Comentarios reales del Inca
COMENTARIOS REALES DEL INCA
I
DICEN QUE NACÍ CON LA BURLA, ESA MUECA EXTRAÑA,
posada en los labios. Que nací con los ojos fijos,
sabiendo que al final todo era broma,
el pozo en el que madre me olvidaba, de sol a sol,
para que no me críe hediondo,
la llama de hueso, el peine de espinas
y la espera ardiente de su pecho.
En cambio, la ira una vez maldijo
que fuí yo un bulto violeta
enredado en una tripa verde
y que al amanecer
la rabia es roma y la piedad obsidiana.
Y que no me mató
porque se quedó dormida.
II
El íntimo cuchillo en la garganta
J.L. Borges, Poema conjetural
BASTA YA DE REZAR, GARCILASO,
que el Cielo es una burbuja de frecuencias
y engrudos malsanos,
ya no los pastos altos y los luceros;
el Paraíso
un hormiguero de extraterrestres
con el mismo cuchillo en la garganta.
Garcilaso,
muñeco mestizo,
acertijo deforme,
sal en la herida,
deja ya de rezar y regresa,
rememora o trae contigo
lo poco que en tus niñeces
hubieres del ungüento,
bebido la fantasma,
hundido la curiosidad en la memoria
como la cuchara en un embrujo.
Hace lustros que desconfío estas criaturas
que ahora vuelan,
porque nadie nada sino reflejos
que van a la deriva
y porque el sol
-del que se preciaban descender tus parientes-
era un espejo cautivo.
Garcilaso,
bastardo a dos bandas,
búscame por los arrabales,
volvamos a jugar que éramos
aquellos niños en runas nuevas,
querido amigo.
III
LA INFORMACIÓN ES UNA MUCHACHA CIEGA
que viaja sola por la ruta de los forajidos.
Y si una palabra empolla la mentira
la traducción regresa a la escena
del crimen, como un asesino
al espanto de los cartógrafos,
a la risa incontenible
de los niños en la doctrina.
Yo soy el que hace los resúmenes,
la paciencia infinita
y el cielo rojo que acabará en el barro.
He visto erosionarse las montañas,
ahora salto hacia el cardúmen.
En mi garganta sólo queda el muerto
que dice:
en el túnel de lo extremadamente pequeño
la información es una muchacha ciega
que viaja sola.
IV
QUIPU,
vastedad de hilos retorcidos
con un ábaco en la médula.
Laboriosa memoria anual
forjada por su orden
en cordeles y rapacejos
y en las colores
evocado
el sustantivo.
Fuesen legumbres mieses o armas
todo lo anudaban
comenzando por la unidad
y rara vez llegando a la centena de mil
(que con los números que hay allí abaxo
harto sobraban)
primero lo que tenían por más noble
y luego por géneros especies y calidades,
hombres de guerra en hilos rojos
y en cada hilo bien parejos los ñudos
un censo escrito en código raiz.
Llevar los quipus era
oficio reservado de tributos
así que los quipucamayos jamás soltaban los ñudos
de las manos.
Y los contadores fueron muchos
para que estén todos en la maldad o ninguno.[1]
VI
CUANDO YO NACÍ ESTABA TODO REVUELTO
y la profecía de Viracocha
se cumplía con ropajes de infamia.
Mezcla de Sol recién liberado
y princesa de la sangre desposeída,
era yo un ser sin estatuto
y como en las guerras civiles
todas las cosas fueren vendibles,
principalmente las mayores
y la lealtad y la fidelidad
se daban al fiado,
lo cual no era de sufrir,
caras de sorpresa,
caras de desconfianza,
caras de angustia
he visto muchas.
A las puertas deste labirinto
pasemos adelante la traza
y digamos por propias palabras
llanamente como ellos lo cuentan
que entregaron bastimento a un bando y al otro
de lo que habían de comer
y se quedaron a morir de hambre los indios.
El doble agente son los otros.
VII
LOS AMIGOS IMAGINARIOS SON LOS MEJORES
ya no mueren, se conforman con poco,
la ilusión en las cumbres de Humaya,
la grana que queda
cuando se labra una esquina.
Los amigos imaginarios
se van sin que los escuches
y vuelven sin que los llames,
a menudo con encargos:
“…búscame aquello de la esmeralda que cortaron
porque afeaba
y que regalaron a mi cara de sorpresa
y nuestras opiniones atrevidas”.
Como todos los amigos, incomodan un poco.
Ahora vivo en mi casa y no salgo
porque no es necesario,
porque me gusta aquí adentro.
Los amigos imaginarios son los mejores,
nadan en pozas de una infancia
que supo ser nuestra.
XIX
CUANDO ABRIERON LA TAPA Y SE ACABÓ LA SIESTA
no era Su Majestad
sino el Deán de la Catedral de Córdoba
quien señaló con el dedo
y dijo: aquello. Y un poco de esto.
Pusieron en la bolsita
una telaraña de no ser y haber sido,
un zorro amigo de los perros,
algo de la mano,
lo más de la cadera
o una costilla al viento, esa clase de cenizas…
-pero no la mano que escribió,
a ésa no la encuentro-
y la bolsita
pusieron en una arqueta.
Y a pesar que mientras fueron señores de estos reinos
no asomaron siquiera para ver si el aire era bueno,
peregrina a fines de 1978 al Perú,
como llorando lo perdido,
un Rey de España
y aprovechando el viaje y la dictadura
me suben al avión pero no entero
sino como a un criminal desmembrado
que espera dentro de una valija diplomática
preguntar qué parte de perpetuo no entendieron.
Cuando cesaron de rodar los océanos
sentí el frío de la montaña,
oí lenguas olvidadas, camélidos en celo
y unos raros bailes de disfraces
por las calles
nos siguieron.
No tuve oportunidad de abrir la boca.
Ya el helicóptero se llevó a don Juan Carlos al Machu Pichu,
adonde discutió fieramente con una llama
por un asunto de derecho a la imagen
antes de huir con fertilizantes
y un acuerdo minero en la bolsa
a visitar a Videla y sus ladronas.
XXI
LO QUE NO SE DICE POR DECORO
Lo que no se escribe
por decencia, porque no está bien que se diga,
por excusar prolijidad,
por extraño que parezca,
sin olvidar el Santo Oficio
sobrevolando
las pocas velas.
Suprimo de la historia un Virrey
con el que hube un pleito.
Callo los otros cargos contra Almagro (el viejo)
por no ser tan acriminados.
Decimos esto en confuso
por ser materia odiosa.
Como adelante diremos algunas,
mas no todas,
porque no son para que queden escritas.
Algunos sacaron buenas letras
y otros, de malas lenguas,
las contrahicieron satíricamente,
que por serlo tanto,
aunque algunas de ellas se me acuerdan
me pareció no ponerlas aquí.
Por no ofender oídos poderosos ni lastimar los piadosos.
Porque en lo pasado no hay remedio
y las lágrimas aprovechan poco.
Porque junto con los libros
bien pueden echar escribas a la hoguera.
XXII
NO CONOCÍ A MI MADRE,
nadie lo hizo. Mi padre sólo supo de ella
que era brava y resbaladiza,
como esos peces que luchan
en las redes triunfales,
yo supe algo más, pero poco.
Ella me dio su segundo idioma
sin mucha fe al principio
y luego me lo dio divertida
con mis giros y contragiros
de piedra loca.
Mi madre era la dueña de la casa
y la corzuela muerta junto al fogón.
Mi madre, nacida princesa,
fue entregada a otro hombre.
1.Garcilaso, Comentarios. Libro IV, Cap VIII: “Contavan por hilos y ñudos; havía gran fidelidad en los contadores”. Quipu quiere dezir añudar y ñudo, y también se toma por la cuenta, porque los ñudos la davan de toda cosa. Hazían los indios hilos de diversos colores: unos eran de un color solo, otros de dos colores, otros de tres y otros de más, porque las colores simples, y las mezcladas, todas tenían su significación de por sí; los hilos eran muy torcidos, de tres o cuatro liñuelos y gruessos como un husso de hierro y largos de a tres cuartas de vara, los cuales ensartavan en otro hilo por su orden a la larga, a manera de rapazejos. Por las colores sacavan lo que se contenía en aquel tal hilo, como el oro por el amarillo y la plata por el blanco, y por el colorado la gente de guerra. (…)”