Vincenzo Guarracino

Cuartetos

 

 

(Traducción al español de Emilio Coco)

 

 

 

CUARTETOS

 

I.

 

El alma que expía cada mañana

La espera de su sol, de la sonrisa

 

Ignora cuál es su paraíso

A qué dios entregar sus cadenas

 

 

II.

 

Las palabras de los versos son hilos

Cosen recosen heridas

 

Bordan espejismos en los velos

De lo que te absorbe también la vida

 

 

III.

 

Se dice «para morirse» y es para vivir

Aquel soplo que alguien llama amor

 

Me obstino en darle un nombre y así ver

si tiene fuerzas para nutrirme, si tiene ardor

 

 

IV.

 

A veces se persigue sin saber

Que el agua está allí donde buscabas

 

Temblor le dio al alma tal desierto

Y el verso se hizo zahorí

 

 

V.

 

Entraba a rachas en el ciego

enredo de calles y escaleras

Un verde de primavera

Un verde sin pensamientos

 

¿Era lo que la vida

Sin llamar una noche

Callada igual que amiga

Ya dejaba intuir?

 

 

VI.

 

En sueños está en sus pensamientos

como un gorrión escondido en la fronda.

Ayer el corazón estaba preso del hambre,

hoy espera al destino en aquel sueño.
 

VII.

 

cómo está clara la luna esta noche

y cómo busca cada estrella su insomne

 

compañera y hermana en el horizonte: el año

cómo está leve y todo en este sueño

 

 

VIII.

 

la oscuridad que en su cuerpo se escondía

con los ojos se abrió a las caricias

 

seguían los dos el rastro de sí mismos

de una estrella entre Piscis y Sagitario

 

 

IX.

 

No tiene paz a veces la escritura

acosa, acosa y ahonda en las palabras

 

como los instantes del náufrago las horas

se inundan en el surco que se ennegrece

 

 

X.

 

Decía siempre «mañana»

pero no vino nunca;

 

regalaba sueños raros

de miel y hiel aguda.

 

La voz que me visita inquieta

es una abeja de azúcar, me pica

 

finjo en el pensamiento su alfabeto

la siento en el verso sobre una mejilla.

 

 

XII.

 

Pródiga en sentidos, emociones

atraviesa su humo, indiferente.

 

El gesto retiene su efusión

su sonrisa celebra su esencia.

 

 

XIII.

 

Tenía un nombre de poesía

leve como polen de glicinia

 

le dije: «domestícame», tardó

un minuto en raptarme acaso un siglo

 

 

 

 

JULIO

 

era julio un pensamiento

casto de esperas y canto

tras el umbral entretanto

con la duda de su misterio

 

‒la vida, dijo, es un olor

un sueño que sucede y huye

como una cerilla que consume

lo seco sin ruido‒

 

luego después de julio agosto

agobiante llegó un presagio

un cielo cada vez más gris

un mar del color del mosto

 

umbral agosto del invierno

la hora se hizo apagada

‒amigos sin otro acento,

mal y más mal, espera…

 

 

Vincenzo Guarracino Es poeta, traductor y crítico literario y de arte. Nació en Ceraso (Salerno) y vive en Como. Ha publicado obras de poesía (entre las cual ... LEER MÁS DEL AUTOR