Adonis. Sin que me vean tus ojos

 

Presentamos algunos textos del gran poeta sirio en la traducción al español de Pedro Martínez Montávez.

 

 

 

Adonis

 

 

Mi inquietud…

¡Negro horizonte mío
de inquietud!
Apriétame a ser nuevo, pégamelo, desgarra,
quema, avéntalo.

Tal vez el alba pura
yo invente en sus cenizas.

 

 

 

Mis secretos…

Yo tengo mis secretos.
Para poder marchar sobre la telaraña.
Yo tengo mis secretos.
Para poder vivir bajo los párpados
de un dios que nunca muere.

Habito, enamorado,
en mi voz y en mi frente.
Y tengo mis secretos,
para que, cuando muera,
puedan venir a mí mis descendientes.

 

 

 

Os dije…

Os dije
que he escuchado a los mares
leerme sus poemas,
que he escuchado a la campana
que dormita en las conchas.
Os dije
que he cantado en la boda del diablo,
en el banquete de la fantasía.
Os dije
que he visto en la lluvia de la historia,
en la distancia encendida,
un hada y una casa.

Como navego dentro de mis ojos,
os dije que lo había visto todo
desde el primer paso
por la distancia.

 

 

 

Otra voz

Perdió el hilo de las cosas, y se apagó
su estrella perceptora. No tropezó.
Y cuando su paso fue ya de piedra
y el tedio le dejara surcos en las mejillas,
recogió lentamente sus despojos:
los recogió para la vida, diseminándose.

 

 

 

Sin que me vean tus ojos

No me han visto tus ojos.
Tan virgen
como el agua creadora de la linfa.
No me han visto.
Lentamente
viniendo,
desde allá.
En medio del cortejo de holocaustos.
Con el rayo y la hiedra entre los pies.

Y mañana…
Mañana…
En el fuego y la dulce primavera,
sabrás que voy matando a la manada,
que transporto en mis brazos la semilla.
Y en mí creerán tus ojos.
Mañana.
Sí,
mañana.