Estefanía Ceballos

Ceremonia

 

 

 

 

Carga genética

 

Antes    mucho antes todavía      íbamos al campo con padre y madre

A la hora de la cena padre insistía en contar cuentos de lobos

en aquella oscuridad cabalgaba

relinchaba y se retorcía

padre

Al amanecer madre empezaba su recorrido sonámbulo por la quinta del fondo

Identificaba polillones con rigor científico

ordenaba dentro del canasto de mimbre    semillas y hojas a medio pudrirse

abrazada al árbol de naranjas reía     y lloraba

madre

 

Suelo dedicar las noches a celebrar a una mujerlobo

jugamos siempre a quien dispara primero

nos mordemos la lengua antes del sueño

 

Pero de dónde

esta forma de locura?

 

(Poema inédito)

 

 

 

Ceremonia

 

Cada mañana el mismo recorrido

hacia adentro

unos pasos en círculo

las uñas quebradas después del sueño

decir todos los nombres posibles

arrancar el sonido a la máquina descompuesta     mientras se buscan las razones

como un náufrago

 

Entumecida ceremonia

 

Quiero decir algo

que como todo se pierde

 

(Poema inédito)

 

 

 

El pedazo roto de la historia

 

Soy la que no quiere tragar

sin voluntad la pastilla de la buenanoche

La que prefirió evadir el dilema

de pelar papas o besar a un hombre

La que se olvida de silbar bajito

cuando el odio y el óxido se ponen de moda

Soy la mujer que cortó por lo más doloroso

el pedazo roto de la historia

siempre

la que no está

 

(Poema inédito)

 

 

 

Fuera de juego

 

Caminar con la velocidad de los muertos

amar con mueca de futura víctima

coleccionar amuletos de defensa

collares de ajo

pócimas secretas

Afuera el asesino tiene nombre cáustico

y suele decir                  amor

Despertar siempre dentro de una estrategia

oler a resina lamerse las patas

El vigía se eriza y pinta la cara de blanco

silba canciones de luismiguel

ofrece flores  frutas de estación

Tragar sapos       nunca olvidarse de los sapos

revertirse

abrirle los tajos a la última pesadilla

 

En esta aventura posmoderna

olvidé     como todas

mi nombre

 

(Poema inédito)

 

 

 

Inapelable

 

Suelo pedir a los invisibles usando tono decoroso

“solicito/de/usted/señor/juez”

pero los invisibles no contestan

formas acostumbradas a la insistencia

Así que reitero: “solicito/de/usted/señor/juez”

y sólo llegan a mi casa papeles en blanco

firmas con nombres indescifrables

Yo sé que detrás de las puertas los invisibles miran

susurran un lenguaje desconocido

les hacen cortecitos de navaja a los calendarios

Hay días en que resuelta les mando cartas de amor

barcos de papel glasé

flores de marcela para semana santa

 

Pero el silencio otra vez embiste

como un objeto punzante en caída libre

como un disparo  homicida

e inapelable

 

(Poema inédito)

 

 

 

La grieta

 

y ahora la grieta

donde rompía el llanto de toda una especie

donde arañaron también mis manos

adormecida de necedad grieta

patética desde tus ojos oscuros

lánguida grieta de tacos altos

de boca roja

de sangre puta

 

Grieta maldita

la adorada

la Eros

 

La sagrada grieta que trae al mundo al Homo Sapiens erecto

La grieta hembra que luego quiere matarlo

 

Pero sólo es una grieta

un agujero abierto a base de golpes

 

Y a veces suelo encontrármela llena de odio

 

(Poema del libro Desde La guarida, Ed. Ciudad Gótica,2014)

 

 

 

La guarida

 

en esta casa vive una niña de ojos tristes

me pregunto si los habrá con más tristeza

no lleva más pasado que una brisa de jazmines inundando su última primavera

las manitas se le enredan de alacranes dorados mientras cruza el pasillo del

/escritorio a la cocina

pero esos pasos       esos pasos

parece llevada por un soplo de ángeles ansiosos que abren espacios para que su

/princesa levite triunfal por el cielo

nada la detiene entre esas paredes       ni las risas       ni los muertos

cuando duerme gruñe fieramente como un animal salvaje buscando una salida

me acelera los sueños dentro de su casa con muñecas desnudas

camina sobre mi cuerpo haciendo zigzagues de zapatitos blancos

disfruta cada hueco que conquista en mi memoria

desordena el templo       arroja al vacío los centímetros que me sobran

¡grita! grita despiadada la niña

hay días que parece despierta por un coro de vírgenes tenebrosas

las horas caen precipitadas en un laberinto del tiempo

meses       siglos       y los relojes desaparecen

entonces come descontrolada de mi plato       otra vez come hasta vomitar

vomita al espacio sus silencios

los recuerdos que me buscan

vomita al patio de jazmines la casa de muñecas

y mis años no la encuentran mis palabras son sordas

sólo doy con la guarida en el mundo íntimo de arriba

trepo las ramas de un árbol espinoso tallado en versos

cuando al fin cae rendida beso su frente

miro el continente aquietarse

llevo las manos desgajadas por la aventura

sobreviví a la batalla

en mi casa vive esa niña de ojos tristes

me pregunto si los habrá con más tristeza

 

(Poema del libro Desde La guarida, Ciudad Gótica, 2014)

 

 

 

La ofrenda

 

Dicen que algo debo ofrecer

algo que les oculto dicen

Todos los días a las siete am lo reclaman por escrito

en tonos graves      con oraciones mayúsculas      me lo escupen a la cara

Entonces ahueco el cuero

dejo que las miradas penetren con su filo quirúrgico

con la precisión de un microscopio

Y siento el desorden instalarse en mi casa abandonada

Dicen que se aprende

que lo que natura non da es apenas un detalle

que puede cambiarse como se cambian los objetos inservibles

o disimularse como la cicatriz de todos los partos

 

Dicen que algo debo ofrecer

pero termino despertando

detrás de mí

con las manos vacías.

 

(Poema inédito)

 

 

 

Partes de la casa

 

Cuando la puerta del sótano se abre

comienza a desgarrase el fondo de la casa

 

Allí hubo hombres desnudos

en cuclillas los paridores de humo

entre ropa interior de encaje negro y pestañas postizas

la cópula del lagarto

las garras de un mamífero muerto

Hubo el señor de la balanza

engordado por las coimas de los fieles del domingo

alucinado señor del insomnio

 

y  todos

vueltos un amasijo

una sustancia pegajosa

una rareza para disimular

 

Cuando la puerta del sótano de mi casa se abre

me siento a esperar que los días

me devuelvan           el aliento

 

(Poema inédito)

 

 

 

El aullido

 

El paso de la tormenta dejó apenas un hilo de luz

Las imágenes borrosas recobran vida mansa

hablan colgadas de la nada guiadas por un aullido ansioso e interminable

alimentándose de una boca marchita y de estas insistentes arrugas del tiempo

 

Las piedras se sueltan

El techo de la cueva en carne viva

 

Una fuerza misteriosa me atrapa frente al espectáculo

Ya no puede descifrarse ni el espacio

Todo vive y muere en esa burbuja

 

Alucinados los esqueletos bailan al compás del fuego

bailan en rondas ahora dejándose caer cada tanto

uno a uno se mezclan buscando el equilibrio perdido

quizás una razón que les dé motivo para volver a un mundo de sordos

a vivir bajo el yugo de un estúpido espejo

a saltar charquitos de lágrimas estampados sobre un vestido de flores

a reír porque sí       y solamente porque sí

 

caen incansables rendidos a los pies de una palabra que todavía no es verso

con las claves de sol como paraguas

sobre paisajes en blanco donde no habita ni un sólo punto que les dé respiro

con las manos cansadas caen

 

hasta quedar una vez más colgados

en el rincón en que duermo mi último sueño

convertidos en malabarista loco

(o en mi pesadilla más recurrente)

 

(Poema del libro Desde La guarida, Ed. Ciudad Gótica, 2014)

 

Estefanía Ceballos (Corrientes, Argentina, 28 de Junio de 1982). Poeta, abogada y gestora cultural. Ejerce su profesión de abogada en el ámbito del derecho p ... LEER MÁS DEL AUTOR