La poesía y los poetas
Por Floriano Martins
FM | ¿Cómo podemos hablar, a partir de tu propia poesía, del pensamiento poético y de qué tarea humanística se convoca, de qué manera actúa, con una determinación estética y también con su orientación comunicativa?
AG | Creo que lo poético supone una manera ¿especial? de mirar la vida. No de forma estrictamente lineal, sino integrando todas las capas y matices que existen en lo que llamamos realidad; incluso a partir de un mínimo “insight”, una especie de revelación y/o deslumbramiento. Y creo también que existe mucha gente que tiene esa mirada. La única diferencia es que el poeta puede, además y felizmente, ponerla en palabras, así como otros se expresan con una sonrisa, un abrazo, un deslumbramiento silencioso. El poeta entra al campo estético, pule, corrige, construye, deconstruye tal como haría un escultor con la materia o un pintor con su pincel y su lienzo. Se trata de buscar la mayor excelencia posible. Desde ese lugar se comunica, se intenta llegar al otro, con-moverlo. Es decir, moverlo, acuciarlo, rescatarlo. Acompañarlo. Esa es la clave. Que el lector empatice con lo que lee. Que pueda decir: -Sí, así es, a mí también me pasa-. O, aún más allá, que se le abra un nuevo universo, una duda, una fisura, un resquemor. De nuevo: con-mover, moverlo. Proveerle una anagnórisis, como decían los griegos. Búsqueda estética y comunicación: la fórmula mágica.
FM | Simpatías, parentescos, analogías, ¿cómo se relaciona tu poesía con otros poetas, en cualquier tiempo o lugar, que tal vez te permita ubicarte en una familia poética?
AG | Si hablo de mis preferidos de verdad siento que soy, en todo caso, la hermana muy menor de ellos. Difícil, imposible, incluirse “entre” ellos. Además, soy muy ecléctica a la hora de elegir. Hice la carrera de Letras y, durante esos cinco años, amé y admiré a cada uno de los poetas que fui leyendo (obviamente, aludiendo sólo al género lírico). Tanto se admira, y ahora incluyo narrativa y teatro, que resulta casi imposible largarse a escribir. Yo le debo la “osadía” a la escritora y tallerista Gloria Pampillo, que me instó fuertemente a animarme y concretarlo mientras hacía con ella un curso de cómo coordinar talleres literarios. Desde Machado y García Lorca, pasando por Konstantino Kavafis o César Vallejo o Antonio Cisneros, Marosa di Giorgio, Charles Baudelaire, Clarice Lispector (obviamente), Alejandra Pizarnik, Susana Thénon, Blanca Varela; y hasta sor Juana Inés de la Cruz, Gabriela Mistral y Alfonsina Storni por las puertas que abrieron… Imposible. Nombraría a todos. Y a Borges, con su infinita red metafísica. Entre los argentinos y contemporáneos, Leopoldo “Teuco” Castilla o Diana Bellessi. Y, otra vez, muchos más. Tuve la suerte de conocer a grandes, enormes poetas como Juan Carlos Mestre, Ledo Ivo, Arturo Corcuera, Carlos Oroza, Celia Gourinsky, Carlos Germán Belli, Roger Santiváñez, Omar Lara, Verónica Zondek, Rodolfo Häsler, José Ángel Leyva, Luis Bravo, Jacobo Rauskin, Cristian Avecillas, Ana Arzoumanian, Roberto Arizmendi, Miguel Ángel Zapata, Renato Sandoval, Indran Amirthanayagam, David Castillo, Rafael Felipe Oteriño, Edda Sartori, María Casiraghi, María Negroni, José María Memet, Santiago Sylvester, Leonardo Martínez, Enrique Puccia, Jorge Paolantonio, Laura Yassan, Jorge Ariel Madrazo, Marcos Silber, Juan García Gayo, Héctor Miguel Ángeli, y la lista sigue, es enorme. Escritores y amigos/as. Algunos/as ya no están, pero están. Como puede verse, tengo una familia muy variada. Disfruto y aprendo/aprendí de ellos/as aún en sus diferencias. Y no me olvido de César Bisso, que nos reconectó a vos y a mí. Este es mi verdadero curriculum: lo que la vida me trajo junto a ellos.
FM | ¿Cómo se relacionan los poetas de tu país con otros poetas hispanoamericanos? ¿Existe algún tipo de comportamiento histórico, cuyas causas puedas explicar, que dificulten esta relación, no sólo en el ámbito de un diálogo estético, sino también en caminos abiertos o cerrados respecto de editoriales, revistas, la prensa etc.? ¿Operarían en este ambiente aspectos ideológicos o la eventual incidencia tendría una connotación individual, impulsada por alguna disputa o sentimiento de envidia? ¿Qué ha cambiado en este ámbito en los últimos tiempos?
AG | Es muy difícil responder. Supongo que las miradas políticas inciden. Pero mi experiencia es que siempre hubo una hermosa, entrañable convivencia entre todos cada vez que fui a un encuentro internacional o a una lectura. Y creo que existe un enorme intercambio, ya sea en revistas, en lecturas (muchas virtuales ahora). Yo siento solidaridad y la encuentro también, afortunadamente.
FM | ¿Cree usted que es imprescindible que los poetas asuman la responsabilidad de difundir obras de otros autores, no sólo en tu país, sino también en Hispanoamérica, creando mecanismos editoriales, como editoriales y revistas?
AG Me parece muy necesario. Imprescindible, sí. Paralelamente no sólo pienso en mecanismos editoriales (muy bienvenidos, desde ya, y gracias) sino también en encuentros literarios. Coordino un taller y siempre estamos leyendo a algún autor y, muchas veces, los invito durante lo que sería una “clase” para que cuenten, lean, compartan. Para conocerlos “de cerca”, aprender y disfrutarlos. Es imperioso difundir. Al público en general y al que quiere escribir en particular. No es posible escribir sin leer mucho, continuamente, sin permearse.
FM | ¿Qué valoración se puede hacer del entorno de la crítica literaria, incluyendo los estudios académicos, a lo largo de un siglo, en tu país? ¿Hubo avances o retrocesos y, en ambos casos, cuáles fueron las razones y consecuencias? ¿Hubo en algún momento la publicación de una Historia Nacional de la Literatura, y cuáles son los aciertos y defectos de tal libro, si existe?
AG Desconozco si existe algo así, un libro en especial. Sí obras teóricas, ensayos, reseñas. Durante la carrera leí una cantidad infinita de trabajos referidos a los autores que íbamos abordando en cada cátedra. Pero no recuerdo ningún libro en especial, salvo el diccionario de autores de Bompiani, que nos daba una somera idea de cada obra. Pero después había que profundizar, sumergirse. Un placer absoluto. A mí, además y particularmente, me interesa la mirada hermenéutica. Así que el diccionario de Jean Chevalier es mi guía y maestro. Del otro lado, siempre hay un público ávido, felizmente.
Poemas de Ana Guillot
MUJER 2
la baba de ese beso
la saliva en la espalda
en la vagina
la yerma lascitud
de haberse equivocado
de hombre
los corpiños al borde
de la cama
las enaguas que retienen la seda
no hay canto primoroso
no hay gemido grito rasguño gutural
espasmo
no hay nada
hay la pared y su humedad
como un augurio
el olor hueco de sus crines
sobre el desaguadero
ella tensa las manos
en el hierro
se sujeta de la cabecera
él empuja la queja más dolida
ella hace silencio
los corpiños al borde de la cama
una ladera montañosa
la roca de por medio
(haberse equivocado de hombre)
el hueco de las crines
no hay roce caricia extremaunción
no hay nada de nada
se encoge frugal ella
él avanza las crines y el quejido
taladra la madera del abdomen
los músculos más tiesos
se agigantan
las noches
pesadillas del aire la baba en los pezones
nada de nada
en el vejamen sólido
en el entretejido de las mantas
ella reza para que pase pronto
él oscila las crines
las masa de su cuerpo
no hay más techo no hay sigilo
no hay ternura
no hay nada de nada
ni acaso rebelión
habría
él se come la zarza en ese grito
ella detiene el rezo
él bosteza
ella gira en la cama
el pueblo es un espectro
una calavera amenazante
***
quiero ceñirme la corona
y respirar
los brillos de la casa
(un orden musical de proporción feliz)
quiero tesoros como pájaros
y mirar hacia el mar y no ver costa
he de sobrevivir a esta inmersión
(hay días como fuegos, como furias
hoy es uno)
***
brazada a brazada ella mastica
una almendra brillante
vacilación o lirio
enjambre o estertor
mientras busca lo eterno
en la ecuación abierta
de las cosas
(la lluvia es la señal
de que el pájaro trae buenaventura)
/hay un acontecer
hay una música
hay siempre hambre
y alude a la intemperie
como si de una bendición se hablara/