Alejandra Pizarnik. Se prohíbe mirar el césped

 

Compartimos algunos textos claves de la legendaria poeta argentina.

 

 

no
las palabras
no hacen el amor hacen la ausencia
si digo agua ¿beberé? si digo pan ¿comeré?

 

 

 

SE PROHÍBE MIRAR EL CÉSPED 

Maniquí desnudo entre escombros. Incendiaron la vidriera, te abandonaron en posición de ángel petrificado. No invento: esto que digo es una imitación de la naturaleza, una naturaleza muerta. Hablo de mí, naturalmente.

 

 

 

EL ENTENDIMIENTO

Empecemos por decir que Sombra había muerto. ¿Sabía Sombra que Sombra había muerto? Indudablemente. Sombra y ella fueron consocias durante años. Sombra fue su única albacea, su única amiga y la única que vistió luto por Sombra. Sombra no estaba tan terriblemente afligida por el triste suceso y el día del entierro lo solemnizó con un banquete.

Sombra no borró el nombre de Sombra. La casa de comercio se conocía bajo la razón social “Sombra y Sombra”. Algunas veces los clientes nuevos llamaban Sombra a Sombra; pero Sombra atendía por ambos nombres, como si ella, Sombra, fuese en efecto Sombra, quien había muerto.

 

 

 

DIÁLOGOS

—Ésa de negro que sonríe desde la pequeña ventana del tranvía se asemeja a Madame Lamort —dijo.
—No es posible, pues en París no hay tranvías. Además, ésa de negro del tranvía en nada se asemeja a Madame Lamort. Todo lo contrario: es Madame Lamort quien se asemeja a ésa de negro. Resumiendo: no sólo no hay tranvías en París sino que nunca en mi vida he visto a Madame Lamort, ni siquiera en retrato.
—Usted coincide conmigo —dijo— porque tampoco yo conozco a Madame Lamort.
—¿Quién es usted? Deberíamos presentarnos.
—Madame Lamort —dijo— ¿Y usted?
—Madame Lamort.
—Su nombre no deja de recordarme algo —dijo.
—Trate de recordar antes de que llegue el tranvía.
—Pero si acaba de decir que no hay tranvías en París —dijo.
—No los había cuando lo dije pero nunca se sabe qué va a pasar.
—Entonces esperémoslo puesto que estamos esperándolo —dijo.