Siete Palmeras
El justo florecerá como palmera
Salmo 92:12
Introitus
Cada mediodía,
con o sin sol,
y toda noche sin lluvia
los galgos enrique y yo
solemos ejecutar
una rutina de grises y verde.
Un día cualquiera nos topamos
con siete palmeras, instantáneamente altas,
arrancadas de raíz, trasplantadas,
sostenidas por tensores.
Son siete, debidamente registradas
por el alcalde de esta ciudad.
Ahora ellas siete y nosotros
somos una gran flor.
Catequesis
La casa que yo digo
bostezaba jazmines
a mi paso
nacía exacta
en el patio de atrás del mundo
y una palmera
alta como Dios
elevaba los rosarios las sonrisas
los dientes amarillos
de la señora Eusebia
[Dios te salve
del ámbar de sus cuentas
de los escapularios jadeantes
de la proa de su hamaca
asomándose
en las tardes de doctrina]
ella estaba
recta como la palmera
insoslayable como la eternidad
sentada en el trono
de su mirada acusadora
odiándonos
rezándonos sin glorias ni penas
la sepultaron viva
las paredes de mi infancia
un bosque de silencio
un bosque de silencio creció en los viejos patios
Carlos Mastronardi
I
estábamos en el rumbo de los paisajes lentos
y mujeres con un yugo a sus espaldas
yo vengo de sus ojos
de su mirada encendida por los pimentones
sus cazuelas de labio picoso
su paso cansino
la Ludovina perfumaba Guayamba
con coplitas de pura picadía
pero dejaba en casa
el corazón sangrando
por la niña quebrada en convulsiones
y manotazos de ajenjo en el brasero
agudo el canto
vibrando en la chirlera de su caja
agudo el canto
y atrás
una voz queda y oscura
yo vengo de su abrazo.
II
cada vez algo se va de mí
disgregado desleído en todas ellas
que nacieron
sabiendo las mañanas claras
las tardes procesionales
las noches para elegir estrellas
algo se aleja
de toda luz visible
donde se abisma la ceguera
y crece la certeza
que estuvimos de paso
y siendo tantos
éramos solo
aquella dulzura creada por ellas
para entender la dicha.
corola de la existencia
allí en cuclillas
bajorrelieves abarrotados
preguntándonos
porqué tantos perros
al final de la noche y si
aquellos que nos amaron
sabrán dónde
fueron a para nuestros huesos
disimulados para siempre
entre manuscritos
y alfileres en los labios
estará mi padre
hilando su guirnalda
bajo la vieja parra
para que pase su pescador de palabras
– títere descabezado
que no pudo trepar hasta sus ojos.
y una sangre de corazón acongojado
tiznando el verso
estará mi madre
coloreando lirios frente a la ventana
buscando sus ojos en los míos
para decirme
que no hay cielo o infierno
que asegure mi verso
que no me vaya dócilmente
estará mi prima
lejana visionaria de los juegos
besándome
entre los álamos temblones
mi hermana estará allí
cosiéndome a su vestido rojo
para que conozca la alegría
con que mira para siempre
sus hijos y las tierras naturales
el mar que no conoce
los días que nunca pasan
los que sí los otros
en la insondable distancia
¡Ah! los caballos
¡Ah! los caballos que pastan en mis sueños
no quieren otra hierba
que los versos
descartados
de un poeta campesino
jamás he rezado
no he dicho ni una sola oración
sin embargo he pasado tantas veces
una por una con fe perdida
miles de veces
las cuentas del rosario
que mi madre puso en mis manos
está hecho
con carozos de aceituna
escupidos por mi padre moribundo
el día en que lo velaban
algunas uvas
decidieron madurar de golpe
perfumar de torrontés
su partida inesperada
mi madre optó
por bajar de sus tacones
ponerse a las alturas
un infarto de miocardio
y aseverar que ‘así nos va
con la aspirina diaria’
lugares
1.
Toay, La Pampa (1974)
podrás levantarte
ser el lomo de un caballo moro
andarás galope fusta
olisquearás el pasto
lavandas pisoteada
y quedarás muerto
al final de una línea de Kavafis.
2.
Salar de Hombre Muerto,
Andes Argentinos (1974)
diciembre naranjal amargo
enero salitre hueso
es una página en blanco
arenal de calenturas tiento seco
pañuelo con temblores
y abierta la sandía rajada
ya todo habrá muerte en el secano
si la lluvia se niega
casi siempre.
3.
Gare de St. Lazare, Paris (1980)
no cortarás la cinta
atada al viejo roble
canario triste
telón
serán blues
café con leche
después del manotazo
borrarán tu vómito
de señorito confundido.
4.
Altos de Ancasti, Catamarca (1984)
viajarás alrededor del beso
a buscar las uñas del verano
sobre un lecho moreno
donde jadearán los estambres
y no te preguntarás
dónde te sostienes
a la hora en que las piedras
enardezcan el agua
y cambie para siempre
el remolino de tu sexo