Las flores negras del desencanto
De El nombre de todos los desiertos, inédito.
MICAELA CON FIEBRE EN EL CIELO DE LOS ROLLING STONES
Un guiño de cielo sobre un ala de Chanel
y Micaela escribe en colchones quemados toda la madrugada:
I’ll never be your beast of burden y la sombra azul de sus ojos
hace de su corazón una moneda.
Su reflejo en la taza de té es lágrima agridulce,
Send me dead flowers every morning y besos en papeles
escritos a las apuradas. Sus párpados
de chal cosidos a la lluvia.
Un diente de orquídea cuelga de su índice
cuando febrero la toca por los bulevares y en su piel
tatúa el verso You are not the only
one with mixed emotions.
Micaela calienta el número negro de su nuca por las galerías
y su rubor es eco de nube mientras ella quema
los colchones y murmura: The seventh day
my eyes were all a glaze.
De El ciervo blanco (sobre el artista y su oficio), 2015.
XX
(jardín)
Las flores negras del desencanto
abrieron los ojos, tocaron su nombre,
en sus pétalos, la vida
murmura un incendio sigiloso.
Y se les mide la altura, se las riega
con el agua donde los suicidas
sumergen la cabeza.
En su néctar descansan drogas durísimas
y el dolor va a sus tallos a afilarse las uñas.
Las flores del desencanto
son siempre inoportunas,
crecen diciendo
¿Todavía creemos en la felicidad?
De El nombre de todos los desiertos, inédito.
LA VOZ DE NARA LEAO
Cansada de esperar un cuerpo, la ropa se durmió en el placar, y hay islas de azúcar hundiéndose en el café. De estas páginas escritas por la madrugada, una voz, con timidez agacha la cabeza y abre sus alas de bossa. Al volar por el living tintinean, colgadas de su pelo, monedas ofrecidas a Iemanjá en alguna playa.
Ella podría haber sido el reflejo del amanecer en las ventanas de los coches o la partitura que toca el otoño sobre la lenta caída de sus hojas,
pero prefirió ser una voz en donde cabe todo el sonido del mar.
De El cielo no termina de quemarse, (suri porfiado, 2017)
PRÓLOGO
Este libro se recordará como el cajón pequeño
donde el autor guardó las manos que desordenaban su vida.
Su corazón oscuro dice “en estas páginas
una casa se derrumba, un perro ladra
para espantar su propio reflejo de la pared”.
El mensaje viaja rendido en una botella:
la palabra siempre es la marea.
De El nombre de todos los desiertos, inédito.
CHARLES MANSON
Qué sensual es la muerte, Sharon.
Un niño gime en tu carne ¿Sentís
a los perros que ladran en el amor?
Qué sensual es la muerte, Sharon.
Tu sangre en las paredes de la noche,
seca en mi alma como los desiertos
de los westerns de Hollywood.
Qué sensual es la muerte, Sharon.
Un tajo en tu mejilla me recuerda
la herida por la que venimos al mundo
y el mundo como la película o la farsa
donde nadie comprende por qué
la muerte es sensual, Sharon.