Alexis Gómez Rosa

Dicen las malas lenguas que soy

 

 

 

 

 

Dicen las malas lenguas que soy

A Cayo Claudio Espinal

Poeta: eso dicen las malas lenguas que soy: un decir
parásito al coro.
Argamasa de música y letras con todos los sentidos,
haciéndole la vida imposible a los buceadores de sueños,
a los enamorados que, en los palcos
de la luna, les desenrollo la lengua y la sacudo.
Bah, dizque poeta, y no poder empinarme en tus palabras
para echar florecitas a ese amor que me dieron
en préstamo.
Ni tampoco llevar, con legítimo orgullo
y sacerdotal desasosiego, el matrimonio de dos cuerpos
por mi poesía.
Error de la benevolencia (¿de cálculo?),
seguro que error de apreciación:
grave, muy grave, en el saludo rotundo que circula
(amantísimo),
lirismo del viento de Long Island.
(Para corazones de capa y espada,
una tonadilla de niebla y alcanfor).

 

 

Plagio

A todas mis hermanas
Me acabo de reír de cuajo se me sale mi madre,
por los cuatro costados del cuerpo.
Con la cabeza, las tripas, el corazón me estoy riendo
y a nadie le debo el desparpajo.
Nunca he sido tan Altagracia como hoy padre
da olvido, desplumándome por el barrio
(157 Street and Broadway), ejecuta un ronco saxofón
venéreas nocharniego, pero esta risa madre?
Pin pún la mueca, el estallido, el punto de remate
con que me cierro a una, traigo de ti una sombra
intermediaria de comunicación tierra y cielo.
(Para los nacidos bajo el signo de Virgo: te favorece
el No. 14, el 26,
y “cuídate de esa mujer de piel trigueña”.
Con tus ojos lo verás con tus manos.
Descaminar la risa, avance quilombos, tragaespaldas miserable,
y mamá rodando al piso. (Versión original: “y al
unísono mamá, rodando abajo es que me orino”).
Cacofonía de la calle (pero cacofonía física),
que termina en una bandeja de fiambre con galletas de soda.
Dándome contra el imbécil bribón que me camina
(altagraciano), con los buches repletos de comida.
 

 

Error en tiro

(Haciendo equilibrio entre el
postumismo y la poesía sorprendida)
No te voy a engañar: tu bien sabes que del béisbol
viene el título.
El misterio lo he dejado en una caja fuerte. También
el subjetivismo.
Busco una poesía sin memoria la historia: sostiene
la torre de los locos de la que hago memoria
en tránsito hacia el coro.
(Una carta de presentación con el decir de los vulgares
-decía-que baile un merengue profano en todos
los sancochos).
Nada de cristalería, baratijas, ni fragilidades
de ángeles desterrados.
Los problemas del cuerpo, a la cama. A la poesía
se viene desnudo con los dientes
de leche, incubando los huevos de la fiebre
en la ruta de una estrella gitana.
Quiero una poesía que respire con el pulmón
de Moreno Jiménez,
el aire que le fue destinado a Manuel del Cabral.
Muerte al ángel doctrinario, nada de maniqueísmos.
Lo moral es ridículo.

 

 

A quien nadie esperaba

Abro la puerta
y entra en mí la vida del que pasa,
con su talega de muerte
y su retahíla de resecos dolores
que olvidos almacenan.
Tú me dirías: pues déjala pasar
y todo tranquilo;
pero eso no es tan fácil porque ahora
ese sujeto me invade con su dolor
de muela y su hepatitis,
su mujer que dejó en la esquina
arreando las bestias los tablones
con los que levantar cobijo a su indigencia
y a su problemática prole,
que todo lo persigue y engulle
con deportivo entusiasmo.
Entonces qué me queda más allá
de domeñar el diluvio
que aguarda en mi cabeza
almacenando un montón de cicatrices?
Bueno, ahora diría:
ahorrarle a la muerte
su trabajo abriendo otra puerta
por donde pase
la vida enamorada de su creación.
Allí me sentaré en ese agujero
que da al patio de algarrobos,
a mirar el corazón
de los vencidos.

 

 

Lengua de sol

Voy a crear el pasado
Miguel de Unamuno

A partir del próximo verso
encampanado estaré sobre la luz del día.
Fundaré mi reino allá vasallo no vale,
y me pondré a multiplicar las coronas
y los peces.
Ojo de luz será mi lago
administrado por una dríada en vigilia.
Antílopes fumadores y caimanes
masoquistas tendrá mi reino:
árboles chupa sangre y tabiques de abejas
locomotoras,
nimbados en el verdoso
aroma del instante.
Rey yo seré
el paria desmemoriado de los misioneros,
con polainas y antiguallas, risotando
el tambor de lo ridículo.

 

 

Bonus track para quienes deliran

Son los chupacabras de la hora nona, peliaguada,
la hora sin fin del mundo en sí, acarreando
un no reiterativo, como si gol
se gritara y amplificara en su miedo.
(Son los hinchas de la barra brava por lo breve).
Los que preparan ajenjo en la derrota de una fulminante
mamajuana, que ha sobrevolado la isla negra
y blanca: la isla mulata en suma vespertina.
Los jerifaltes del navío último anclado a cielo
abierto, esos son los conductores del Arca de Noé
desde un trasbordador fuera de ruta,
atracando clandestino en Boca Chica.
Los desaprensivos del atardecer en plante
de asalariados dragones, son aquellos que observan
la vida misma en su ombligo.
Los que se frotan aceite de culebra y bailan
en todas las estrellas; esos son los correligionarios
del delirio más puro.

 

 

Arrodillado

Se ha instalado un herrero
frente a la noche,
un herrero de la misma naturaleza
de la noche,
que abre un hueco muy grande,
ferruginoso, por donde trafica
Eros su ardiente caravana
de bajas pasiones, que ahogo
en sólidas razones,
instalado como un gusano
de fierro
frente a la mojada entrepierna
de tu noche.

 

 

Aparcado en Blue Note 

 A Julio Cortázar:
sordina para un trompetista

La trompeta caída; los ojos en sobrevuelo,
se derraman en la trompeta.

La trompeta caída en el suelo; los ojos
de serpiente, en el suelo también.

La trompeta en el sueño se ha caído,
los ojos la escuchan en el duelo.

La trompeta, en alto vuelo despierta,
levanta los ojos que la sueñan.

La trompeta se halla en el suelo;
no hay ojos que presten su atención.

La trompeta se halla en el ruedo;
los ojos de Miles Davis enceguecen.

La trompeta en su óxido callada.
El trompetista hoy quiso
hacer de boxeador.

 

 

Alexis Gómez Rosa Fue poeta, narrador y ensayista. Nació en Santo Domingo, República Dominicana, el 2 septiembre de 1950, y falleció el 29 de noviembre de ... LEER MÁS DEL AUTOR