Última línea
Álbum
El alma de tanto retrato inesperado
es la última ilusión
de un tiempo reversible.
Si fuera cierta la idea loca del regreso
y quedarse un poco
concentrando la fuga estancada
en el detalle que se descubre después
de hojear el álbum
diez mil veces
paso el dedo por mi álbum
de almas perdidas
después de una foto sin avisar
paso el dedo y se van muriendo
como el reseco souvenir
de un mágico momento entonces y ahora
se ha olvida uno de para qué lo guardó.
Repetidos y sin orden, galpón kiosco
bazar subiendo y bajando
paquete caja cinta para embalar
civilizadamente dejar que se lo lleven todo.
Lo contrario es resistir el absurdo
como si el tiempo se plegara
un tiempo de hojaldre
amasado hasta lo invisible en miradas
superpuestas, condensadas,
abiertas en cientos de hojas.
Mi madre dice que entre las cosas heredadas
de mi abuela había un vestido sin estrenar.
Pared
Una pared de material no de madera o chapa
una pared real y verdadera pintada de celeste
claro verde agua rosa
desleído en blanco a la cal lechosa
efímera pared de pensión de casa ajena
alquilada pared que sospecha de tus actos
y alberga grillos siniestros sonadores
rencorosos ahí clavada la foto con una chinche.
Una foto de propaganda de Benetton con una nena
sucia con el pelo pegoteado enrulado
sosteniendo no abrazando la muñeca
con pierna de menos sin ojitos
reconocible muñeca en contraste nena
con mirada derechita a la cámara
los ojos oscuros que ningún flash pudiera
la clavaste en la pared sujeta bien firme
dijiste sos vos y nunca pude dejar de ser esa
Fuentes
Seguro no toda agua
es de beber. Esa sí
porque se volcaba en la nuca
y en el desliz por la cara llegaba
a la boca sola y libre. Era mágica,
nos dijeron. Quien la bebiera
volvería. Como tantas
ceremonias amparadas
en la repetición
sacrificamos la vez sin conservar
el momento. Alcanzó
para revivir el alma
cada día muchos años,
cuando el verano soltaba
sus hormigas en nosotros:
manteles extendidos en el suelo.
Breve
Lo bueno
breve constante sonámbula
del corazón del mundo.
Latido esencial
que no perece ni siquiera
duerme.
Acosada por ladridos
en tu costado izquierdo,
en tu sombra ausente,
en tu palabra vacilante.
Como una nota de violín
o como la llama
de una vela
que en la habitación
desierta, espanta
a todos los fantasmas.
Lo bueno nunca
dura lo bastante
para ser del todo bueno.
Playa
Dancing, copetín y después…
el bagallo de luxe
ajamonado exhibe
su sexo adiposo,
la suma
candorosa de su carne.
Ante agitadas branquias,
la playa es una sábana
dorada, inabarcable.
Los pies en la arena
cifran los rastros
del futuro
-solo sucede el instante-
y el mar viene a lamer
migas de amor
de nuestras manos.
De este lado del mundo
solo se ven amaneceres.
Duda
el chico vip
se moja la cara
en mi cocina,
todavía no sabe
que acabó el camino,
no habrá más besos
ni cerveza gratis,
se pregunta
que al fin y al cabo
queríamos lo mismo:
un lugar con sol
sacudir el mantel en la ventana
Mujer adulta
si al menos
estos años hubieran merecido
la paciencia o
la esperanza y no calcular cuántas
horas de insomnio van
del sarcasmo a la depresión
y entender que cuando
la vida pierde
todo sentido, aún quedan
los electrodomésticos.
Última línea
Siempre una última línea
de batalla, un resto
que no acepta sentencias
y discute.
El orden del universo
responde con monosílabos
los largos argumentos.
Una que no escucha
las campanas. Una que va a odiarte
por los mismos detalles
que ahora la deslumbran.
Una al acecho
se agazapa. Una extiende
su patria más lejos
que tus brazos. Una sin viaje
de regreso a lugar seguro.
Todas mis otras te aman.
Casitas de cartas
Casitas de cartas
no castillos mucho menos carpas
equilibrio dudoso
amparo una noche o dos.
Sólido refugio endeble
lo que aguante.
Deuda de casita
falta la pared o falta la ventana,
tanto trabajo
para hacer la puerta
y lo necesario
era el hueco, el vano
pasaje mágico hacia adentro
de puro pensado, cierto.
El techo se vuela al decir
tormenta y chau casita intemperie
del alma ya sabemos
cómo es sabemos cómo es
ese miedo ese otro
silencio de azúcar duro
punto caramelo sobre
el fuego la paciencia es
el fuego del metal y los cristales.
Una caja de huesos
para armar, por fin, la casa.
Esperar (inédito)
Mucho cielo sin nubes
y acá abajo se impone la promesa
de un futuro sin árboles.
Una ansiedad de rejas y cemento
por momentos se vuelve escalera
por momentos se hace sótano.
No se ve la cara de nadie.
En las filas de esperar
vemos las espaldas, las calvas, los rulos.
Siempre hay algo desordenado
o deslucido en la nuca de la gente,
su lado B, y eso es un descuido
para los que vienen detrás.
Del otro lado disfrutan de las bocas,
los cuellos y los escotes.
Aquello que los cuerpos ceden
en pos de lo que vendrá y no llega.
Quisiera caminar hasta el río
jugar un rato a cualquier cosa
reírme y gritar con los brazos abiertos.
Imposible, achico los ojos,
algo me dice que el futuro
viene sin nubes y sin árboles.