)
Los cantores de villancicos
Lloro en la intemperie, las hojas han desaparecido
para siempre, la escarcha se ha vuelto azul.
tengo una sola raza: el placer.
venid, cantores de villancicos de la destrucción
con manos blancas sobre pocas armas,
con labios finos para atacar
a la negra,
para cortarla en dos,
en el frío,
en la nieve,
abierta en canal sobre un muro.
dentro, el sacrificio y la mano con los huesos
desesperanzados de la humillada.
la noche cae como una sombra
sobre la tumba de madera del poeta.
Signos de un determinado poder
Bajo el cielo, bajo las manos, bajo el sexo
sin pecado, con ojos ojerosos y labios suaves,
repites tu crimen. la noche se acerca,
la ventisca vertical me recuerda el honor que destruye.
escribo en una lengua que solo yo conozco,
es la lengua que dibuja palabras,
se insinúa en el tiempo
y lo sustituye por los signos ocultos
de un Poder ajeno a mí
del que no me desprendo.
encontremos, aterrados, las letras que acechan
entre las ruinas de la casa de paredes blancas,
todavía.
El griego quemado
Nada me parece demasiado; tal vez una mano que
reemplaza a la melancolía; y la mano interior, infinita.
el griego quemado cuya sandalia permaneció intacta
en el fuego que sonaba abatido como una guitarra.
Señor, en el frío que se deshilacha busco el júbilo.
incité mi fracaso, la poesía y la muerte; incito
ahora mi sangre, mi pelo negro y mi piel.
sin cielo con el cielo delante.
sin amor con el amor delante.
la huella que tú conviertes en animal de presa.
sigo tus pasos con ojos sombríos de odio.
oscuridad en plena luz.
noche en el alba que nace.
noche y oscuridad en las palabras;
solo en mis palabras.
El pabellón de los locos
De camino al pabellón de los locos
llevo sangre en las plantas de los pies
y mi enajenación no puede ser más honda.
Señor, ya no puedo creer. olvidé
lavar la sábana negra que me oprime.
soy la hermana de Lázaro, que ya no resucita.
para mí solo hay sombra.
para mí solo hay locura.
blanco como la cal es el pabellón que amo como a mí
misma.
allí la droga. allí la violencia. allí el sexo. allí
las palabras.
al sol, un perro duerme tranquilo
a los pies de un loco, de un amo, que canta.
Votos
La monja rompe sus votos;
ahora comienza la masacre y el miedo.
ser lo que no eres no es fácil.
pero ser lo que has llegado a ser es terrible.
un ángel visible me corta el paso.
un ángel invisible
me da el vaso de hierro
para llenarlo de sangre.
un ángel enfermo me dice
que el amor y el odio no tienen fin.
llegará el día en que dibujaré las palabras que
ya no puedo pronunciar.
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-Angela Marinescu
El parque
Traducción de Corina Oproae
Colección Visor de Poesía
España, 2025