Ecos del oleaje
Prepararás la maleta como si fueras tu alimento
tendrás listo el corazón
habrás puesto en orden los elementos del caos.
Vas a partir,
vas a dejarlo todo
vas a elaborar mapas inéditos y brújulas de carne.
Eres libre como un puñal
el mundo puede ser una mujer amada
o tu peor enemigo
pero no lo dudes
siempre es mejor ser esa fogata migratoria
esa música marina que ordena la Tierra
-porque de agua somos y ella volveremos.
Nuestra Tierra es tan hermosa que duele
está pagando tributo, sangra,
es un cóndor en el altar
una águila en la hoguera del sacrificio
y habla la obsidiana, la diorita
la roca late vegetalmente
todo se enreda con todo
los pájarosflores
los árbolesríos,
América
describir tu belleza o su dolor es inútil
porque hoy partes.
Hoy dejas la ciudad y cruzas esta puerta.
Te vas
como animal desbocado entre floripondios y magnolias
encenderás tu maleta como una luciérnaga
y viajarás lejos de este sendero.
Intentarás todo esto
redoblarás el paso y amaras tanto, tanto
que tus despedidas se volverán reencuentros
y este poema solo un rastro de la poesía
que comenzarás a vivir
en el preciso instante, en el que mutado en verbo,
dejes de escribir este texto
y salgas con tu maleta hacia la gran avenida americana.
Luego,
el Sol descolgará sus largas manos
y abrirá el camino para el agua relapsa
despertarás allí con tu maleta y un lapicero,
escribirás
partirás
ya no importa dónde
ni por qué
es tu destino.
Runa
Me observa
una piedra que late
un pedazo de tierra preñada
mineral inédito nuevo
por nombrar.
La pulsación lítica de todo el valle
me mira
me mora
puede oír con el cuerpo todo el lenguaje de la piedra
la morfología del universo
todos los tótems los dioses
porque la piedra habla se mueve
hace gestos
y yo todavía
no soy digno de armar una apacheta,
y hablar de verdad.
Porque el poema que quiero escribir está latiendo en esa roca
el verso que me habita, intraducido
me sostiene
está allí,
es la roca que se mueve en la quietud
la belleza inmóvil danzando
desde su ombligo me habla el mundo
la roca y su leyenda
me puede
me habla
me transfigura.
Balvanera
A Luisa Fernanda Lindo
El incendio de nubes
desde una terraza habitada por pianos invisibles
entre los niños de lenguas nómadas
y el agua de azar.
Azahar
en sorbos
en infancia ilícita
dejavú con mi nombre,
desde el extremo del pentagrama
el re/conocimiento del recuerdo
el palo santo las pastillas molidas
las velas y el estruendo
10 años
y Lima
bajo el mal de ojo
la costa verde
en medio de mi niñez
de azar
azahar
jugar
dar
perder
caer
imposibilidad del verbo
amputación del sonido.
Saber muy bien lo del habla
lo del volver a perder
la risa lenta de un beso exacto
y el soplido de fuego en el corazón
si amanezco en otro cuerpo
entrelazando el sueño y la piel.
Palpar la lucidez del caos
de la desesperación translúcida,
desesperación definitiva
de limeño villamariano
de tipo que bebe su humo y fuma su verso
enamorado abandonado junto a su ballesta
animal nocturno que vaga por su alimento
una desesperación que de paz
fuerza
salud.
Saber de antemano
que este puede ser lo último
el vuelo en que Ícaro vuelve a volar alto
a pesar su muerte anterior,
una desesperación de planta sonámbula
de fiesta pagana
de piedra tallada para salvar el lenguaje.
Amuleto
Con la poesía
construyo una boca
y un idioma
pero mi muerte
y la caída de sus cabellos
en la tarde
son artificios de la mirada
para no mirar
de verdad
y descubrir
las estatuas invisibles
la fractura de la ciudad
que reclama ser escrita.
El poema como un amuleto
buscando un cuerpo
donde polarizarse.
De Campanas bajo el mar, 2020