Lionel Ray

El reloj de arena

 

 

Traducción al español de Marco Antonio Campos

Revisión de Jean Portante

 

 

 

EL RELOJ DE ARENA

 

Nos tocaba leer el tiempo

en el reloj del olvido

luz oscura balbucida

qué sabíamos nosotros de la noche

 

Este viaje que no acaba de terminar

henos aquí en el estrangulamiento de la arena

allá donde termina todo y todo recomienza

las palabras nos buscan y es revivir

 

En el estrecho grito de las golondrinas

en la fina escritura de las arañas

en la gloria del silencio

el tiempo sin borde y sin frontera

 

La corriente de las voces este espejo insensato

este corazón mal dormido mal despierto

de los años de estrellas dichosas

el talco de los días antiguos

 

Estos crujidos en el trigo de la mirada

estas conversaciones de ortigas y de helechos

y la memoria de los mañanas

o esta sombra que nos es próxima:

 

Mi fuente oh mi extraña ceguera…

 

 

 

 

ALBAS

 

Habrá aventuras dichosas

mañanas de gracia de los días-niños

músicas vivas o lejanas

 

Es la belleza fácil de los paisajes

caminos estirados hasta horizontes calmos

una volada de tordos reinventa el cielo

 

Solos estábamos a la escucha de una lengua

nueva                       estas palabras interiores

en el límite de las voces

 

Qué habíamos venido a buscar

aquí         qué perfume de abril

y de fuente         qué esplendor

de infinito      en el muy breve instante

del vivir           y la respiración

de las raíces      y de los sueños

 

 

 

 

ESTOS BOSQUES EN NOSOTROS…

 

Estos bosques en nosotros           no se ve ya

sino la lluvia               que vacila gota a gota

olvidamos el polvo que somos

 

El mundo está allí en este aplomo del tiempo

con su turbadora belleza vacía            en el reposo

de las brumas y sin pared

 

Se diría un aire de funerales

es la apoteosis del gran sueño

la silenciosa hipnosis de los cuerpos

 

No hay más tiempos que el tiempo después

se levanta                busca

alimentarse de ausencias

 

Es el milagro

de los inviernos sin alarma

es la gran ebriedad de las noches

bajo los árboles que en eso no acaban

de volver a florecer

esparcidos de quemantes estrellas.

 

 

 

 

LOS FRAMBUESOS

 

No viajamos nunca sino en nosotros mismos

cubiertos de sol el corazón latiendo

nadando en las aguas grises y buscando un equilibrio

entre noche y día entre palabra y silencio

 

Podría darse que la luna grazne

en la vitrina del cielo

y que el musgo invada nuestra piel

esta apariencia de corteza

 

Podría darse también que la primavera

no termine de prometernos un aire

de antes del olvido estas flores felices

estas nubes que nos semejan

 

Y otra vez nos encontramos sin lágrimas rostro desnudo:

no te alejes              niño                  quédate con nosotros

entre los frambuesos                      y los pájaros perdidos

hay una canción que desciende                      y la belleza

 

Que tiembla

en el resplandor de las ruinas

Ocurre que mi alma se halla toda en brumas

y el sol se vuelca con la lluvia

Lionel Ray (Seudónimo de Robert Lorho), nació en Mante-la-ville, Francia, en enero de 1935. Miembro del comité de la revista Europa y de la Academia ... LEER MÁS DEL AUTOR