Kris Vallejo

Las horas escondidas

 

 

 

 

HOTEL DE TERCIPOPELO

 

Oigo los vestidos tibios que tintinean al tocarse

asidos al peso de un pulmón

 

El alegre paso de las llaves por la lengua de mi alfombra

un laberinto en las manos del vértigo

 

Me pagan por abrir ventanas en paisajes sumergidos

y enterrar cadáveres que amenazan con volver

 

En el ático escondo tormentas

y la palabra gastada de hombres crueles

 

Aquí se paga con profecías

todo permanece en la humedad de mis cerrojos

 

¡Fíjate cómo sangra esta noche sin orillas!

¿acaso no sientes pena por mi respiración?

¿por mis orígenes de cantera y mineral?

 

A mí me pagan por recordar

las sábanas mudas los huesos negros

la curva de un pecho en el espejo

y el final de tantos caminos

 

Toda mi vida se resume

en un cementerio de tigres sin memoria

 

 

 

 

SERÉ OLVIDADA

 

Aunque sea parte de todas las cosas

Seré olvidada

 

En la trama abierta de la hierba

escucho todos los nombres

y ninguno es el mío

 

Da igual

todo fruto será amargo

una espada un pensamiento

 

En el desierto siembro un árbol que dando tumbos se aleja

como el libro que olvidó su idioma

como la noche triunfal en una tormenta

 

Es una voluntad fallecida disuelta por los escarabajos

 

Mi destino ya no se lee mas en los horizontes

 

A pesar de todo

Arrastro el hambre del camino que me fue negado

 

 

 

 

RÉQUIEM

 

Yo vine a esta tierra

para tejer pájaros y enterrar a mi padre

 

Amortajarlo dócilmente

entre las teclas de un piano

y el polvo de nuestras voces

sentarlo con su mejor traje

entre Platón y Ramón Rosa

 

¡Con qué cuidado acomodé sus pies

para que no le asuste la ingravidez

de su nuevo peso!

 

Ahora veo abismos por todos lados

encima del armario

debajo de los sillones

dentro de los ojos de los niños

 

Sobre las quietas aguas del océano

revolotean entre bandadas hambrientas

estos nuevos ojos que tejí con mis manos

 

 

 

 

LAS HORAS ESCONDIDAS

 

Clavaron la poesía en el nombre de una calle

el tiempo todavía era ave de sol amanecido

la edad una piedra redonda

atascada en el mismo paisaje

 

El verde en realidad se llamaba mito

los corceles: hebras doradas de la velocidad

y esta vez el invencible océano

no devolvía olas por diamantes

 

No había oda para el desfile de jirafas en la tiniebla

el lecho deslumbrante del ojo desvelado

la caída del pánico ante un día de verano

el cauce de una lágrima y la continuidad del naufragio

 

Clavaron la poesía en una cruz

y por un tiempo

el mundo giró sin nombre

a puertas cerradas

sin germinación ni instinto

 

Escribíamos penitentes en las orillas negras del agua

sobre extensas telarañas de polvo y ceniza

 

Con algo hay que llenar los sueños

 

Ahora una pluma huérfana busca escalera y martillo

jura liberar las palabras incendiadas

bautizar esta tierra con su sangre negra

la tinta tenaz

intérprete de las horas escondidas

 

 

 

 

SAFO

 

En cuartos cerrados se celebran rituales

de esos que cambian el curso de los ríos

y matan lenguajes atávicos

Allí juntamos las manos tibias

como rocas al pie del volcán

Los ojos llenos de nubes cansadas

 

En cuartos cerrados nos abrazamos

a la corteza destrozada de la espera

damos suspiros contra paredes hondas

queriendo beber del mañana

 

Nada que se tropiece con la luz que se extingue

 

Nada que estorbe en la caída y el pozo

 

¿Qué somos si no un pozo?

adentro todas las tormentas

todas las lágrimas

nadie se asoma si no es con sed

Los veranos son largos en nuestra canícula

¿qué pájaros hacen sus nidos en un pozo?

 

He de cantarte en mi voz más suave

en este cuarto cerrado quiero tomar tu mano

llevarte entre los filones de oro que salen de mi vientre

 

 

 

 

TE CAMBIO ESTE POEMA POR UNA MONEDA PARA PAGAR MIS PECADOS

 

Te lo cambio por tus ansias de diluvio

por un candil, por un camino

 

Te doy este poema si me das esa lumbre alta y joven

esa lengua móvil e infinita

esa lluvia pálida del trópico

finísima como hermosa fiera

 

Te cambio este poema por un tramo de tu cuerpo desnudo

líquido, inmarcesible

 

Te lo doy si me dejas a tu animal interno

ese viento temerario, sol inagotable

 

Te doy este poema que escribí

sumergida en una caverna remota

sujeta en las rendijas del pasado

colgada de la soga del insomnia

Llévatelo en la quietud que existe entre tus ojos

y separa este cáliz de mí

Quiero soñar de nuevo en la aurora violeta

con la que alucinan los muertos

 

 

 

 

A VECES ME LLAMAN MUJER

 

Agua suficiente para sumergirse

(la pista indeleble que aún poblamos

con nuestro cuerpo)

 

Me llaman si es que me llaman

(tengo muchos nombres

oblicua y obscena me llaman,

víspera y punzada me llaman)

 

Vengo de donde vienen todas las cosas

(más probable que una balanza vengo

entre los sosiegos de un terremoto)

En la tierra angulosa y recogida

(!qué dulce el sabor de los huesos!

mi canto, mi sustento)

Soy pies que se aferran ahí donde me llaman

(pedestal esparcido en divisiones atómicas,

me alterno de un pie a otro

para no naufragar)

 

¿Quién me dará sed si estoy saciada?

¿Quién montará pabellones de sal entre las heridas de mi palabra?

 

Tendré que besar los labios del enemigo

en la misma cama habitada y enternecida del mundo

allá afuera

donde nos escondemos al despertar

 

En la anatomía de las edades

la célula primera florece entre mis manos

 

 

 

 

ENCONTRADA BIOGRAFÍA

 

No es cuestión de todos los días, pero sucede, que en el momento exacto

o minutos antes o quizás un poco después, descubrí que afuera estaban el

árbol y el camino

 

Indecisa, aparté mi bicicleta y me lancé al árbol

 

Ver el árbol, acercarme al árbol, comer del árbol,

dormir y llorar bajo el árbol

pareció lo preciso y así lo hice

 

“El camino puede esperar”

 

El gran árbol rodeó mi cuerpo en un robusto abrazo

y depositó para siempre una semilla en mi boca

 

Largo tiempo posé mi vida en el árbol

bebí del árbol, azoté al árbol y curé sus heridas

 

Un día desperté con la cabeza llena de pájaros y abejas

y supe que había de partir

Era hora de tomar el camino

 

El árbol, un poco deshojado, menos mielero

un poco más redondo e inmutable

me hizo ver que todo otoño es una despedida

 

Tomé mi bicicleta, mis pájaros y abejas

y arrastré los pasos al camino

 

Pero sepan que por donde vaya, sin importar que tanto me aleje

jamás perderé de vista su hermosa copa

 

 

PORTADA FINAL

 

Kris Vallejo Es una poeta y artista plástica hondureña, con varias exposiciones en su haber, y diversas colaboraciones en proyectos de plástica nacion ... LEER MÁS DEL AUTOR