Antonio Arroyo Silva

Dale forma a este cuerpo

 

 

De Las horas muertas

 

 

IRREMEDIABLEMENTE, estar

cuando nada es preciso. Tomo

la carga de lo inútil, planto

algo irreconocible, le doy nombre

secreto a un día fuera de los siete

acostumbrados. No quería ser

el dedo ni la llaga bajo el palio

de luz de inmensas catedrales,

pero así son las cosas

de los iconoclastas de Bizancio.

 

 

 

VIBRACIÓN

A Luis Ángel Marín

Vibran las alamedas. La suerte

está echada. La suerte, no el azar:

la suerte es un pasquín anunciador

de su opuesto; el azar, lo que no toca

ni en mil vidas que tengas. Vibran las

alamedas y nadie lo percibe.

Solo un perro y un poeta que son menos

que nadie…

 

Pero cómo no escuchar

el canto de la luz, la sinestesia

de un pájaro encendido por encima

de las voces del mundo.

 

 

 

SEIS

 

Mark Rothko me destierra a las llanuras

del color. Esa puerta de amarillo,

magenta y oro cierra desde dentro.

Y desde dentro miro el trigo, cruzo

la línea del agua, su humedad

imposible, heredera no sé

de qué humano deseo. Tú me esperas

detrás, pincel en mano, trazo firme

del cantor desdoblándose insondable.

 

 

 

                          Para Iván Cabrera Cartaya

POR EL CAMINO DONDE HOPPER

se tropieza con Proust, hay un reguero

de soledad. Un hombre, una mujer

se toman el café sin magdalenas.

 

La pobreza es la paz sin magdalenas,

la paz de lo que nunca fue, que estuvo

delante de los ojos y no vimos

y por eso no existe—la paz

y la pobreza de los avestruces.

 

No solo el hambre o la negrura: el olvido

del color, el matiz, la turmalina

de un ocaso diluyen

al hombre en esa taza— ella es la taza,

ella sin rostro frente a la esquina

donde Hopper se cruza con Proust

y no se reconocen.

 

 

 

 

De Música para un arjé (inédito)

 

La maresía,

esa niebla del mar cuando sube

la marea y cuando se retira, traza

cuerpos. Olas con plumas lamen

el malecón como pájaros que anidan

en la sal y en la nieve del aire.

Ella, el velo delante y detrás

de los ojos: la maresía.

 

 

Los amantes se pierden

en el viejo noray de la cercanía.

Prefieren la zozobra de sus naves,

las velas desplegadas contra el viento

y la mar gruesa. Los amantes, como

los gatos, se despulgan en público,

se lamen mutuamente por higiene.

Y en privado se comen

el uno al otro en busca de

la invisibilidad de ambos cuerpos.

 

 

La cercanía canta

cuando se aleja. El chopo pierde

las hojas. Pierde el pájaro su nido

y el pájaro se va en pos de otros pájaros

con un nido en su pensamiento.

 

La cercanía existe porque existe

lo lejano. Y no existe ninguna

cuando ambas se encuentran en un chopo

o en el canto de pérdida de un pájaro.

Entonces, un instante es para siempre.

 

 

Fúmate el aire, entenderás,

entonces, que mi sino no es jugar

con las palabras mientras me respiras

y toses al vacío de la página.

 

El agua te sosiegue en la conquista,

te dé la mano y acoja en el sosiego

la última bocanada de mí

que inhales. No somos aire,

somos el humo

que a la muerte sisamos.

 

 

Arden las catedrales, arde el frío.

El helor superpuesto a pura llama

es amago de arder de otra manera

distinta a la de otrora, en la antítesis,

en el juego entre el ojo y lo imposible,

que resulta veraz en la plena oxidación

de miles de partículas que la mente

acota a fuego.

 

Arden las catedrales

del poema. Nerón toca la lira.

 

 

Dale forma a este cuerpo, tierra mía,

El barro, el polvo, el mineral,

el hombre, la mujer, las bestias,

las manos, las pezuñas, lo que repta,

lo que camina, lo que nada, que vuela,

que se evapora, que ama, que muerde,

que acaricia. El hollín,

el feldespato, el cuarzo, la mica,

el barro, el polvo, el hueso, acaso el alma,

los conceptos y axiomas, lo inasible,

lo que procede de los mil demonios,

la tierra donde yaces, la tierra que hiciste tuya,

la tierra donde pones los pies y te da forma

para tocar el cielo.

 

Antonio Arroyo Silva Nacido en Santa Cruz de La Palma en 1957, es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de la Laguna. Ha sido colaborador de rev ... LEER MÁS DEL AUTOR