Día(s) de muertos
Día(s) de muertos
Se nos acabó la mar.
¿Recuerdas? Fue en el Bósforo.
Se la bebió el tiempo
desacompasado de los sueños.
Un par de días antes,
en las costas de Antalya
-para ser más exactos
a treinta y un kilómetros al suroeste-,
se dejó sentir un terremoto de 2,7
en la escala de Richter.
Como en las antiguas profecías,
un mochuelo abandonó
el abrazo, la caricia, de la madera de un olivo,
vistió los aires de nuevos vuelos,
dibujó sus augurios
y se perdió en el occidente.
En Esmirna levantan los cadáveres
de otro terremoto
mayor que el anterior
pocos días después.
Y mientras tanto,
en todas mis ciudades
mis fantasmas
acompañan en duelo
por las calles
al muerto que me habita.
Noviembre llega gris,
de un gris perla apagado.
Y llega silencioso.
A pesar de los gritos en las calles
de quienes como yo
entienden que la vida
es más bien otra cosa.
Debería, sin embargo,
decir, tal vez,
que llega mudo
y que se niega
a hablar de su transcurso.
Noviembre llega
y se irá como se van los meses,
después de hurgar paciente
en los días y noches
y de dejar vacíos
los cajones del tiempo.
Así llega noviembre,
y así se nos va yendo.
Y no nos queda más
que un crepitar de hojas.
Varsovia, noviembre de 2020
gramática interior
mis palabras
son la geografía
en la que anido
el mapa en el que oculto
mentiras verdades
convencimientos certezas
preocupaciones dudas
mis verbos
deseos inconfesos
desbocados
mis sustantivos
conjuros de existencias
que juegan
a ser no ser
alternativamente
mis adjetivos
un intento constante
de aprehender el mundo
adverbios
preposiciones
pronombres
cómplices necesarios
tierra de nadie
mi silencio