Los niños del Japón
de Los niños del Japón, Buenos Aires, 2010
LOS HERMANOS, MINAMI e I
“Me levanté con los dientes apretados, y eché a correr
entre las hierbas y bajo los árboles hacia el interior
cada vez más oscuro y tenebroso del bosque…”
Arrancad las semillas …, Kenzaburo Oé
I.
Al atardecer
el mundo se quiebra
en la quietud del bosque
a pecho descubierto
sin padre
ni madre
ni perro que nos ladre
sin sol
sin luz
y sin moscas
II.
En japón
los niños fingimos infancia
un largo acto escolar
para quienes nos piden
que juguemos en la ladera
de una montaña nevada
donde los perros nos acechan
con sus ojos de muerto
¡jueguen¡ – ordenan
¡canten sus canciones¡
quieren que soñemos
una ciudad de huesos
entre los cuerpos podridos
de una enorme fosa
III.
Nos temen,
conocen el poder que nos dio el hambre
pero hemos dormido
entre sus sábanas
como larvas
y ya no les alcanzará
con arrancarse los ojos
IV.
Nos llega la muerte niña
atragantados en nuestras alas
de rodillas en un surco
dejamos que la tierra
nos devore en sus raíces:
somos lánguidos
arbolitos
los niños secos
V.
Vivimos en una gota
de espacio
sin
hacer
ruido
VI.
Crecer es
matar tu primer pájaro
besar la primera boca abierta
con ojos de paloma
beber el primer trago
de las manos de un anciano
enterrar con tus uñas por vez primera
cadáveres de gatos,
insectos
o cabras
traducir a tu primer muerto
de su lejana lengua
VII.
En japón
no nos quedan
pájaros
peces
ni niños
que no sean
de papel
VIII.
Hay días
en que nuestra pequeña memoria
solo tiene espacio
para una lágrima oscura
que nos amamanta