Inventos a los que llegamos tarde
Palabras de este mundo
Nueva poesía argentina
Selección y edición: Marisa Martínez Pérsico
La otra vía
Un poema no acude
a un solo andén.
En la estación que sabe demasiado
lo que quiso decir,
descarrilan los trenes.
El jardinero
Aprendí con mi abuelo a plantar árboles.
“Los sauces necesitan
más agua, Andrés, que vos,
y sus raíces
al principio no son
demasiado profundas.
A veces crecen rápido
y otras veces se estancan en la tierra,
asustados del aire.”
Hoy no existe ni abuelo ni país
ni tampoco ese niño, pero queda
aquel sauce encorvado al que –me digo–,
Andrés, hay que cuidar,
estas raíces frágiles,
este miedo a la altura de la vida.
Palabras a una hija que no tengo
Entornaré tus ojos si prometes soñarme.
Compréndeme, no es fácil velar por alguien siempre,
a veces necesito saber que tienes miedo.
Cuando sepas hablar, dame mi nombre:
diciéndome papá habrás hecho bastante.
En invierno no abrigues demasiado
tu cuerpo de princesa, más útil y más noble
es irse acostumbrando a resistir.
Acepta golosinas de los desconocidos
(no anda la suerte para andar negándonos),
pero apréndete esto en cuanto puedas:
más frecuente es lo amargo o que te ignoren,
y no los caramelos.
Te enseñaré a leer fuera del aula
y llegada la hora quiero que escribas mar
sobre los azulejos del pasillo.
Cuando cruces por fin la calle sola
sabrás que el riesgo y la velocidad
perseguirán tus días para siempre.
No creas que en el fondo no soy un optimista:
de lo contrario tú no estarías ahí
cuidando que te cuide como debo.
Como ves, desconfío
de quienes no veneran el asombro
de estar aquí, ahora.
Existe la alegría, pero duele;
tendrás que conseguirla.
Y cuando la consigas tendrás miedo.
Inventos a los que llegamos tarde
No conoció mi madre
las máquinas que espuman.
Soy pensado por ella
al servirme una taza de mañana.
Como si, más al fondo de las venas,
mi madre cafeína
celebrase en voz negra los inventos
a los que llegó tarde.
La gotera
La juventud no acaba con la edad
sino con la certeza de algún daño.
Un joven no es piel tierna
ni una fuerza infinita, sólo es alguien
que al fondo de su voz se siente intacto,
alguien cuya esperanza
tiene menos de esfuerzo que de jarrón brillante.
La certeza contraria no se llama experiencia.
Se llama simplemente suciedad.
La muerte ensucia, mancha,
enloda tu zapato de verano,
captura tu tobillo saludable,
presume de tu pierna inmaculada.
La muerte es la gotera inaugural,
es un diente en el techo,
el oficio del lobo prematuro.
Cuando la muerte ajena empieza a hacerse propia
empieza la otra vida.
Otra mucho más breve.
Y mucho más cargada de deseo.
Algunas palabras de este mundo
Quiere esta antología, junto con difundir las voces de treinta poetas argentinos nacidos entre 1970 y principios del siglo XXI, ser, con su eco preliminar de Árbol de Diana (1962), un homenaje a Alejandra, de cuya muerte se cumple medio siglo.
Celebrar, desde el guiño de su título, esos pequeños artefactos poéticos perfectos, esas piezas muchas veces brevísimas que dan cuenta de una subjetividad quebrada, de una orfandad metafísica, con unas dislocaciones pronominales que potencian el característico tono de tipo liminar pizarnikeano, siempre al borde, en el umbral o límite entre posibilidad e imposibilidad del decir. Poesía que es desamparo y morada. Claridad y oscuridad a la vez.
Las páginas que siguen son un intento de visibilizar y divulgar un repertorio de voces que se inscriben en distintas tradiciones líricas nacionales: hay derivas de la poesía conversacional, propuestas en clave realista, programas de carácter hermético, de indagación ontológica o continuadores de la tradición de la ruptura, estéticas herederas del neobarroco/neobarroso y de la poesía experimental, del riesgo, que se institucionalizaron en países como Argentina o México, especialmente durante la década del ’90. Poemas en prosa y otros que buscan el diálogo intergenérico o transmedial (lírica, narrativa, teatro). Poemas que no exceden una página (¿una pantalla?) y poemas largos memorables.
Esta muestra responde, además, a una vocación federal y extraterritorial. Incluye autores que nacieron y viven en distintas provincias argentinas –desde Salta hasta Tierra del Fuego– y otros radicados en el extranjero (Holanda, Francia, España), que encarnan una argentinidad poética ‘extraterritorial’ (George Steiner), ‘glocal’ (Vicente Luis Mora) y ‘posnacional’ (Bernat Castany).
Marisa Martínez Pérsico
Roma, octubre de 2021