John Martínez Gonzales

Ecos del oleaje

 

 

 

Prepararás la maleta como si fueras tu alimento

tendrás listo el corazón

habrás puesto en orden los elementos del caos.

Vas a partir,

vas a dejarlo todo

vas a elaborar mapas inéditos y brújulas de carne.

Eres libre como un puñal

el mundo puede ser una mujer amada

o tu peor enemigo

pero no lo dudes

siempre es mejor ser esa fogata migratoria

esa música marina que ordena la Tierra

-porque de agua somos y ella volveremos.

 

Nuestra Tierra es tan hermosa    que duele

está pagando tributo, sangra,

es un cóndor en el altar

una águila en la hoguera del sacrificio

y habla la obsidiana, la diorita

la roca late vegetalmente

todo se enreda con todo

los pájarosflores

los árbolesríos,

América

describir tu belleza o su dolor es inútil

porque hoy partes.

Hoy dejas la ciudad y cruzas esta puerta.

Te vas

como animal desbocado entre floripondios y magnolias

encenderás tu maleta como una luciérnaga

y viajarás lejos de este sendero.

Intentarás todo esto

redoblarás el paso y amaras tanto, tanto

que tus despedidas se volverán reencuentros

y este poema solo un rastro de la poesía

que comenzarás a vivir

en el preciso instante, en el que mutado en verbo,

dejes de escribir este texto

y salgas con tu maleta hacia la gran avenida americana.

 

Luego,

el Sol descolgará sus largas manos

y abrirá el camino para el agua relapsa

despertarás allí con tu maleta y un lapicero,

escribirás

partirás

ya no importa dónde

ni por qué

es tu destino.

 

 

 

 

Runa

 

Me observa

una piedra que late

un pedazo de tierra preñada

mineral inédito                  nuevo

por nombrar.

 

La pulsación lítica de todo el valle

me mira

me mora

puede oír con el cuerpo todo el lenguaje de la piedra

la morfología del universo

todos los tótems     los dioses

porque la piedra habla se mueve

hace gestos

y yo todavía

no soy digno de armar una apacheta,

y hablar de verdad.

 

Porque el poema que quiero escribir está latiendo en esa roca

el verso que me habita, intraducido

me sostiene

está allí,

es la roca que se mueve en la quietud

la belleza inmóvil danzando

desde su ombligo me habla el mundo

la roca y su leyenda

me puede

me habla

me transfigura.

 

 

 

 

Balvanera

A  Luisa Fernanda Lindo 

El incendio de nubes

desde una terraza habitada por pianos invisibles

entre los niños de lenguas nómadas

y el agua de azar.

Azahar

en sorbos

en infancia ilícita

dejavú con mi nombre,

desde el extremo del pentagrama

el re/conocimiento del recuerdo

el palo santo       las pastillas molidas

las velas y el estruendo

10 años

y Lima

bajo el mal de ojo

la costa verde

en medio de mi niñez

de azar

azahar

jugar

dar

perder

caer

imposibilidad del verbo

amputación del sonido.

 

 

 

 

Saber muy bien lo del habla

lo del volver a perder

la risa lenta de un beso exacto

y el soplido de fuego en el corazón

si amanezco en otro cuerpo

entrelazando el sueño y la piel.

Palpar la lucidez del caos

de la desesperación translúcida,

desesperación definitiva

de limeño villamariano

de tipo que bebe su humo y fuma su verso

enamorado abandonado junto a su ballesta

animal nocturno que vaga por su alimento

una desesperación que de paz

fuerza

salud.

 

Saber de antemano

que este puede ser lo último

el vuelo en que Ícaro vuelve a volar alto

a pesar su muerte anterior,

una desesperación de planta sonámbula

de fiesta pagana

de piedra tallada para salvar el lenguaje.

 

 

 

 

Amuleto

 

Con la poesía

construyo una boca

y un idioma

pero mi muerte

y la caída de sus cabellos

en la tarde

son artificios de la mirada

para no mirar

de verdad

y descubrir

las estatuas invisibles

la fractura de la ciudad

que reclama ser escrita.

 

El poema como un amuleto

buscando un cuerpo

donde polarizarse.

 

De Campanas bajo el mar, 2020

John Martínez Gonzales (Lima, Perú, 1981). Bachiller en Ciencias de la Comunicación. Poeta, editor y gestor cultural. Ha publicado: Collage de viaje ( ... LEER MÁS DEL AUTOR