He dicho las cosas familiares
De: Los posibles espacios (2004)
¿el viaje es esto entonces
un peligro in situ
una estampida
el estertor en la garganta
y el aliento que
se detiene
algo
por descubrir
(esa cadencia
cierta luminosidad)
esta cárcel de huesos-digo?
De: La orilla familiar/La riba familiar (2009)
detrás del vidrio busco
los ojos parentales
la filiación dolorosa de esta guerra
-¿hay alguien ahí?- pregunto
mi abuela se levanta
silenciosa y de negro
como un corifeo lastimoso
quiere decir, no puede
los muertos no retornan
con palabras
mi abuela se toca el corazón
yo canto lo que calla
para que no se lo coma
nadie
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entonces cae la torre
y ella muerde
la tierra
ausente de su arteria está
indagando en el fondo
de las cosas
pensando
qué decir
esas pocas palabras cotidianas
lleva un rosario de huesos
(la mordedura incisiva)
sabe que mientras canta
ha de temblar
(un coro de mujeres
la acompaña)
mujer 1
-¡ah!, ¿se podía elegir?-pregunta
ahora que ya es vieja
ahora que su vestido es negro, aceitoso,
que ha parido seis hijos y tiene
el vientre entumecido, lacio
el peinado tirante y esa sonrisa tiesa
y finita
-¡ah!, ¿se podía gozar?
era posible entonces dejarse tocar en la entrepierna
sin que los padres miren
era posible cantar con voz profunda
como chavela vargas
no como doris day
el pasito liviano
y ese final feliz y tan yanqui
era posible cantar
un bolero
como si entrecerrara los ojos para él
la nuca para él
los pechos como frutas abiertas
y ese olor a verano
y las enaguas flotando el precipicio
la clara manera de decir que sí
-¡ah!, ¿se podía reír y no planchar
el ceño almidonado para que no se enojaran en casa?-
como si fuera la calle la apertura
la noche la apertura
un corredor erógeno
un relámpago en la columna vertebral
-¡ah!, ¿no estaba mal tentarse con la risa de otro
con el olor de otro
con la cintura de ese hombre perfumado
que traía jazmines los domingos?-
elegir qué ingles, qué palabras,
qué portazos pegar
cuando le pegan a ella las palabras dolidas
las palabras precarias, amarretas
haber parido hijos y no haberle escuchado
ni un –te amo-
nunca la caricia después de la descarga
nunca una manera de mirar diferente antes del desayuno
¡ah!, el frío la acobarda
es hora de cerrar esa puerta que viene haciendo ruido
es hora de prender el farol
y apenas descansar
mujer 3
la mujer arroja la llave
y va
descalza entre las olas que la apremian
es mortuorio el ahogo
(adentro o afuera del mar)
la mujer lleva apenas branquias pequeñitas
cómo competir con los pulmones
ávidos de humo y alcohol
los pulmones de ellos
cómo no ser carnada en semen blanquecino
pegajoso
cómo aliviar la posesión
da miedo esta paz de ollitas impecables
y de guisos
dan miedo el almidón, las aspirinas
da miedo el tenedor hundiéndose en la carne
la escena en la que él grita
y ella
llorando muy bajito
para que no se despierten los niños
el hambre
el deseo
de otro
o de abrirles el vientre con hebillas de nácar
destriparlos
de espaldas a ese mar
da miedo el que mastica
los signos femeninos
el que se come la luna
como un chocolatín blanco
cotidiano
el corifeo
a Carina Paz
a Silvia Montenegro
a las otras
rigurosamente ahora
escuché los quejidos
cada fisura fragmento
de piedra porosa pálida sedienta
me clava sus espinas
ellas respiran un cielo transpirado
chiquito
una dice –amor no me dejes ahora
(húmedos como presas
carnívoros)
amor no alcanza esta costumbre errática
este descaro transparente no alcanza
tu balcón
tu reiterada promesa no me alcanza
otra dice que hay noches en las que el alma es un barco suicida
y está intacto el estrépito
la escalera que se fue devorando a la niñez
-acá estoy-en andas
la mano extranjera en la vagina
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rigurosamente digo
me devoro, hermanitas, sus heces
sus vestidos
el velo enajenado
el grito que escuché sin querer
me devoro, me sorbo la latencia
puedo decir que estoy ahí ahí ahí
en el oráculo que dice lo que estamos esperando escuchar
rigurosamente acá, hermanas
hermanitas
cuidándonos los nidos
esta pesadilla diurna depredadora lisa
cada ciclo sangrante
cada parto
cada vacilación
intactas, impecables
en la miga pequeña
donde el pan se comulga entre todas
he dicho las cosas familiares
como una orilla
un dobladillo un borde
un pespunte
el renglón del cuaderno
una plaza
temblando la oquedad
muerta de sol de hambre de aspereza
la corona de espinas desarmando
los vestidos de ellas
(las del coro)
que están precipitándose los cuerpos
eludiendo las aristas porosas
toda vicisitud tomando
el toro por las astas
abriendo las solapas del velo
el perfume viril
la primavera
cierro la constelación sin darme tregua
una estrella por cada cementerio
una constelación de voces
que han podido
alimentarse de lluvia en sus planicies
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detrás del vidrio ella
la abuela que me mira
se toca el corazón
una espuma de encaje
junto al desaguadero de las otras
un mar en su quietud
equidistante
un predominio de la luz
la constante versión (y su tiniebla)
De: Taco de reina (inédito)
elegir podría ser
la manera de llevar la corona
con el cabello suelto
y sin que pese
traspasar el espejo y entender el revés
para que venga
por detrás de la bruma
la imagen
/cuando sea de día
habrá de despertar
en un jaula abierta
como una oruga
a punto de lanzar su flecha
sobre la hoja fresca del almendro/
a Jorge Ariel Madrazo, in memoriam
desde mi arena natural decaigo
como ausente del nido o del verde
pájara o paisaje o artilugio
para devenir
polvo que late
desde mi arena natural
espero el suceso
el rostro que reúna
a la hembra con su especie
desde mi arena natural
raspo
(me oscurece este mar
su hondura)
desde mi arena natural me esparzo
caracol o casa que me llevo
a cuestas
(playa en donde el agua
se vuelve a correr hacia su océano)
ninguna sombra hay
más que la de ella
y el desierto es inmenso como una lucidez
/una intransigencia de sí misma
intentando tensar
las cuerdas del laúd
la servidumbre sagrada de este cuerpo/
hacia la nervadura
tiniebla o luz ferina
o esmeralda disuelta en pormenores
hay
esa niebla bajita
un arrebato del follaje
como un brillo disuelto
algo que después desaparece
resplandece la hoja
la tarde la delicia
y luego algo hay
misterioso o distante
que la distrae del verde
discurso de la planta
(impermanencia
que el ojo no ve)
pero hay ese lapso
entre el verde y la planta
(entre el cuerpo y la tela)
una oscilación
(ese parpadeo que subyace)
tiniebla o luz ferina
algo que batalla
(distancia o rumor
rocío o acuoso abrevadero)
cuando se corre el verde ella sospecha
que niebla o luz ferina
algo hay
que distrae su quietud
y late
a mi nieto Joaquín
un no lugar
como decir esa pájara soy
esa blancura
una reina en su taco
(y la corona firme
y sin que pese)
el verde se adormece entre las piedras
y aquiescencia o milagro acá estoy
caracol que me llevo
voy llevándome a cuestas
conversando del pájaro
(de si se vuelve en pájaro)
con mi nieto mayor
a pura contemplación
carnada de algún pez
o pura algarabía
en el manso silencio
un no lugar
que es en realidad
el espacio más poblado
de mi carne
–a veces soy feliz– digo
y arde el mar
mi danza
(nunca ha dejado de ocurrir)
la rama (o su reflejo)
el hombre (o su reflejo)
los cuerpos triangulados
la copa (o su reflejo)
¿la barca o el naufragio?
el oro bajo el agua
en pleno río