Trieste
(Versión al español de Marco Antonio Campos)
TRIESTE
He atravesado toda la ciudad.
Luego he subido una cuesta,
populosa al principio, allá desierta,
cerrada por un muro bajo:
un rincón en el que solo
me siento; y me parece que donde eso acaba
acaba la ciudad.
Tiene Trieste una arisca
gracia. Si gusta,
es como chiquillo áspero y voraz,
con los ojos azules y manos muy grandes
para regalar una flor:
como un amor
con celos.
Desde la cuesta, descubro cada iglesia,
cada calle que lleva a la obstruida playa
o a la colina en la que, sobre la cima
pétrea, una casa, la última, se aferra.
En torno
circula en cada cosa
un aire extraño, un aire tormentoso,
el aire nativo.
Mi ciudad, que en cada parte está viva,
tiene un rincón para mí, para mi vida
cavilosa y esquiva.