Algunas preguntas en tiempos de crisis
(Versión en castellano de Sandra Toro)
COVID-19
Cuando se espera que la tasa
de mortalidad sea de millones
es probable
que muera alguien a quien amás.
Las plagas de antaño vuelven a visitarnos
y nos desesperamos
por estar a salvo, estar
sanos y presentes para los demás,
para ayudar a los vecinos, para comprar
solamente lo que necesitamos
de las estanterías de los comercios que se vacían
al compás del miedo.
Compartamos barbijos
como los chinos
lavándonos las manos
en una plegaria silenciosa.
Cantemos desde balcones
reales o imaginados,
como los italianos
durante el bloqueo nacional.
Seamos amables entre nosotros
y organicemos los recursos
y soluciones
que los líderes irresponsables ponen en riesgo.
Si este es el Big One,
salgamos
dignamente, si es un ensayo
propongámonos por fin vivir en paz.
Si cada barbijo viniera con un poema
Si cada barbijo viniera con un poema
cada frasco de gel
con un Concierto de Brandeburgo
o Sweet Honey cantando a todo pulmón
un himno de esperanza.
Si a cada par de guantes de látex
lo envolvieran con tu cuadro preferido
y te lo entregaran en la puerta.
Si cada abrazo virtual fuera capaz de perforar
esta piel universal del miedo,
cada distancia de dos metros entre humanos
en nuestras caminatas solitarias
se redujera a la seguridad verdadera, a la certeza de salud,
habría menos espacio
para la confusión que brota
del micrófono del presidente.
Algunos insisten en que el amor da la vuelta al globo
más rápido que esta infección
de gotitas invisibles
con el alcance silencioso de la muerte.
Y sí, siento el amor
pero también el odio, el acaparamiento,
la plegaria mientras no llegue
a mi casa está todo bien.
Queridos: Resisten refugiándose
en mentiras piadosas,
teorías conspirativas,
un Dios furibundo, el fin de los tiempos
o el borramiento de la memoria,
cuando ahora lo que necesitamos
es ciencia y arte
para llevarnos por una costa más sana.
Algunas preguntas en tiempos de crisis
¿El mundo estará más limpio cuando por fin
se haya ido este virus
adonde van todas las infecciones a rendirse y morir?
Tanto frotar toallitas con alcohol,
Tanto lavado de manos.
¿Vamos a ver más o mejor cuando nos
saquemos los barbijos
y podamos mirarnos los unos a los otros
como la mujer del burka
diestra en el lenguaje de la mirada?
¿Como los delfines y los cisnes que vuelven a casa
a los canales de Venecia, le vamos a dar la bienvenida
a un retorno de lo salvaje
a todos esos lugares que antes congestionamos
con nuestra invasión de su espacio?
¿Habremos aprendido que esa bondad
tiene que reemplazar a la codicia y
que de nosotros depende
sembrar justicia en esos jardines silvestres
invadidos por la maleza del odio?
¿Qué habrá cambiado? ¿Qué seguirá
igual?
¿Los que sobrevivan,
se acordarán o se habrán olvidado, seguirán adelante
o se quedarán refugiados en un lugar en ruinas?
No sabemos
Algunos ponen el acento en la disminución del CO2, en el retorno de
la vida silvestre a una tierra donde los humanos
ya no se amontonan más.
Algunos predicen el fin de los tiempos
cuando profecías apócrifas atraen la perdición.
La verdad, no sabemos cómo va a terminar
esta crisis ni con qué vamos a encontrarnos
cuando nos deje de respirar en la nuca,
amenazándonos cada inhalación
con gotitas de contagio.
Queremos dar una imagen de esperanza, evitar
la desesperación junto con la enfermedad y la muerte.
Queremos creer que este espanto
va a cambiarnos el futuro para mejor.
Y no sabemos.
Lo que sí sabemos es que las palabras tienen significados
y que tenemos que apuntar nuestros mensajes
directos como flechas
al corazón de los que sacarían partido
de este dolor.