Alfred Corn

San Antonio en el desierto

 

 

(Traducción al español de Guillermo Arreola)

 

 

 

SAN ANTONIO EN EL DESIERTO

 

Para colmarse de sagrada vacuidad

se aísla el ermitaño en una cueva del desierto.

Ayuno y oración harán fiable el destierro.

La palabra que el Espíritu dicta: su pan de cada día.

 

Menea y alza Quimera su cabeza alambicada;

un reptil de fofa piel resopla y brama;

bruñen los holgados días lacerantes y abyectas pesadillas;

pega el sol en un gong de latón, y no se ocultará.

 

Leve sombra en las paredes de la cueva, si presagias

tormento o regocijo, se sabrá por el contorno que dibujas.

El amor mismo puede que corrompa, y así burlar

su objeto de deseo, disimulando con un beso deletéreo.

Antonio se hinca, se ciñe a su feroz encierro,

y escucha: sosiégate, y entérate: soy Dios.

 

 

 

 

NOVIEMBRE SE DESHOJA

 

Muertas, la mañana las encuentra plateadas

a costa de los árboles.  Como el fino estriado

que el troquel sigue en las monedas

en cada imagen una rima el frío ha grabado.

 

Basta poco cambio para lo que hay que comprar:

mantas en saldos de blancos, lanas al nevar,

de la bóveda celeste el invierno reparte.

Verde cobre plata el tiempo en ramas crece y parte.

 

 

 

 

LA CUADRILLA

 

Sin mediar convite, aparecen dos, o a veces tres.

Camino hacia ellos, respirando ansiedad

Por fríos pasadizos, tapices de fábula

(caza mayor en cuerdas de seda).

Cada cual ostenta una anticipada expresión.

 

(De haber intuido que el combate sería real,

¿hubiera braceado tan hondo, tan suelto y oscuro?

No reparé en elegir, cuando una turbia voz

me hizo recordar que un rostro

a mansalva, aunque humano, un ciclope es.)

 

Bañado en sudor bautismal,

Me relevan en el desteñido amanecer.

Renuncia parecía más que destitución.

Mi única salvedad: ser discreto y sencillo,

osado como un chico (que baja la vista sin proferir opinión).

 

 

 

 

UN POEMA TITULADO
“BASHO EN LA CABAÑA DE GENJI”

 

A una vida humana se le mide

en el orden secuencial de sus moradas.

La cabaña de Basho dio a Basho

un refugio y un nombre

y aun así él le prendió fuego para viajar.

 

Genju (el monje cuyo nombre se traduce

como “Irreal”) había muerto,

sin embargo dejó tras de sí una cabaña

que, tiempo después, Basho habitó

certificando la máxima de Genju:

El mundo y los que moran

Bajo su techo son… irreales.

 

Llámalo una cabaña, un nombre

que pasa de mano en mano.

Sus poemas protegieron a Basho,

y los poemas traducen el mundo:

Basho en la Cabaña Irreal.

 

 

 

 

¿QUIÉN?  ¿QUÉ? ¿DÓNDE?, ¿CUÁNDO?  ¿POR QUÉ?

 

El rumor, la metamorfosis hecha en casa;

que cada vez que se repite modifica sus adjetivos

clave, sus puntos y comas, que escala

tarde más allá de las torres del enésimo piso

un géiser de la invención, una jerga

carnavalesca diseminada en los vientos de la envidia

conspiración, cálculo, ganas de alimentar la insidia.

 

Ningún inicuo tribunal tan sumario como el rumor,

que prescinde de la monótona revisión de documentos,

bordeando las normas que estorban la evidencia,

con un ojo siempre en la cámara,

siempre en la antesala de la condena, no obstante

la languidez del testimonio, no obstante su revoltura.

 

¿Y aquellos tiempos cuando la fiscalía con un as terciaba el juego?

Una metáfora humana se irguió para escuchar su sentencia,

el resultado de toda una vida sellada a plomo, pues el rumor

no tiene prevista libertad condicional- o cualquier

enmienda que pudiera rectificar un quebrantado estatuto.

El acusado lee bastante, ¿no es así?  Como todos ustedes.

Algunos encuentran útiles las estoicas escrituras.  Pónganse a prueba.

 

 

 

-Tomado de Rocinante-Chamán Ediciones, 2016

 

Alfred Corn Rocinante

Alfred Corn (Georgia, Estados Unidos, 1943). Es autor de más de una docena de poemarios entre los que se cuentan Tables (2013), Contrad ... LEER MÁS DEL AUTOR