

Presentamos dos textos del destacado autor mexicano.
Alberto Blanco
A LA ORILLA DEL MUNDO
Todo lo que no alcanzamos a decirnos
lo dijeron los árboles temblando por nosotros:
las espigas rosadas al borde del camino,
los pájaros hundidos en su canto invisible
y un rumor que venía de todas partes y de ninguna.
Recuerdo que me detuve a recoger una piedra
y la levanté con gran cuidado -amorosamente-
como si hubiera sido un pajarillo
que acabara de caerse de su nido.
La puse junto a tu oído y te dije:
– Cierra los ojos… ¿la escuchas?
– Sí, ¿qué es?
– Es la niebla.
VIENTO DE ÑIELOL
a Pablo Neruda
El viento sopla
sobre las palmeras y juníperos de Temuco
y sube obediente
hacia la frente despejada del Ñielol,
hacia la infancia
de un bosque fragante de pinos,
hacia el pasado
de un comienzo sin fin.
Escucha,
escucha los pinos…
escucha el viento entre los pinos…
escucha el silencio detrás del viento entre los pinos…
Escucha
y te darás cuenta
de que ya has oído todo esto:
ya has escuchado estas palabras antes…
Ya te has asomado,
no a lo que dicen las palabras
naciendo en el centro de la frente,
sino a lo que nos hace decir las palabras
que fluyen del manantial del entrecejo
construyendo en el camino
un mundo paralelo,
un mundo de índices
que apuntan a la luna
pero que nunca son la luna,
un universo de mapas
que quiere mapear el universo.
El viento sopla
sobre los avellanos y los olmos de Temuco
y sube insumiso
hacia el bosque de araucarias de la infancia,
hacia el inicio,
hacia la deslumbrante luz llena de pétalos
y besos del follaje,
hacia la frente perfecta y despejada del Ñielol.