Memoria selectiva
(Selección y traducción de poemas del inglés al castellano por Khédija Gadhoum)
Poesía, ninguna
No son los segundos
esos escasos momentos
a la hora de dormir
que hacen que un sueño viva
para luego desatenderlo.
Es más bien el olvido
ese sombrío descuido
que se empeña a apagar la luz
en el aposento de los sueños
casi a la hora de despertar.
Así son las palabras.
No pretenden ser escritas
cuando te despiertes.
Isla
Resulta tan aburrido
adivinar el futuro
cuando es igual para todos
dijo,
y con una gran paciencia
igual a la del mar
se vio convertido en una isla.
Memoria selectiva
Bajo la tenue luz
de una luna casi llena
sombras de adoquines se parecen las calles.
Extraviadas están las palabras de un poema,
aquí sólo queda la esencia
al igual que mi olvido,
entre los versos
que supieron cómo tenerme en cautiverio.
Mientras otros
afirman que en alguna parte se oculta la vida
y que todo lo que queda
es una memoria selectiva.
Sabor a ruinas
En las ruinas recién descubiertas
un arqueólogo se pone de rodillas
con la intención de limpiar algo.
En algún lugar remoto, junto a una mesa
un esqueleto vestido con harapos
parece vigilarlo.
Bajo la tenue luz de las ruinas
otro arqueólogo advierte:
“¡El tiempo fue despiadado con el poeta!”
El que está de rodillas junto al esqueleto
sigue limpiando mientras le contesta:
“Sí, pero sus palabras aún tienen sabor…”
Por fin
Consigues lo que nunca has pedido.
¡Por fin!
Logras afirmar que el presente
se vale de una máxima que le permite retratar la quietud del alma
que te susurra al oído:
“¡Por fin!”
Respiras de distinta manera
y percibes lo que se está comunicando solamente con las palabras:
“¡Por
fin!”
Conoces entonces a tu ser
y te darás cuenta que jamás dejarás de tartamudear, después de susurrar:
“¡Por fin!”
Y la mente comprenderá
que las mejores soluciones son inalcanzables en el futuro,
al igual que en el pasado
salvo cuando uno esté
en ese momento presente
y oportuno para enlazarse en una caricia
entonces lo sabrá reconocer:
“¡Por fin!”
Pitia
“Por el fuego que prendiste.
Por las hojas que quemaste.
Por el sueño en que viste llegar a la culebra de humo.
!Lo juro!
Pitia no está más con nosotros”.
¡Ojo!
Está por llegar el invierno.
Pitia se fue y nunca más la volvimos a ver
se fue susurrando algunas palabras
entonces prendes un fuego
quemas unas hojas
y en el nocturno sueño ves palabras de humo
las ves aunque no las oyes.
¡Ojo!
Está por llegar el invierno.
Desapareció Pitia
junto con la última chispa.
No queda más fuego,
sólo humo ahora
que se parece a una culebra que se muerde a sí misma.
Hacia el final, el sueño nos advierte algunas palabras:
“Todo inicio tiene un fin…”
¿De qué serviría asombrarse si no fuera para superar la soledad?
I.
“¡No te acerques a esta palabra!”
No es una obra musical.
No brinda ninguna felicidad.
Ni entibia ni enfría.
¡No te acerques a esta palabra!
La tierra no volverá a ser frondosa
¡Tampoco será azul el cielo!
“Tantos noes”
mas tan cerca de la sorpresa me acomodaba
y detrás de las palabras me escondía.
Así llegué a percibir la luz con mayor claridad,
mientras ascendía palabra por palabra, todas las palabras del universo,
rodeada de un sinfín de “noes”.
II.
Había cisnes a mi alrededor esa mañana.
Era el inicio de la primavera.
Estaban las palabras sumergidas en “noes” etéreos.
“Noes” por todas partes.
Lagos en ninguna.
He aquí lo que estaban buscando los cisnes.
¡Lagos!
Pero ya lo dije.
Cerca de la sorpresa estaba yo,
y palabra por palabra
al igual que las gotas que sabían adónde iban,
todos los “noes” de este universo
se juntaron frente a mí y se volvieron un lago.
En sus aguas estaban los cisnes.
Ya que en cada palabra yacía un “no”
entonces, ya me dirás:
¿De qué serviría asombrarse si no fuera para superar la soledad?